Ya había anochecido. El crepúsculo se cernía sobre el bosque en forma de horizonte violáceo, salpicado por algunas nubes de tormenta que en ese momento se alejaban. En la habitación reinaba el más absoluto silencio, apabullante, insoportable incluso. El corazón de Jordan palpitaba como si acabara de galopar a caballo campo a través. Cada minuto que pasaba creyó que iba a desfallecer, pero ahí estaba, desde hacía dos horas, sufriendo como un condenado, mirando a la ventana, intentando distraerse, y después a la puerta, deseando con todas sus fuerzas que el pomo se girara y apareciera Chastity con una respuesta. La incertidumbre era mucho peor que una negativa, estaba convencido. Tras sus palabras, ella se había vestido precipitadamente y había salido de la habitación, dejándolo con la boca abierta. "Cásate conmigo", habían sido las últimos palabras que habían cruzado. La joven no se atrevió a mirarlo, había actuado como si no hubiera habido nadie con ella en el cuarto. No podía dejar de imaginar en cuáles habrían sido los primeros pensamientos de la joven, por qué había reaccionado de esa manera, sin decirle nada, dejándolo solo con semejante desesperación.
Él no se arrepentía de sus palabras, quizá sí de haberlas soltado de sopetón, después de lo que le había contado. Puede que esa situación la hubiera inducido a creer que él actuaba conmovido, por pena. Nada de eso. Jordan no era ningún romántico, nunca lo había sido, y no se veía por nada del mundo hincando la rodilla con un anillo entre sus manos en medio de algún jardín encantador. Aún así, puede que su modo tampoco hubiera sido del todo acertado. ¿Qué piensa una mujer cuando un hombre le pide matrimonio justo después de hacer el amor? La más cínica -y puede que realista- pensaría que el hombre se ve movido por el puro deseo y tan solo quiere una mujer que lo satisfaga en la cama. La más ignorante... quizá que había conseguido enamorarlo con sus atributos y capacidades para complacerlo. Chastity no parecía ninguna de las dos.
Su huída le decía varias cosas: la primera, que la posición de Jordan no era un motivo suficientemente contundente para aceptar. La mayoría de damas que conocían no hubieran titubeado ningún instante, y mucho menos después de haber sido desfloradas. La segunda: que no se lo esperaba, por lo que no tenía ninguna expectativa de que él le pidiera matrimonio por el simple hecho de haberle quitado la castidad. Y tercera, lo que creía se confirmaba: ella no aceptaría una boda solo por el miedo de quedarse soltera.
Puede que Chastity se estuviera preguntando lo mismo. Los motivos de él. Algo sencillo de responder. Quería casarse con ella, se sentía muy bien pensando en que fuera su esposa, y se lo diría si así de claro si se lo preguntaba. Podría haberlo hecho en ese mismo momento, pero algo debió de inquietarla mucho a juzgar por su reacción.
La oscuridad cubrió el cielo por completo, ya no podía ver donde terminaban los árboles y empezaba el cielo. No veía ninguna estrella. Podía escuchar como la taberna se estaba llenando ahí abajo, en unas horas el posadero tendría que sacar a escobazos a algún borracho. Jordan nunca había pasado tanto tiempo en una posada como aquella, pero tampoco pensó en su vida que un sitio así iba a infundirle tanta placidez y tranquilidad. Había horas puntas en que el sitio se llenaba, como estaba siendo el caso en esos momentos, pero había pasado las largas tardes con Chastity, charlando con ella mientras le curaba las heridas; instantes en que Jordan se había olvidado por completo del exterior, y si alguien había roto una vajilla entera un piso más abajo, él ni lo había notado.
¿Qué estaba haciendo en él Chastity? ¿Desde cuando tenía esas ideas tan sentimentales en la cabeza? Constantemente se burlaba de Norfolk por haber renunciado a su vida de libertinaje por una mujer. ¿Y si en realidad no se renunció a nada? O Wiltishire, a quien siempre reprochaba la cantidad de tiempo que pasaba con su esposa, impidiéndole disfrutar. ¿Y si el tiempo que más disfrutaba era el que pasaba con ella?
Ya vestido, decidió salir a tomar el aire. En el pasillo, se acercó a la puerta de Chastity y paró la oreja, pero no se oía nada. Los niños estarían durmiendo, ¿pero ella? Él no podría dormirse ni aunque se tomara todo el jarabe calmante que el doctor le había recetado. Bajó las escaleras de madera que crujieron bajo sus pies y llegó al ajetreado comedor.
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En la cama de un desconocido
RomanceChastity es una joven provinciana que vive por y para sus tres hermanos pequeños, que dependen de ella desde que el cabeza de familia falleciera meses atrás. Deciden abandonar el campo e instalarse en una pequeña casa en la ciudad, dónde comienzan u...