Capítulo doce: Un giro inesperado

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Narra Guillermo.

Estoy preocupado.

Hace horas que me encuentro en este mugroso cuarto de hotel esperando que Vegetta se digne a atravesar esa puerta. Me duele todo el cuerpo, por lo que es imposible que pueda movilizarme sin ningún tipo de ayuda. Necesito que sus fuertes brazos rodeen mi cintura con suavidad y de esa manera, poder utilizar su cuerpo a modo de bastón de apoyo.

No entiendo por qué razón salió huyendo como si lo estuvieran persiguiendo, como si no me quisiera cerca de él, o como si estuviera corriendo para evitar algún problema gigante en el que se hubiera metido. Sé que puede estar confundido y que seguramente no sabe cómo controlar los sentimientos que están aflorando desde el fondo de su corazón. Él debe estar acostumbrado a controlar todo y el no hacerlo, debe provocarle gran molestia.

Salgo de mis pensamientos cuando  escucho el ruido proveniente de la puerta y dirijo mi mirada instantáneamente a ese lugar con emoción. Vegetta entra con una maleta y evita dirigirme la mirada. Miro confundido el equipaje entre sus manos y me paralizo cuando observo la falta de expresión en su rostro. Abre con rapidez el seguro y me lanza con fuerza una camisa, un pantalón, ropa interior y unos viejos zapatos.

-Cámbiate rápido, nos vamos- responde con sequedad.

-¿A dónde?-pregunto con confusión.

-Sólo hazlo.

Con extrañeza y lentitud a causa del dolor que todavía está latente en mi cuerpo, sigo sus indicaciones y aunque trato de que me hable al respecto, no consigo que suelte ninguna frase. Me mete en el coche con fuerza y arranca. Mi mirada se posa en la ventana y puedo reconocer las calles de mi ciudad de origen. Miro su rostro con sorpresa cuando bajamos en la estación de policía y tiemblo de terror, al no poder entender nada de lo que está ocurriendo.

Sus brazos me arrastran hacia la salida del vehículo y me ayudan a caminar, por los amplios pasillos. Escucho como lo saludan con respeto varios oficiales, pero no soy capaz de levantar mi mirada del suelo.

¿Qué diablos está pasando?

Las lágrimas empiezan a caer por mi rostro sin que pueda controlarlas. Me siento usado, inútil y desechable. No lo entiendo; no he hecho nada malo como para que quiera deshacerse de mí sin ninguna posibilidad de remendar mis errores. Haría cualquier cosa para que cambie de opinión y me deje estar a su lado para demostrarle todo mi amor y apoyo. Me aferro a su brazo hasta casi hacerle daño, pero la expresión de su cara no cambia en lo más mínimo.

-Aquí lo tienes Frank, lo he encontrado- menciona Vegetta acercándome con suavidad a un oficial que me mira con sorpresa y una leve sonrisa en su rostro.

-Guillermo, me alegra mucho que estés aquí- anuncia con una dulce sonrisa.

Yo simplemente sigo mirando a mi alrededor con miedo y unas ganas de desaparecer y morirme, me llenan por completo.

-Todavía está en shock- susurra mi antiguo captor con una sonrisa de lado- Será mejor que tomes otro momento para interrogarlo.

-¿Cómo lo encontraste?- escuché antes de ser dejado sentado, en un pequeño cuarto oscuro al frente de un escritorio y con un gran espejo en una de sus paredes.

Imagino que se trata de aquellos cuartos de interrogatorio propios de las películas policiales.

No sé cuánto tiempo pasa, pueden ser minutos, horas o semanas, ya he perdido la cuenta y el control de mi propio cuerpo. Mis pensamientos van a mil al no saber qué hacer en este momento. Es tan fácil huir, decir la verdad y poder ser completamente libre.

-Guillermo- dice el oficial  llamado Frank, entrando al lugar con un porte de profesionalidad- Necesito que me cuentes todo lo que te ocurrió desde el momento en que fuiste capturado- explica sentándose en frente de mi y apoyando su rostro en su mentón a modo de reflexión.

-No recuerdo nada- respondo con naturalidad y una sonrisa, al saber que Vegetta se encuentra seguramente al otro lado del espejo.

Si quieres jugar, jugamos.

No te dejaré ganar tan fácil.


Psicópata (Wigetta AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora