Salvada... o Algo Así

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Al despertar siento un aguijonazo de dolor en donde me corté, no sé cómo lograron salvarme, pensé que me iba a morir pero aquí estoy. Abro los ojos y me encuentro con un Kalem al borde de la locura.

—Oh dios Roxane, casi haces que yo me mate, ¿cómo se te ocurrió hacer tal cosa?

—Damian te iba a matar, o tú a él, eso no hubiera sido tan malo pero no podía dejar que cargaras con un peso así. —Kalem sonríe aliviado y entrelaza sus dedos con los míos —Por cierto, ¿dónde está Damian?

—Se largó al ver que tardarías en despertar, dijo que tenía unos asuntos que atender, fue muy bueno que se marchara porque mi control se estaba agotando y yo solo pensaba en estrangularlo.

—Okay, bueno tranquilo ¿sí? Ya se fue, ahora estamos seguros.


—Tienes razón, me dan ganas de vomitar solo de recordar cuando te dijo cariño, como si aún fueras algo para él.

—Pero no lo soy, y jamás lo volveré a ser. Sí, me preocupa que nos esté acosando, así que si sigue haciéndolo simplemente le avisaremos a la policía y quedaremos solos tú y yo, viviendo tranquilos.

—Me gusta cómo suena eso último, mi amada loca novia. 

—¿Loca?

—Roxy, solo alguien fuera de sus cabales haría lo que hiciste, fuiste muy valiente pequeña loca novia mía.

—Te quiero Kalem, más que a ninguna otra cosa.

—Lo sé, yo también te quiero muchísimo. Eres mi mundo entero, no soportaría perderte.

Kalem se levanta de su silla y me da un beso suave en los labios, dejándome con ganas de más, pero por ahora así está bien, debo recuperarme.

Cuando me dan de alta volvemos a nuestro departamento, sí, decidí llamarlo nuestro porque ya casi todas las cosas de Kalem están ahí y ya nunca se va de mi lado. Sin embargo no es exactamente la mejor cosa del mundo cuando tenemos en cuenta que está a punto de hacerme caer. Y justo así sucedió dos semanas después. Una vez más, me doy cuenta de lo estúpida que soy.

Llegaba con las compras del súper, ya que finalmente ambos comíamos de todo. Kalem estaba parado viendo por la ventana y cuando se volteó tenía tal cara de loco que hizo que mi corazón saltara de terror. Se acercó a mí con mi navaja en la mano, presionándola tan fuerte que la sangre comenzaba a escurrir, parecía que estaba poseído.

—Dime que no lo extrañas, dímelo, dime que no quieres ver cómo la sangre escurre de tu brazo hasta formar un charco en el piso. ¡Dímelo!

Yo empecé a llorar, ese no era el Kalem que yo quería, y ahora aquí estoy, mirándolo sin poder decir palabra, ¿qué es lo que le pasa? Parece una persona totalmente diferente, mi Kalem es cariñoso y cuidadoso, todo lo que quiero en un hombre, pero este Kalem sádico hace que mis sentidos se revolucionen y empiece una lucha interna en mi ser. Y entonces el ansia llega golpeándome con una ola, invadiendo mi cuerpo y haciéndome temblar, a punto de romperme en mil pedazos.

Miro la navaja con deseo, ¿qué pasaría si solo me hiciera una cortada? Seamos honestos, no me haría solo una, me llenaría todo lo que pudiera, intentando que el monstruo salga afuera de nuevo.

—Kalem... no debo hacerlo.

—Claro que debes, TIENES QUE HACERLO, escúchame, solo así estarás en paz, solo así podrás ver la verdad. HAZLO.

Me quedo totalmente hipnotizada por sus palabras. Con una mano temblorosa agarro la cuchilla de la mano de Kalem y la acerco a mi piel. Pero antes de cortar miro a mi chico y le digo con nervios:

—Nunca nadie me ha visto hacerlo.

—Tranquila, imagínate que estás sola, o piensa que yo te puedo ayudar en caso de que no puedas seguir.

—Está bien.

Presiono mi piel del antebrazo con la punta filosa y la deslizo con poca fuerza lo cual solo me hace un rasguño.

—Tú puedes.

Lo hago de nuevo aplicando más fuerza en el mismo lugar y grito al ver cómo la sangre empieza a salir, y entonces mi cuerpo se sacude queriendo más, casi como si fuera un vampiro.

—Necesito más. —le digo a Kalem casi ahogándome.

Él toma la navaja y se pone detrás de mí, me abraza y con el brazo libre corta sobre mi piel y yo gimo. Continúa haciendo esto hasta que me llena el brazo y yo lo miro sonriente.

—Gracias.


—No hay de qué.

Ese día en la noche, con Kalem dormido sobre mi pecho solo puedo preguntarme, ¿qué he hecho? ¿Por qué sigo con él? Sin embargo lo miro y siento un gran amor hacia él, tan inmenso que me es imposible pensar en dejarlo, jamás lo haré. No sé si es amor o qué es, pero para mí es real, sea lo que sea.

A la mañana siguiente Kalem está observándome con una cara llena de horror. 

—¿Qué sucede? —le pregunto espantada.

—Yo te hice eso. —dice señalando mi brazo en carne viva. —No entiendo, ¿cómo pude...?

—Hey, tranquilo, no pasa nada, yo quería que lo hicieras. 

—¿Por qué querrías eso? Acéptalo, fue mi culpa.

—Mira Kalem, yo la verdad no te entiendo cuando te pones todo psicópata pero yo en el fondo quiero esto, quiero cortarme de nuevo, quiero adelgazar, quiero volver a mi antiguo yo junto a ti, porque sin ti nada de esto tendría sentido.

—Perdón Roxy, de verdad, perdón.


—No es nada, solo hay que preocuparnos por evadir a Damian. Ese es el verdadero problema.

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