Capítulo 32.

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            La confundida mente de Zero estaba dando vueltas como los planetas rodeando a su punto más brillante, había descubierto muchas cosas al mismo tiempo, una de esas era los recientes fetiches de Sesshomaru que acostumbraba a hacerlos notar al final del día, el cabello de Zero no era llamativo como el del yokai, pero este solía acariciar los cortos mechones plateados, al principio fue un tanto incómodo, hasta que se volvía costumbre, casi transformándose en algo arrullador. Pero el otro fetiche, aunque no fuera habitual, siempre estaba presente e incluso solía malinterpretarlo, pensando que había otras intenciones de por medio.

—Sesshomaru. —El nombrado respondió con un "¿Hmm?" ante el llamado incómodo del humano—. Bueno, quiero ser directo, ¿por qué demonios me acaricias?

—No quiero discutir por eso —fue lo único que había dicho en ese entonces, sin añadir nada, y para ser más incómodo, las caricias las recibían sus muslos, podría interpretarse equivocadamente como un gesto muy sexual, aunque al final Sesshomaru no intentaba proponerle nada ni intentar algo.

—Es solo que no lo entiendo por qué lo haces.

Esos ojos dorados le miraron de una manera tan fija que pensaba que intentaba algún tipo de hipnosis, le había dejado de acariciar, pero no había apartado su mano del sitio.

—Ustedes los humanos son más suaves que un bebé yokai.

No sabía exactamente lo que le había ocurrido en la mañana al lord, pero en ese momento parecía de mejor humor que cuando regresó, sí, los yokais tenían una piel muy fuerte, lisa e incluso podría decir que hasta perfecta ante la visión, la carne humana era tierna a comparación, no importa cuántos cayos Zero tuviera en las manos o en los pies, Sesshomaru igualmente lo consideraría suave.

Esos pensamientos estuvieron arrullando poco a poco su cuerpo, haciendo que sus ojos se cerraran por el cansancio, como si su cuerpo callera de manera suave como una pluma en el viento, antes de caer al sueño profundo, pudo ver esos ojos tan brillantes y refulgentes como un fuego dorado.

(...)

Una calma casi tortuosa estaba equilibrando el ambiente, la figura de Takumei era bastante visible, sus ojos brillaban como el neón en aquella oscuridad, los colmillos blancos se hicieron ver formando una sonrisa, su kimono nevado era un conjunto armónico de finura, esa presencia y esa seguridad era algo que se podría volver inolvidable.

—Bienvenido nuevamente, mi humano —su tono podría ser considerado como el de un donaire, su acercamiento no era para nada amenazante.

—Tiempo sin verte, Takumei.

—Que puedo decir, solo me tomé unos días de descanso, mi trabajo no es solo aparecer en tus sueños, tengo muchas funciones en ti. Por otro lado, felicidades, ya tienes un puesto VIP en el corazón de Sesshomaru, me gusta saber que progresas.

—Takumei, ¿qué es lo que sucederá si no regreso? 

La sonrisa socarrona del presente se había esfumado, mientras que arqueaba una ceja, una acción que no le hacía perder todo lo que trasmitía.

—¿A qué viene la pregunta? 

Zero no se atrevió a contestar, solo se quedó con la mirada fija en el atuendo de Takumei, notando el ligero y casi invisible estampado plateado, también los bordes bien hechos, que extraño, sentía que había visto esta vestimenta mucho antes, pero esta se la imaginaba quemándose.

—Entiendo. Parece que el sentimiento del señor del Oeste no es unilateral.

Por un momento Zero se sintió desnudo, como si las palabras recientes lo hubiesen alterado de tal manera que hacía que su pulso se alterara como si hubiese acabado de correr más de mil metros, por lo menos no se sentía pequeño, ya que la presencia de Takumei se podría considerar igualitaria como si no existiera balanza de superioridad entre ellos a pesar que eran especies diferentes de manera notoria.

—Lamento decirte que eso no puede ser posible. Si te quedas, no hay ninguna duda que morirás, el día después de la confesión, te podrás ir sano y a salvo a tu tiempo.

