Cuando por fin toca mi turno estoy más que exaltada, tenía tiempo que no estaba así de emocionada por algo.
—Roxane Mead. —dice la secretaria, le dedico una mirada de felicidad extrema a Davina quien estaba junto a mi y entro en el consultorio.
—Hola Rox, ¿cómo estás?
—Hola doctora Edith, estoy bien.
Su consultorio consta de un escritorio de caoba impecable cubierto por varios papeles acomodados en perfecto orden, la silla roja en que está sentada y otras dos frente a ella, yo me siento en la de la derecha.
—Entonces, ¿quieres el alta lo más pronto posible cierto?
—Sí, me gustaría poder tenerla.
—¿Y consideras que ya estás lista?
—Ya he estado ingresada aquí, y considero que estoy mejor que nunca, debería de estar bien, además Davina está conmigo y creo que con ella a mi lado nada malo puede volver a pasar.
—Bueno, lo platicaremos con el comité del hospital mientras revisamos tus avances y tu registro médico, te prometo que te evaluaremos con total honestidad. ¿Le puedes decir a tu amiga Davina que pase por favor?
—Claro.
Salgo y veo a Davina con una mirada esperanzada, le digo que vaya y yo me voy al cuarto a esperarla.
Extraño mis manos sobre las teclas del piano, mis dedos rozando las cuerdas del bajo o alguna guitarra. También mi voz cantando, esta vez no he querido acercarme a los instrumentos porque me recuerdan demasiado a Kalem y eso me hace perder la compostura. Creo que cuando salga ya no sentiré ese miedo así que la verdad apenas ponga un pie afuera voy a cantar por horas seguidas, hasta que me quede con la voz ronca y ya no pueda seguir.
Fuera de eso estoy confiada, todo el mundo se puede dar cuenta de que juntas, Davina y yo, somos un huracán en el buen sentido.
—¡Roxy! —grita Davina con sus rizos largos color caoba asomando por la puerta.
—¿Qué te dijo?
—Supongo que lo mismo que a ti, que van a hablarlo con el comité.
—Esperemos que nos liberen.
Las dos nos abrazamos en mi cama y nos salimos a la sala para ver un poco de televisión. Más tarde ya en la noche llamo a Davina quien también está despierta pensando:
—¿Crees que tus papás te dejen ir a vivir conmigo?
—Pues no será fácil convencerlos, pero con que les diga que tú eres la razón de mi aumento de peso les caerás bien al instante. Además también pueden platicarlo con la doctora y estoy segura de que se los confirmará.
—Sí, creo que tienes razón. —doy un largo bostezo y Davina ríe.
—Buenas noches, Roxy.
—Buenas noches, Davy.
¡Al día siguiente no podemos creerlo! ¡Nos dieron el alta para dentro de un mes, es muy pronto! Davina y yo reímos y damos saltos mientras nos abrazamos. Ahora solo falta lidiar con los papás de Davina. Pero hasta eso una vez que lo hacemos nos va bastante bien, son una pareja muy amable, de hecho pidieron que cambiáramos la renta a nombre de Roxane Mead y Davina Gier. Ahora ambas somos poseedoras del apartamento y compartiremos los costos.
Y la verdad todo marchaba perfectamente, hacíamos las compras juntas, conseguimos un empleo en una librería, salíamos mucho al cine, leíamos juntas hasta altas horas de la noche y llorábamos juntas viendo anime. Todo era muy divertido, feliz y tranquilo hasta que Davina empezó a verse con un chico, Nash. Apestaba a cigarro, su pelo oscuro y sus calaveras indicaban problemas. Creo que incluso la única razón por la que se iba de parranda era para vender droga. Confronté a Davina muchas veces, pero ella siempre lo defendía. Después yo la consolaba ya que al ver sus ojos era como verme a mí cuando estaba loca por Kalem, no podía reprocharle nada porque sabía exactamente cómo se sentía.
De todos modos no sé cómo Davina no se dio cuenta de en qué se estaba metiendo. Nash era la pimienta en una ensalada, picante y peligroso, pero por mas que hiciera cosas malas Davina lo seguía viendo con ojos de admiración, estaba totalmente poseída por él. Hasta que un día Davina, mi mejor amiga, casi hermana, desapareció sin dejar rastro.
Normalmente siempre la acompañaba cuando salía de fiesta con Nash para cuidarla y para tenerlo vigilado de que no le hiciera nada, pero un día que yo estaba demasiado cansada Davina me convenció de quedarme en casa para dormir. A la mañana siguiente fue cuando descubrí una caja de medicinas en su cajón, eran sedantes de efecto prolongado. Entré en pánico. La llamé mil veces pero siempre la grabación artificial decía lo mismo: este número no existe o no está disponible. Me di por vencida y fui a casa de sus papás tan rápida como un torbellino, después fuimos con la policía. Me preguntaban mil cosas y lo único que yo podía decirles es que me sedó y que se había ido con Nash y al despertar ella no estaba en el apartamento ni respondía a mis llamadas, había desaparecido completamente.
Días más tarde encontraron su cuerpo violado y sin vida en un callejón de un barrio de mala muerte. No pueden imaginarse el dolor que sentí, perder a mi mejor amiga, y saber por lo que había pasado. El mundo otra vez me daba la espalda. Capturaron a Nash con mi ayuda ya que conocía todos los lugares que frecuentaba y me llamaron a testificar. Ahí estoy ahora, viendo cómo hacen el papeleo y entonces salido de la nada lo veo pasar.
Se dejó crecer la barba y el pelo le llega a los hombros en suaves ondas un poco grasientas, tiene cortadas en los brazos y un lado de la cara. Ya lo había empezado a olvidar, pero al volver a verte Kalem, mi corazón no pudo, y todo ese tiempo transcurrido desde nuestra separación se esfumó y yo corrí como una loca hacia él.
Claro que un oficial me detuvo antes de llegar a él pero hice el suficiente alboroto para que Kalem volteara a verme.
—¡Kalem! ¡Suéltenme!
—¡Rox tranquila, quédate tranquila y te dejarán verme!
Hago lo que él dice y los oficiales me llevan a un cuarto para poder conversar con Kalem.
—¿Por qué estás aquí? —es lo primero que me pregunta.
—Algo qué pasó con una amiga, no tengo muchas ganas de hablar de eso.
—Bueno, lo podemos hablar después, ¿cómo has estado?
—Estaba bien, ahora... no lo sé.
Nos quedamos callados un minuto, la emoción de verlo de nuevo me ha dejado sin habla. No sé qué decirle o qué hacer. Nunca rompimos, ¿seguimos juntos o qué somos ahora?
—No me queda mucho tiempo.
—Eso fue lo que me dijiste en el hospital, antes de que te llevaran.
—Tuve que entregar el cuerpo, no había otra manera.
Cuando lo dice así, "el cuerpo", me hace temblar, después de todo Damian era una persona, muy mala, pero pudo haber cambiado de haber obtenido la ayuda que necesitaba.
—¿Cuánto tiempo seguirás aquí?
—Ya no mucho más, de hecho si alguien paga podría tener libertad condicional.
—¿Enserio? Yo puedo hacerlo.
Y caí en su red otra vez, que estúpida. MUY ESTÚPIDA. Pagué, y él se vino a vivir a mi departamento, fue difícil al principio porque ni él ni yo sabíamos que debíamos hacer. Y la verdad es que de nuevo me fue muy mal, de hecho peor que nunca. Él me dejó, una segunda vez.
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Novela JuvenilRoxane es una chica complicada con serios problemas emocionales. Tras la muerte de sus padres quedó a merced de su desorden alimenticio y sus ganas de hacerse daño no hacen mas que crecer. Su ex novio es un patán y los demás hombres de su vida tambi...