se despertó, cansada. Echó en falta la sensación del roce del cuerpo de Justin. Buscó un albornoz y lo enroscó en su cuerpo.
- ¿Justin? – lo llamó. Pero nadie contestaba. - ¿Justin?
Buscó por la cocina, por el comedor, por toda la segunda planta. Se rindió. Bajó al patio.
- Oh, joder. – el coche de Justin no estaba. - ¿Qué… *******?
Se lo tendría que haber pensado. Tendría que haberse supuesto que un loco de la cabeza como Justin solo la utilizaría para lo que le venía en gusto y luego la abandonaría. ¿Y qué mejor que esa casa en medio del bosque? A quilómetros del pueblo más cercano, vamos. Y por allí no pasaba nadie. Estaba perdida, prácticamente en medio de la nada. Empezó a tener paranoias en su cabeza, de nuevo, como cuando tenía catorce años, cuando sus padres murieron. O a los diecinueve, cuando sus hermanas se distanciaron de ella. Sus ojos se cristalizaron. ¿Las cosas podrían estar peor? Oh, la verdad es que no.
- ¿Qué haces aquí a fuera? Vas a coger una galipandria. – Ella se giró, con una sonrisa en la boca.
- ¡Me has asustado! ¡*******! – se quejó ________.
- ¿Yo? ¿Por qué?
- Por que al despertar no te he visto ¿quizás? – dijo irónica, y con las lagrimas a punto de salirse de sus parpados.
- Oh… - Justin la abrazó. - ¿es que mi reina tiene que despertarse junto a mi?
- Claro. – susurró, correspondiendo al abrazo.
- Solo fui a comprar unas cosas al supermercado… para el desayuno. – sonrió y besó su cabeza. – Solo eso.
________ suspiró.
- Entiendo que estés escarmentada por lo que pasó en un pasado.
- Es que…
- Sht, no me tienes que contar nada. Lo sé.
- ¿Lo sabes todo?
- De ti, casi todo. – buscó su boca y la besó tiernamente. Terminó con un suave mordisquito en el labio inferior. – Nunca te voy a dejar. Nunca. Debería plantearme yo que fuera al revés.
La cogió en brazos y la llevó al interior de la casa.
- No pienses así, Justin. Solo dame tiempo.
Él la dejó y la miró, directamente a los ojos.
- ¿Quiere decir eso que me das una oportunidad para demostrarte lo mucho que te amo?
- Claro.
- Dios. – la abrazó de nuevo y besó su cuello. – te juro que si ahora me lo permitieras me casaba contigo. - ________ se echo a reír. – Y… joder, y te daba hasta tres hijos.
- Para, para. –dijo _______. – Vayamos paso a paso.
- Si, mejor empezar por que dejes el mier.da bar donde trabajas. – ella agachó la mirada, avergonzada – mereces algo mejor. Buscaré un sitio en mi empresa… ¿si quieres?
- Eh… Justin…
- No te preocupes, tienes tus estudios, yo te puedo enseñar lo necesario para que seas una buena oficinista. Eres bien lista.
__________ se sonrojó.
- Vale… pero mejor no empecemos por ahí… - se acercó a él, susurrándole algo al oído. – mejor empecemos por compartir el amor de madrugada… - suspiró - ¿Por que no te habré encontrado antes?
La piel de Justin se puso de gallina. La cogió de los muslos. Y dicho y hecho… empezaron por ahí. Juntándose de nuevo, haciéndose uno solo, decadente Justin de ________, ________ de Justin. Eran lo que a uno le faltaba o necesitaba. Él la había buscado, la había estado estudiando, hasta el momento en el que no pudo más... debía conseguirla, y ahora, allí la tenía, debajo de su cuerpo, suya, para siempre. Ella creía que sí, que estaban hechos el uno para el otro. Y no sería ella precisamente la que se iría de su lado. Ni mucho menos. Y __________ no se arrepentía que la hubiera secuestrado de aquella manera. No se arrepentía, absolutamente de nada. Por que junto a él, todo era mejor.