σελήνη

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«l u n a»

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«l u n a»

Capítulo 4: Sé lo que eres.

Roger no era un tonto, conocía muy bien ese tipo de ojos, los había visto incontables veces y no tenía duda alguna: Brian May, aquel chico que a simple vista se veía inofensivo era realmente un demonio. No necesitaba comprobarlo, pero lo que realmente lo tenía fuera de sí es ¿Qué lo tenía así? Aquél dolor lo había debilitado bastante, no era casualidad y debía ser algo grave para dejarlo de esa forma, tal vez un tipo de arma contra él porque ese era su deber, matarlo, sólo que no ahora, a un demonio no se le puede matar tan fácilmente.

—¿Estás mejor ahora? —se atrevió a preguntar de nuevo.

Vamos hijo, hechízalo, tú eres el mejor en eso. —volvió a escuchar aquella voz y Brian hizo caso omiso.

—Migraña, solamente, me da casi siempre. —respondió un poco débil.

Roger asintió un poco preocupado, no quería admitirlo pero se sentía empático por el pobre demonio, no era difícil ser uno, a veces, cuando se encontraba en batalla veía cuan afligidos estaban, su anterior hermano realmente era malvado y solo sentimientos malos giraban en torno a él. La mente de Roger era un caos ahora mismo, entre: "¿Qué hará cuando descubra que soy un ángel?" "¿Porqué no era malvado como los de su especie?" Eran en realidad preguntas sin respuesta alguna.
Miró de nueva cuenta al rizado, ahora más pálido, decía cosas inentendibles, ¿Un conjuro, quizás? Ellos son expertos en aquello y Roger lo sabía más que nadie por eso mismo, decidió interrumpirlo.

—Necesitas descansar, anda, yo te llevaré a tu hogar, ¿Estás de acuerdo? —dijo, con un tono muy bajo.

—E-estaría bien, gracias. Muchas gracias. —respondió, desconcertado.

Brian, momentos antes de que Roger le interrumpiera, estaba por hacer exactamente lo que su padre le pedía: hechizar a su ángel, en su momento de debilidad y por ya no seguir sufriendo ese dolor comenzó un típico hechizo de amor, para el rubio parecía un tanto incomprensible puesto que lo recitaba en latín, por suerte para él, nada pasó puesto que lo interrumpió y, gracias a eso, regresó en si y pudo enmendar su grave error, no quería caer de nuevo en las garras de Lucifer. Así que, con el dolor aún en su cabeza, Brian subió a su auto en el asiento del copiloto, Roger poco tiempo después le pidió las llaves y lo puso en marcha.

El camino fue mortalmente silencioso, sólo se escuchaba el viento, las respiraciones de ambos y al rizado indicándole el camino al rubio. Brian aún se controlaba, Roger pretendía no pensar en lo ocurrido pero le era imposible, cualquier cosa, de ahora en adelante que incluyera a Brian May le alteraba la mente. Sólo tenían unas horas de conocerse y ya afectaba su mundo de tal forma. Y cuando el trayecto terminó, los dos jóvenes bajaron del auto.

—Bueno, aquí es donde vivo. —dijo Brian, tratando de esbozar una sonrisa.
Roger asintió.

—Me tengo que ir, tengo que tomar un taxi para mi casa.

Ambos se despidieron, Brian agradeció infinitamente al rubio por tal acción, este le restó importancia, sólo le dió un apretón de manos y partió rumbo al boulevard más cercano. El oji-azul, por primera vez en su vida se sentía lleno, aunque el problema de que su tutor fuera un demonio lo tenía intranquilo no podía negar que esta noche, entre todas las demás, la había pasado bien. No necesitó alcohol o una mujer para sentirse feliz, simplemente saber que el rizado estaría muy posiblemente recostado en su cama con bien. No lo podía creer.

Los días avanzaron, para bien o para mal. Roger y Brian aún continuaban esas cansadas tutorías pero, era claro que algo había cambiado. Durante todos esos días, el ángel no podía dejar de pensar en el rizado en todo aspecto, le era imposible razonar el hecho de que era un demonio, uno de esos que siempre vió en batalla. Ahora que estaba frente a él, explicando un tema de dificultad su mente divagaba y se dedicaba a mirarlo de arriba a abajo, analizándolo.

—Y bueno, los logarit... —Brian levantó un poco la mirada para encontrarse con un par de ojos azules que lo miraban fijamente—, ¿Pasa algo? ¿No estás entendiendo?

—N-no, todo está bien, prosigue.

Brian, con esa respuesta poco convincente siguió explicando los famosos logaritmos, desde aquella noche en el bar su padre no lo había dejado tranquilo, siempre tenía esos ataques de "migraña", incluso sus padres le pedían que los acompañara al doctor pero negaba, podría ponerse en riesgo. Las palabras fluían de su boca con total naturalidad hasta que Roger decidió pararlo un poco.

—Brian, ¿Podría preguntarte algo? —inquirió, interrumpiéndolo

—Claro, dime todas tus dudas.

—No es respecto a la escuela.

Y ahí, Brian sintió que toda su sangre se congeló. Miró fijamente al rubio y asintió pesadamente. Roger estaba por fin listo para cuestionar al demonio frente a él.

—Aquella vez en el bar cuando la "migraña" te atacó —hizo unas comillas con sus dedos—, ¿Qué pasó en realidad?

El rizado estaba nervioso al tope, no sabía con exactitud qué contestar ante esa interrogante por lo que simplemente se quedó callado y bajó su cabeza.

—¿Te habló tu padre, cierto? —preguntó el ojiazu—, sé cómo se comunica Lucifer con sus hijos y esa es una forma.

—¿D-De qué hablas? —titubeó Brian, nervioso. No era posible que lo supiera.

—Eres un demonio, Brian, lo sé.

Todo se detuvo, la respiración del demonio se cortó, en su rostro sólo podía verse la preocupación y el miedo, miedo porque sabía que Roger le daría guerra a como dé lugar. Porque era obvio que no lo recordaba como su único amor, si no como un simple demonio más. Sin dirigirle la mirada al ángel, comenzó a guardar sus pertenencias en una velocidad inimaginable.

—Hey, hey, espera. —Roger trató de tomarlo pero fue imposible—, Brian, espera.

—Déjame, por favor. —cuando levantó su mirada había ciertas lágrimas en sus ojos que achicaron el corazón de Roger y lo soltó; vio cuando se alejó corriendo, limpiando de vez en cuando sus ojos.

Roger, en lugar de sentirse bien, una sensación de tristeza lo invadió, los ojos llorosos no se parecían en nada a los de anoche, desconocía la razón por la cual, Brian se había puesto de esa forma pero en realidad quería saberla, quería estar en donde él ahora y abrazarlo, decirle que su secreto estaba a salvo con él pero, sabía que su padre lo observaba y quizás, lo obligue a matarlo, como tantas veces lo hizo con aquél demonio que se presenta en sus sueños.

Todo esto causaba un gran dolor de cabeza en Roger. Pero quizás esta sea la única forma en que recuerde por fin.

by: nathalie_vp

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