—¿Ni siquiera podré volver? —el tono de aquella pregunta era casi quebradiza, tratando e no desmoronarse, ¿enamorar a Sesshomaru para después partir?, eso ya era cruel

—No, no hay posibilidades de volver, y si la hay, hasta yo las desconozco. Es mejor que disfrutes los momentos que les quedan juntos, no cometas el mismo error que yo.

(...)

Caminaba por los pasillos del palacio, nuevamente Sesshomaru no se hallaba en el palacio, asistía casi de manera constantes a las reuniones de otros reinos, hasta algunos lores asistían, haciendo que se escondiera en la alcoba, y Rin tenía que hacer lo mismo con la suya, si él se iba, cómo extrañaría a Rin, a la abuelita yokai, a las trabajadoras del hierro, a Sesshomaru y aunque fuese raro, también extrañaría al gruñón de Jaken, pero no sabía qué decidir, estaba entre su familia y esta época donde conoció a personas inolvidables.

Su campo de visión es bloqueada gracias al yokai de extensa cabellera roja, Ryuta, ¿qué hacía él ahí?, ¿lo iba a molestar de nuevo con sus amenazas?

—Ryu...General Ryuta.

—Parece que te encontré. Parece que sí pudiste cumplir nuestro trato... de alguna manera, te felicito.

Zero tragó grueso mientras respiraba ya tranquilo, tal vez le había malinterpretado y tan solo quería venir a hacer tregua ante sus amenazas.

—Por cierto, gracias.

El humano parpadeó varias veces, observando mejor a Ryuta, como si tratara de leer entre líneas lo que había dicho, era muy extraño en que un yokai macho agradeciera por algo.

—¿Por qué?

—Por ser mi pase, así podré volver a ver a Kenichi.

Zero se quedó con las palabras atascadas en la garganta, cuando sintió una fuerte punzada de dolor en el torso para después que en su campo de visión, observó cómo unas garras le atravesaron como un puñal, el costado de su kimono se estaba tiñendo de sangre, el olor a hierro invadió no solo la nariz de Zero, sino de la servidumbre que ya comenzaban a acercarse corriendo.

Su cuerpo había caído al frío pavimento tan fuerte que pensaba que se había lastimado más de lo que estaba, escuchó a alguien llorar y gritar de manera escandalosa y casi desgarradora, su visión casi borrosa se centró en una persona...era Rin la que estaba llorando y le estaba vociferando a Ryuta.

—¡Monstruo, mira lo que le has hecho a mi hermano!

—Señorita Rin, he llamado al maestro Jaken, viene acompañado por los otros dos generales de mando superior —trató de tranquilizar una de las sirvientas, habían murmullos a los alrededores, lo más sorprendente, era que Ryuta no se había ido, miraba de manera fija a Zero, como si quisiera decirle algo a través de ella. 

El ambiente se silenció ante la aparición de la mano derecha de Sesshomaru, aquel pequeño y verde yokai, al ver la situación le mandó una mirada de reprobación a Ryuta.

—Generales, apresen a Ryuta.

Los tres generales de alto mando rodearon al yokai de cabellera roja.

Uno de ellos le preguntó a Jaken:

—¿Lo mandamos a ejecución? —ante esto, los ojos casi desmayados de Zero pudo distinguir una pequeña sonrisa ladeada por parte de su agresor, al instante pudo entender las acciones de ese general «Él...él quiere ver a Kenichi...eso quiere decir que...», Ryuta quería ser ejecutado.

—Eso solo lo puede decidir el amo Sesshomaru.

Ante esto, los ojos de Zero cayeron en un profundo desmayo, perdiendo la conciencia de lo que ocurría a su alrededor.

—¡Jaken, mi hermano no despierta!

—¡Busquen al médico real, que se queden dos sirvientas, necesitamos llevar al humano a la habitación prohibida!


Discúlpenme por la demora, estaba muy ocupada haciendo una exposición de Don Quijote de la Mancha, por si acaso pensaron que iba a abandonar esta historia, pues no, y espero que les gustara el capítulo.

クロックに戻って  Kurokku Ni Modotte (Yaoi) [EDITADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora