Capítulo 4

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Narra Ana

Sonreí divertida.

-Pues adelante, estoy lista.

Miriam me repasó enterita con su mirada y se acercó a mí. Rodeó mi cintura con sus brazos y me pegó a su cuerpo.

-Tú misma.

Abrí la boca para decirle algo, pero la gallega me calló con un beso apasionado.

Abrí los ojos. No me lo esperaba para nada, pero enseguida los cerré cuando su lengua se juntó con la mía.

A pesar de haber estado tanto tiempo sin besarnos, nuestras bocas encajaron a la perfección, como si la última vez que nos hubiésemos besado hubiera sido hace pocos minutos.

Subí mis manos y enmarqué su rostro, besándola lentamente. Miriam bajó sus manos lentamente hasta dejarlas sobre mi culo y juntó más nuestros cuerpos.

La gallega me impulsó hacia arriba, por lo que pasé mis piernas alrededor de su cintura y me aferré a ella, todavía saboreando sus labios.

Me estaba dando cuenta de lo mucho que la había echado de menos.

-Joder, canaria... Que ganas me tenías. - dijo jadeante cuando separó nuestros labios.

-Muchas, leona, muchas.

Volví a juntar nuestros labios y besé su labio inferior lentamente.

Miriam sonrió en medio del beso y se dirigió hacia un banco que había en la sala. Se sentó, conmigo a horcajadas y volvió a colocar sus manos en mi culo, para apretármelo con fuerza.

Gemí sobre su boca y paré de besarla por un momento para esconder mi cara en el hueco de su cuello.

-Esta celebración no ha hecho más que empezar. - susurró con una voz ronca en mi oído.

Mi piel se erizó y levanté mi mirada para clavarla en la suya. Me mordí el labio inferior.

Ella me miró los labios con su respiración agitada.

-Joder... - resopló. - ¡A la mierda!

Me mordió el labio inferior y después me besó con una intensidad que casi me caí hacia atrás, pero con suerte la leona me agarró más fuerte, pegándome a ella.

-¿Te crees que te iba a dejar escapar? - sonrió divertida.

-Sé que tú nunca me vas a dejar escapar.

Miriam me volvió a besar, pero después me empezó a regalar tiernos besos por las mejillas, bajándolos por mi cuello.

-Creo que nos sobra la ropa, ¿no crees? - dijo al notar el calor de mi piel.

-Quítamela ya, Miriam.

La gallega rió con mi insistencia y subió sus manos por mi abdomen hasta llegar a los tirantes de mi top.

-Me pones tanto con estos pantalones cortos y este top, canaria...

-A mí me pones muchísimo con las mallas, te hace un culo... - dije aprovechando y apretando su trasero.

Lo Haremos Bien | Wariam Donde viven las historias. Descúbrelo ahora