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             Abrí los ojos instada por la tenue luz del sol que se colaba por mi ventana y me di cuenta que no había nadie a mi lado, no pude evitar sentir cierta decepción por ello ni temer a que mi pesadilla se hubiera hecho realidad, pero al escuchar el sonido de la ducha proveniente de mi cuarto de baño sonreí ya que sabía exactamente quien estaba allá duchándose.

                  Sin preocuparme con nada más abracé mis sábanas blancas y las olí, aún olían a sexo, aquél olor me instaba ha pensar en la noche anterior lo que me hacía sonreir, había tenido sexo duro, rudo, salvaje, sexo animal con Jack... Todo aún olía a la faena que habíamos tenido en la noche y a Jack, Antonio Banderas impregnaba todos mis sentido olfativos, ese era él olor que desprendía la piel de Jack y que tanto me fascinaba.

          Miré hacía mi mesita de noche y allí yacía una linda bandeja de plata que tenía una cesta llena de panecillos rellenos con uvas pasas, una rebanada de pastel de chocolate encima de un platito de porcelana fina, hot cakes bañados en jarabe y una humeante taza de café, ese era obviamente el desayuno que nos habrían servido en los hoteles en que se hospedaba Jack y seguramente solo podría haberlo traído del hotel en donde se estaría hospedando.

¿Cómo habría tenido tiempo de traerlo?” Me pregunté obviamente encantada con el gesto.

                   En la bandeja también yacía una rosa junto con una nota perfumada «Para mi bebita berrinchuda», reí como niña tonta y enamorada ¿Quién era Jack Humes? ¿Y cómo lograba convertirme en una total descerebrada? Elevé la rosa hacia mi nariz y me volví ha tumbar en la cama, me sentía en medio de un sueño del cuál no quería despertarme.

         Jack entonces entró a la habitación con solo una toalla amarrada en la cintura y tenía su terso torso empapado y expuesto ante mí, tenía su cabellera negra empapada y eso me hizo morder el labio inferior ¡Sexy y tentador cómo siempre! El al verme despierta sonrió, le devolví la sonrisa con ternura, entonces el se aproximo a mi y se sentó a mi lado solo para depositarme un dulce beso en los labios...

Buenos días, bella durmiente...— Me susurro a milímetros de mis labios.

Buenos días...— Dije en un hilo de voz, mientras seguía perdida en sus bellos ojos celestinos— ¿Es muy tarde...?

No... Aún es temprano...— Me dió otro pico en los labios y en eso se dio cuenta de la rosa que tenía en mi mano- Veo que ya ha estado curioseando el desayuno que le traje...

Aun no comí nada...— Comenté con una sonrisa— Me encantó el detalle...

¿No vas a comer nada?— Preguntó con cierta preocupación y yo negué con la cabeza, tras dejar de resguardar mi desnudez con la sábana.

No, ahora tengo hambre de otra cosa...— Apenas lograba reconocerme al decir algo como aquello, pero la sonrisa perversa de Jack no se hizo esperar ante mi ofrecimiento.

                                         Hicimos el amor con la misma pasión y desenfreno que en la noche, todo tan delicioso, morboso y completamente animal, me encantaba el sexo con Jack, me encantaba aquel placer enloquecedor, me gustaba sentirme perversa y una diosa del erotismo bajo sus manos.... Jack me había convertido en objeto de erotismo y devoción, y me encantaba lo que había hecho conmigo.

               Minutos después del juego ambos comíamos el desayuno que había traído para mi aún acostados en la cama, Jack no dejaba de mirarme y sus manos no dejaban de acariciarme, pegado a mi sin dejar de esparcir besitos tiernos por mi rostro de modo en que parecíamos una verdadera pareja dándose mimos tras hacer el amor y a pesar de estar segura que jamas lo admitiria estar de aquel modo con Jack me hacía feliz.

Juegos de sumisión y placer «¿Quien es Jack Humes?»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora