8.- Amy

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Capítulo 8

14

Amy Brand estudió en la universidad más prestigiosa de Atlanta a pesar de todos los esfuerzos y sacrificios que le costó, la carrera indicada para lograr su sueño era pedagogía, en la cual, tras un par de años, estudió el posgrado y consiguió también un empleo con buena paga.

Ella soñaba con tener una linda casa, un esposo respetuoso, un par de hijos saludables, vivir en un vecindario tranquilo y tal vez, con un poco de ambición, conseguir un auto lujoso. Pero eso se quedó en un sueño nada más en cuanto conoció a Benjamín en su último año de universidad, cuando él con sus encantos extraños logró enamorarla y pronto vivir juntos, Amy creía que casarse con Benjamín no era una obligación, pero se dio cuenta, tras varios años después y de que la dejara con un hijo y en camino otro, que fue uno de sus errores más graves.

Ella salía puntualmente a las diez de la mañana todos los días, dejaba a sus hijos en la guardería de su trabajo y la pasaba tres o en ocasiones cuatro horas en turno, después, atendía a las familias que tenían cita, al finalizar, recogía a sus pequeños y se dirigía a su casa, compraba algo para la cena y no tenía más pendientes por el resto de su noche.

Esa era su rutina, sin ningún desvió, sin ir a otros sitios, tan solo de su casa al trabajo. Lo único que lo diferenciaba eran sus fines de semanas, los sábados, llevaba a sus pequeños al parque más cercano, hacía que convivieran con otros niños y después regresaba a casa; los domingos, los vestía para asistir a la iglesia de su comunidad y después platicaba con otras madres, pero jamás se reunía afuera con alguien o buscaba en que perder su tiempo.

No tenía amigos de la universidad, no conocía a muchas personas. Amy prefería ser una madre de tiempo completo.

Aquella mañana de martes, nada sería diferente, saldría a las diez en punto, subiría a la pequeña camioneta que aun pagaba y se dirigiría a su empleo. Una rutina que estaba a punto de verse cambiada por una persona que ella no recordaba del todo, pero que en el pasado había conocido y defraudado.

Ashton la vio salir de su casa y cuando ella arrancó, él la siguió no de cerca, recordaba que la había investigado, pero no encontró tanto como esperaba, solamente una dirección, tenía pocas expectativas de lo que fue la vida de Amy, se imaginaba, por los niños que tenía, que se había casado y que ella era quien mantenía su hogar. Lo que Ashton esperaba era ver que Amy se encontrara completamente sola en algún punto de su viaje, pero no fue así, llegó al empleo donde trabajaba ella y se dio cuenta que era un hospital infantil, provocando que saliera y decidiera esperarla, lo hizo durante más de tres horas, pero fue paciente, la vio salir poco antes del anochecer y de nuevo la siguió, de regreso a su casa, la vio bajar del auto y ayudar a uno de los pequeños, después al segundo que estaba más grande pero que ella prefería tomar su mano como si lo guiara. Ashton se sintió confundido ante esa situación y aun así caminó hasta la casa de Amy y tocó un par de veces, esperando tal vez que el esposo de Amy saliera o si tenía suerte, que ella misma lo hiciera.

La sorpresa que se llevó al ver a uno de los niños frente a él no se comparaba con nada, no al notar que el pequeño llevaba un par de lentes no tan oscuros y que sostenía un pequeño bastón blanco con rojo¹. Y es que el niño se veía de unos seis o quizás siete años. Y Ashton sabía a la perfección lo que eso significaba. Así que retrocedió un par de pasos, y justo cuando dio media vuelta arrepintiéndose de lo que había considerado hacer, la voz de Amy lo hizo detenerse.

—¿Buscaba a alguien?

Ashton tragó saliva, se mantuvo inmóvil un par de segundos.

—No, ya no.

Cover Me | CashtonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora