Capítulo 13

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Narra Ana

Aquellas palabras me impactaron. Y mucho. No me esperaba para nada que Miriam me dijera eso.

Me quedé mirándola sin saber qué decir. Ella me miraba con la respiración algo agitada, con los ojos un poco húmedos, pero sobretodo esperando una respuesta.

¿Y qué le decía yo a eso?

Era obvio que yo también la quería, pero no quería volver a quererla de ese modo. No estaba preparada para volver a enamorarme de ella, aunque ya estaba dándome cuenta de que nunca había dejado de estarlo.

-Perdone, señorita. - dijo el conductor. Me giré para mirarle. - O sale y se queda con su novia, o me deja ya seguir con el recorrido. Tengo que seguir haciendo mi trabajo.

Tenía razón, le estaba molestando. Le pedí disculpas al señor y agaché mi cabeza mientras me iba metiendo en el autobús.

-Ana... - susurró Miriam. - Por favor...

Levanté mi cabeza para mirarla, pero negué con mi cabeza lentamente.

-Lo siento, Miriam. Adiós.

Le pagué al conductor el billete, y me senté en una de las sillas del fondo, justo al lado contrario de donde estaba Miriam.

Durante el trayecto no paré de pensar en Miriam. Y me odié por eso.

Había estado toda la tarde con Julia, y a pesar de que al principio llegué un poco rara, ella me consiguió sacar una sonrisa.

Y ahora no podía parar de pensar en la gallega por estar diez minutos con ella y que hubiera conseguido descolocarme con sus palabras.

Cerré mis ojos, apoyé la cabeza en la ventana y suspiré.

Estaba hecha un lio, y todo por culpa de los sentimientos que seguía sintiendo por Miriam.

Sin darme cuenta, me quedé dormida y solo me desperté porque el conductor me empezó a zarandear.

-Señorita... Despierte...

Abrí mis ojos lentamente, sin acabar de situarme.

-¿D-Dónde estoy?

-Está al final del trayecto, y usted se ha quedado dormida.

-¿Qué? ¿Dormida? - me puse roja como un tomate. - ¡Ay, dios mío! ¡Qué desastre soy! ¡Lo siento mucho!

Me bajé del autobús rápidamente y miré hacia los lados para saber dónde estaba.

Saqué mi móvil del bolsillo y me senté en un bordillo. Miré el GPS y me puse las manos en la cabeza al ver que estaba a una hora andando de mi casa. ¿Pero cómo había sido capaz de quedarme dormida?

Intenté buscar cualquier ruta para llegar antes a casa, pero es que la parada más próxima al metro estaba a media hora, y estaba a punto de cerrar.

-¿Está bien? ¿Está perdida o algo?

Levanté mi cabeza para mirar hacia la persona que me había hablado. Solté un suspiro cuando vi que se volvía a tratar del conductor.

-Un poco, sí. Estoy a una hora andando de mi casa, y no me va a dar tiempo a llegar a la parada de metro antes de que cierre...

El conductor me miró apenado.

Lo Haremos Bien | Wariam Donde viven las historias. Descúbrelo ahora