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El camino era bastante largo hacia el lugar de la consulta, aunque he de admitir que el edificio era lindo y la locación ni hablar, parecía un cuadro de esos que exponen en los museos, precioso.

Se encontraba cerca de una playa, desde la sala de espera se podía ver las olas chocar contra las rocas, era agradable.

Recuerdo que en cada consulta aquella sala olía diferente, la primera vez que fui era lavanda, luego rosas, después tenía un leve olor a las míticas galletas que hacen las abuelas para las fiestas, o al menos la mía hacía galletas.

En fin, el viaje valía completamente la pena si podía ver esa escena un par de veces al mes.

La sala dónde me atendieron estaba llena de plantas, cuadros abstractos, pequeñas esculturas, una librería enorme al lado de un gran ventanal desde dónde se podía ver un perfecto atardecer junto a las olas del extenso mar, y frente a el un par de sillones rojo fuego.

Era una explosión de colores.

Ezra, mi psicólogo, siempre me permitía sentarme en el sillón más grande, era bastante cómodo y tenía la mejor vista de todos aquellos a mi parecer.

Él era un hombre agradable, algo excéntrico en algunos sentidos, mediana edad, cabello perfectamente desordenado y en cada consulta servía un té diferente.

Creo, o mas bien, afirmo que tengo una ligera obsesión con los tés después de haber probado tantos junto a él.

Kaoru siempre miraba desde las rocas,
por alguna razón no le gustaba entrar al edificio, madre tampoco alistaba citas para él y eso a mí me hacía sentir ansioso.

¿Yo era el que estaba mal entre los dos?

En las primeras sesiones permanecía callado o dando respuestas muy básicas.

"-si",

"-no",

"-no lo sé."

Pero Ezra siempre se mantuvo paciente, después de todo era su trabajo, y luego de la tercera sesión comenzó a leerme algunos libros de aquella gran estantería.

Eso me divertía, tenía una forma de expresar lo que leía muy característica.

🌹

sᴜ ᴍɪʀᴀᴅᴀ | ʜɪᴛᴀᴄʜɪɪɴ ʜɪᴋᴀʀᴜ¡!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora