sᴜ ᴍɪʀᴀᴅᴀ | ʜɪᴛᴀᴄʜɪɪɴ ʜɪᴋᴀʀᴜ¡!

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Creo que en lo que les he contado sobre mi vida nunca he hablado de mi padre.

Él es un hombre un tanto... ¿Confuso?

No tengo muy claro como definirlo porque, como se habran dado cuenta, no soy muy apegado a él.

Y tampoco es como si él lo fuera a mí.

Y si las cosas son así ¿Por qué les hablo de él ahora?

Pues ya habían pasado 3 meses desde la charla con mi madre en la sala extravagante.

Y ahí me encontraba, entre un gran grupo de personas, la mayoría gente que nunca en mi vida había visto, pero ahí estábamos.

Despidiendo a un ángel.

El funeral no fue para nada como se suelen ver en las películas o series, no hubo lluvia ni nubes que cubrieran el sol.

Fue en un día soleado, con nubes tan blancas como el papel, el césped que rodeaba el lugar del entierro era de un verde muy brillante y hasta pasaban aves por ahí.

Todo estaba lleno de vida en ese lugar, todo menos lo que yo deseaba que lo estuviera.

Cuando ví a mi padre llegar no sentí nada, no lo odiaba por el hecho de estar siempre en viajes o simplemente aislado en su burbuja.

¿Cómo podría odiar a alguien con cierto parecido a mí mismo?

No me causó emoción alguna cuando salió a dar su discurso, tampoco sentí mucha pena al verlo derramar algunas lágrimas mientras hablaba.

Él la amaba, de eso estoy seguro, y ella a él.

Mas yo nunca compartí el sentimiento, siempre fuimos bastante indiferentes el uno con el otro.

Si, desde que se supo lo poco que le quedaba a mi madre en este mundo él vino a vernos, o bueno, a verla.

Ambos estábamos centrados tanto en ella que no nos dimos el tiempo de charlar, en todo momento fuimos como un par de desconocidos.

Un par de desconocidos con un deseo en común.

Ver sonreír a quien pronto se quedaría sin fuerzas para hacerlo.

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