MATRIMONIO CONCERTADO

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Kagami Taiga era como una luz en un noche de desierto.

O eso era lo que continuamente le decía su madre. Ella a pesar de lo que muchas madres; o padres harían, le amaba con locura.


En su comunidad ser un omega era una bendición.

Mas no lo era serlo siendo hombre. Y mucho menos un hombre como el. Alto, cuerpo tonificado y ojos fieros, como brazas que se quemaban por la noche.

Si Kagami se veia al espejo, sin duda se parecia a su padre. Y siendo un omega, eso no estaba bien.

Ya se hacia que no saldría ni en rifa. Y es que el pelirrojo ansiaba casarse, un hombre que lo amara y al cual volver loco, un montón de cachorros por aquí y por alla, corriendo mientras le buscaban emocionados.


La maldición no solo era esa.


Su familia era una de las mas prestigiadas en la comunidad de cambia formas, felinos. Y no cualquier felino.

Tigres.

Su madre era una orgullosa Tigre Malaya y su padre de igual manera, así que les sorprendió ver que su recién nacido cachorro, resultara uno de Bengala, maldición, si ya hasta había sobre pasado a su padre en estatura en su forma cambiada.


Kagami fue educado de la manera mas normal posible, eso si consideraba ser educado en casa. Su padre, pese a que los mas ancianos del clan le decian, jamas penso en sacrificarle.
Porque eso seria lo que tendría que hacer en alguien imperfecto como lo era el.


Así que; por muchos años y hasta la fecha se volvió alguien rebelde.

A pesar de que no era bien visto que un omega hombre hiciera cosas de mujer, Kagami había aprendido.

No solo era él mejor cocinero, si no que también era el mejor bailarín.

La danza del vientre era una tradición que se enseñaba de omega a omega y su madre no perdio tiempo en enseñarle.

Le costo sudor y lagrimas porque vaya; no tenia el cuerpo para moverse con la delicadeza que la danza exigía. Pero lo logro.

La primera vez que bailo frente a alguien mas que no fueran sus padres fue entre tortura; por el miedo a ser rechazado y bendición por puro orgullo.

No fue bien, y no en él aspecto de que lo hiciera mal. No. En ello fue perfecto.

Fue horrible por que a la semana ya tenía 15 propuestas de matrimonio de puros viejos feos y decrépitos. Ancianos pervertidos que nada mas de coraje escupe al suelo con ganas de rasgarse la túnica.
Pero no lo haría, en primera por orgullo y en segunda porque la cosa era carisima y su mamá lo mataría. No gracias, Kagami apreciaba su vida

En fin, a su 22 años y despues de vayase a saber cuantas propuestas de matrimonios rechazados, se encontró con algo inusual al llegar de la tienda de repostería que su padre hacia dos años le había montando.


Y que le iba perfecto por cierto, tanto que tenían ya tres tiendas pero eso era otra historia.


Sus padres, ambos tomados de la mano, con una mirada que pedía perdón a leguas y un papel en la mano.

Mierda, que no se hubieran enterado que se gasto media quincena en un funko de una popular serie japonesa sobre basquet que amaba.


SEMANARIO AOKAGA #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora