クロックに戻って Kurokku Ni Modotte (Yaoi) [EDITADO]

6 EXTRA final.

—Zero, ¿estás bien?, pareces como si te hubieran dado una paliza y mira que tú eres fuerte —dijo la joven mujer mientras se sentaba al lado de Zero.

—No pasó nada, Angélica, cosas mías y de Shun.

Zero sería el único ser humano en el planeta que no entendiera los malos chistes sobre los ex, ni siquiera Angélica le quedaba ese título que solían ser infernales. Angélica había regresado a Japón ya que había una solicitud de universidad en Chiba.

—¿Lo hiciste con él? —susurró mientras veía que el joven Kiryuu estaba más descuidado de lo normal—. Esa camisa no parece tuya.

—Sí, lo hicimos ¿algún problema? 

La risa casi descarada de la chica había llamado la atención en el enorme salón. Se notaba que había sido primera vez de Shun con Zero.

—Pobre de ti, te debió coger fuerte para quedar así  —casi le daba un ataque nervioso de risa. 

Zero sonrió ante eso, aunque no entendiera lo que le había dicho.

—Deberías ver cómo quedó él.

La joven paró de reír ante eso.

—¿Lo golpeaste?

—¿Ah? Claro que no, sé que a veces opto por la violencia cuando me siento amenazado, pero jamás le pegaría a Shun, aunque tampoco debe pasarlo muy bien que digamos.

Con Shun...

Una secretaria de edad avanzada veía con extrañeza a su jefe, no solía meterse en la vida personal de ellos, pero le picaba la curiosidad a más no poder.

—Jefe Takahashi, ¿necesita algo?, lo noto un poco incómodo.

—¿Aun trae de esas almohadas con usted señora Kannan? —Vio que la mujer asintió un poco nerviosa ante la mirada extraña de su jefe, daba algo de miedo—. ¿Me puede dar una por favor? No puedo sentarme bien.

—¿J-Jefe...? ¿Quiere que le busque algún medicamento? 

Los ojos de Shun estaban tan cansados, el día anterior había estado por primera vez con Zero y no fue perfecto, pero tampoco malo, «sé que fui brusco, pero ¿también me lo tenía que devolver?»

—Que sea para el dolor, por favor, estaré eternamente agradecido con usted.

—Muy bien, buscaré una almohada y una píldora contra el dolor. Tiene usted una cita a la hora siguiente, aguante un poco jefe Takahashi.

(...)

Más tarde, saliendo por fin de la universidad —y con un costal enorme de trabajos por hacer que duraría una eternidad y once derrames cerebrales—se dirigía a la estación de tren de camino a su departamento. 

El pitido de un auto le hizo saltar y sentir como miles de hormigas caminando por su espalda. Al voltear la mirada, se trataba de un auto de diseño sencillo y de color negro. Zero admitía que no sabía absolutamente nada de marcas de carros, aunque de aviones y tanques de guerra era muy apasionado.

—¿Qué esperas? ¡Sube!

—¿Angélica?

—No, soy Batman y quiero que te subas a mi bati-móvil.

Zero enarcó una ceja mientras sonreía.

—No suelo ver mucho sus películas. Pero Batman tiene mejor auto.

—Este Batman tiene bajo presupuesto...Es un auto rentado ¿qué más quieres, princesa? Súbete que tengo la generosidad de llevarte a tu departamento. También quiero saber cómo es tu pareja.