Capítulo 6.

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—Kagome...

—¿Sí, Inuyasha?

—¿Podrías explicarme cómo es que acepté tal cosa a Rin? —Aunque Inuyasha ya tenía su propia respuesta, prefería echarle la culpa a los lloriqueos de la joven humana que lo único que hacía era suplicarle a él que dejara a Zero a cargo de su despreciable hermano para poder que ella viviera en las tierras del Oeste.

—Recuerda que tuvimos que pensarlo bastante, en sí hay un beneficio en todo esto, aunque de verdad vamos a extrañar a Zero.

Hablaban como si el niño de cabellos plateados no estuviera allí, «¿desde cuándo yo acepté ir?» se preguntó para después no tomarle importancia, mientras devoraba la cena moderadamente, su cuello picaba, no el tatuaje extraño, sino por algunos cabellos que cayeron después de haberle cortado.

Estaba conforme, el corte era muy similar al que tenía antes de llegar a esa época. Sentía como su cuerpo cambiaba, sus hombros eran más anchos y redondeados, sus músculos estaban ligeramente marcados, al parecer, hacer todo ese trabajo manual valía la pena, se acostumbraba a los callos que se formaban en sus manos, es más, ya casi no se le formaban por costumbre.

De seguro que Rin estaba hablando con aquel hombre extraño, ¿de verdad tenían que irse hacia las tierras de ese hombre?, si no mal recordaba, Rin había contado una vez que un tal Jaken le había mencionado sobre un gran palacio que le pertenecía al tal Sesshomaru. Ese hombre se notaba que no soportaba su presencia y menos cerca de la joven protegida «Rin debe ser demasiado importante para él si está decidido a soportarme»

—Me imagino que es un gran recorrido hacia las tierras del Oeste, así que tendrán que caminar, o volar.

—No sé cómo es que puede volar ese fenómeno —masculló el hombre orejas de perro—. Espero que sea verdad que podamos visitarlo cuando queramos, si ese miserable se atreve a lastimar a Zero, yo mismo lo mataré con mis propias manos.

—Vaya, Inuyasha, tranquilo, no me imagino cuando tengas niños propios. —Miró al niño de cabellos plateados—. Zero, tienes que dormir temprano, al parecer mañana te espera un largo recorrido.

El joven asintió ante sus palabras «si de verdad no le agrado a ese hombre, tan solo espero que no me vaya a matar por algún malentendido». 

Vaya que el sol de esa época pegaba bastante suave a diferencia de la suya, no sentía casi efecto a su piel. Miró la muñeca por un instante, y se dio cuenta de que había una marca negra en esa parte.

—Oh, Zero, ¿te llenaste de hollín? —Preguntó Kagome mientras buscaba un trapo húmedo y lo pasaba por la superficie de la zona—. Que extraño, no se quita.

Inuyasha fue capaz de escuchar y con curiosidad, miró a ver de qué se trataba.

—¿Qué es esa cosa?

—No tengo idea, ¿Cómo te hiciste eso, Zero? —El joven le dio una mirada que lo dijo todo—. Con que tú tampoco sabes, qué extraño, no debe ser nada grave, solo es una marca.

Esa marca quemaba la piel de su muñeca, era casi el mismo ardor que le daba la de su cuello, bastante extraño. Había algo que no estaba bien, lo presentía.

(...)

Los futones no eran las cosas más cómodas del mundo, pero era mejor que dormir en el frío pavimento, escuchó algo extraño, como si se tratara de un suspiro masculino bastante burlón, pero no lo reconocía, siempre escuchaba una risa masculina en sus sueños, ¿a quién le pertenecía?, no tenía ni la más remota idea, hasta que lo despertó un peso encima de él.

クロックに戻って  Kurokku Ni Modotte (Yaoi) [EDITADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora