6.- David

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Capítulo 6

11

Greenville, Alabama

Todos los días alguien muere, todos los días en el mundo alguien amanece por última vez y ve a su familia, en cada noticiero muertes se anuncian, o en algunos lados alguna persona encuentra a otra muerta. Eso demuestra que lo único que se garantiza en esta vida es la muerte. Muchas personas lo saben, muchos viven solo para morir. Pero unas cuantas más, tan solo ignoran el hecho de que la muerte esta más cerca de lo que piensan, y eso, resulta en algunas ocasiones, peor.

Miles de noticieros que avisan sobre una nueva pandilla o sobre un nuevo grupo de terroristas, narcotraficantes e incluso de sectas matando gente, que a veces se olvidan de que puede existir una persona que haga lo mismo solo.

La señora Olivia Santos miraba las noticias en su pequeña casa, cada mañana encendía el televisor y escuchaba las noticias, tragedia tras tragedia, sus hijos le decían que no era bueno que se lamentara de tanta desgracia en el mundo, porque después de todo, no podía hacer nada.

Ella había criado a tres hijos, intentado darles lo mejor en aquel lugar, y que tal vez no había hecho un buen trabajo como lo hubiera querido.

David era su adoración, el menor de sus hijos. Olivia no veía las noticias porque le gustara tanta tragedia, sino porque sabía que, en algún momento, el nombre de su hijo sería mencionado, no entendía muy bien lo que David hacía o porque salía todas las noches muy tarde, pero lo que si sabía era que su hijo no era alguien bueno.

—Hola, mamá - él le dijo aquella mañana mientras llenaba su taza de café.

—¿Te irás de nuevo?

—Necesito el dinero- Olivia hizo una mueca y continúo viendo el televisor en donde anunciaban una nueva amenaza, un asesino en serie que ha dejado varios muertos por todo el país-, no te preocupes, llegaré a tiempo para cenar.

—No necesitamos dinero, mijo- ella lo miró suplicante, en realidad no deseaba que David saliera aquel día-, mira lo que pasa en la tele, ¿y si ese hombre...?

—Te lo juro, regresaré - besó su mejilla con dulzura, pero Olivia rápidamente lo abrazó con fuerza.

Lo vio irse en aquel auto que había obtenido un par de años antes. Esa fue la última vez que lo vio, era una mañana resplandeciente y despejada.

12

David estacionó frente a la casa de un tipo llamado "Lil' Ricky", de la guantera de su auto sacó una pistola Colt M1911, que su jefe directo le había proporcionado, no sería la primera vez que mataría a alguien, y tampoco la última, pensó mientras salía cubriéndose el rostro y caminaba hacia la vivienda. Tocó el timbre, sabía perfectamente que el tipo abriría, así que esperó y cuando "Lil' Ricky" salió, David le disparó cuatro veces sin decir palabra alguna o advertir de su presencia. Una vez que terminó, subió a su auto y se fue, condujo hasta legar a un pueblo llamado Huntsville, vería a uno de los hombres del jefe y recibiría el dinero que necesitaba para finalmente cubrir sus deudas de juego.

Esperó por treinta minutos, mirando el atardecer, pensando que tal vez si llegaría un poco tarde para cenar con su madre. Fumaba un cigarrillo justo cuando un auto negro blindado cruzaba con lentitud frente a él, lanzó lo que restaba y sonrió.

Se acercó al auto y se recargó un poco mientras bajaban lentamente la ventanilla del conductor.

—Espero que tengan mi dinero...

El chofer se quitó las gafas oscuras y David retrocedió dos pasos.

—La paga llega siempre tiempo, Santos.

David no pudo decir o hacer algo más, aquel hombre le había rociado gas lacrimógeno, dejándolo ciego un par de minutos. Trató de orientarse mientras buscaba el arma, recordando que estaba en el asiento del copiloto de su auto. Tras unos segundos de confusión, sintió un fuerte golpe en la nuca y quedó inconsciente mientras todo le daba vueltas.

Despertó con las manos amarradas y la boca cubierta con cinta adhesiva, el sudor corría por su cuerpo, la angustia se reflejaba en su mirada y su corazón parecía latir rápido, latido tras latido chocando contra su pecho.

El lugar en donde estaba era extraño, había un fuerte olor a mugre y humedad, también parecía que algo se estuviera pudriendo, pero era tan solo sangre seca que quizás lleva días sin ser limpiada. David intentó buscar una señal de luz y ubicarse, pero nada halló. Se sintió como si estuviera ciego. Y eso le dio más temor aún.

Segundos después escuchó el chirrido de las bisagras de una puerta, giró su rostro repentinamente causándole un dolor leve en el cuello. Emitió gruñidos al escuchar pasos, movió sus piernas atadas, queriendo defenderse de quien sea que estuviera frente a él.

Era consciente de que alguno de sus enemigos lo había encontrado finalmente y que lo harían pagar por todo el daño que causó en el pasado, pero también sabía que se suponía que contaba con protección especial, algo que le ofrecían a todos los que trabajaban con El gran jefe. Era posible que todo fuera una mentira.

—Me tomó unos minutos decidir qué haría contigo... después de todo, la escena con tu madre fue conmovedora. - Habló finalmente su secuestrador. David dejó soltar lágrimas al escuchar eso, gruñó y se movió, temiendo por la vida de ella-. Pero ambos sabemos que estará más feliz si te mato.

David por un momento se calmó al escuchar esa voz que decían esas palabras familiares. Recordaba a la persona a quien le había dicho eso, recordaba los rasgos, el llanto, el dolor que causó de entre tantas personas, había sido imposible no olvidarse de eso.

La luz del foco en la habitación lo cegó por un momento, abrió y cerró los ojos intentando adaptarse, vio los pies de aquel tipo y las manchas de sangre alrededor, los vidrios rotos y una silla abandonada del otro lado del lugar.

Aquel hombre, que había jurado que estaba muerto, se colocó frente a él.

—¿Recuerdas a tus amigos, David? Pronto los volverás a ver.

Le retiró la cinta de la boca con fuerza, David gritó y respiró cansado.

—¿Tus últimas palabras?

—¿Cómo sobrevivieron? Los vimos... nosotros los... vimos.

—Vieron lo que querían ver, fueron inexpertos, unos chicos jugando a ser los asesinos - Ashton negó un par de veces-. El tiempo pasa, y aquel día hice una promesa, que estoy cumpliendo a mi paso.

—Están por descubrirte... la policía te encontrará- David escupió y sonrió de forma socarrona-, no podrás vivir feliz para siempre tú y ese...- no terminó la frase, pues Ashton le soltó un golpe a puño cerrado.

—Si esas son tus últimas palabras, entonces creo que ha sido suficiente. – Le colocó de nuevo la cinta y lo obligo a recostarse.

—No fuiste el peor, David, tú no te merecías tanto como lo que les espera a los demás, pero si tenías una gran boca, tal vez es tiempo de deshacernos de todo lo malo que hay en ti.

Ashton caminó hasta la mochila con sus herramientas, y regresó con una pequeña bolsa que extendió frente a David, en donde se veían diferentes cuchillos y navajas, tomó una muy pequeña y filosa.

La posó frente al rostro de David, la mirada de él estaba llena de pánico y terror, algo que no se podía ocultar, y la cinta en su boca no serviría para protegerlo de lo que le haría Ashton a continuación, ni los gritos que emitía lo salvarían, nadie escucharía su sufrimiento. Nadie acudiría a su rescate.


Cover Me | CashtonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora