La Cita

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Después del beso Hunter tuvo que irse, me sonrió después de hacerlo así que tengo la esperanza de que este evento se vuelva a repetir.

Ahora solo debo planear qué hacer con Damian, ya no puedo estar con él, para nada, así que tendré que mandarle un mensaje o una carta. Al final decido que lo mejor es mandarle un mensaje, porque si le mando una carta tendría que dejarla en su casillero, y toda su furia explotaría en la escuela, justo donde yo estoy. El mensaje que escribo con mis dedos temblorosos dice así:

"Damian, sé que he sido una pésima novia, al igual que tú has sido un terrible novio, me pides que deje de hacer estas cosas pero yo simplemente no puedo dejar de hacerlo. Cada vez me asustas más por lo que ya no sé qué hacer contigo. Por favor no me vuelvas a buscar, creo que los dos hemos tenido suficiente. Espero algún día me perdones, ya no soy feliz contigo, sé que nunca lo seré. Te deseo lo mejor."

Sé que fue algo seco pero no tuve otra manera de decírselo.

Cuando se lo envío me quedo expectante un momento y después decido bloquear su número para que no me llegue ninguna de sus respuestas. Sé que mañana me atacará pero su enojo será mucho menor por el paso del tiempo. Al menos eso espero.

Algo nerviosa miro el tiempo pasar, hago los deberes de la escuela y me tiro a ver una serie de TV. Ventajas de mis desórdenes: puedo hacer nada y no engordar, además estoy muy débil como para hacer ejercicio, seguramente me daría un infarto.

Llega la noche así que tomo mi cóctel de pastillas correspondiente a esta hora y me voy a dormir temprano, y como pueden ver, no hablo con nadie en toda la tarde. Realmente es raro cuando hablo, aparte casi nadie quiere platicar conmigo porque tiendo a traslucir mucho mis problemas y la gente no sabe cómo reaccionar. Sí duele, no voy a mentirles, pero ya es costumbre, así que está bien.

Al día siguiente me levanto, realizo mi rutina diaria y me dispongo a salir, claro que antes de abrir la puerta me detengo a pensar si estoy haciendo lo correcto. Podría no ir, quedarme, estar a salvo. Pero debo ser fuerte así que no tengo de otra, de ser necesario lucharé contra ese patán, de hecho hubo una época en que hacía box, fueron buenos tiempos y bastante útiles aunque supongo que ahorita no me serviría de mucho por mi debilidad, y no quiero acabar con un hueso roto.

Finalmente decido ir, no puede ser tan malo, ¿o sí? Ni modo, sea lo que sea lo enfrentaré, le tengo miedo a Damian, pero puedo con él, si me lo propongo sé que puedo.

Al llegar a la escuela me bajo del coche un tanto temblorosa, con el cabello golpeándome la cara por el viento. Pero como por arte de magia Hunter se acerca a mí y me da un gran abrazo. Hoy antes de salir le mandé un mensaje con la última novedad.

—¿Hora de entrar?

—Claro.

Nos adentramos en el edificio, yo bastante segura, pero aguardando el golpe...

—¡Roxane! —Allí está. —¿cómo pudiste?


—Ey, atrás hombre. —le dice Hunter. —Ella está en todo su derecho.

—Mierdas, ella es mía.

—¡Yo no soy de nadie! ¡Ya no te quiero, entiéndelo!


—¡Tú, perra...!


—¡Cállate! Soy una persona, no me hables así, perra tu madre.

Damian parece a punto de explotar, todo rojo por la rabia, pero de repente, de forma muy extraña, sonríe siniestramente.

—Bueno, parece que me has puesto en libertad, a ver quién te quiere maldito engendro, ¡si es que sobrevives para eso!

Con esas últimas atronadoras palabras se marcha. ¿Que cómo estoy? Aliviada, lo último me mató un poco pero por fin me libré de él, después de tantos años, todo lo que nunca pude hacer, por fin.

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