Capítulo trece: Durante el interrogatorio

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Narra Samuel.

No me lo puedo creer.

Frank lleva más de treinta minutos tratando de revelar cualquier información esencial que pueda servir para continuar la investigación, pero es completamente inútil. Siento su mirada enfocada en aquella pared falsa, que  es en realidad un espejo, que me permite vigilar cada una de sus acciones. Es como sí tratara de enfocar la mía y me retara con diversión, creyendo que yo jamás sería capaz de adivinar la reacción que iba a tener durante el interrogatorio.

Joder Willy, no podrías estar más lejos de la realidad.

Los seres humanos son demasiado predecibles. Son capaces de sacrificarse, con tal de jamás alejarse de aquella persona que aman y pueden llegar a ser masoquistas, sí eso garantiza que una persona no será capaz de abandonarlos. Todo lo anterior se relaciona con el temor absurdo a estar solos y ser olvidados. Necesitan asegurar que en la última etapa de la vida van a estar con otra compañía más allá de su estúpida mascota.

-Es inútil, tío, no suelta ni media palabra- expresó Frank con un gesto lleno de frustración llegando al otro lado de la sala de interrogatorios.
-Tal vez no recuerda nada- aclaré aburrido fijando la mirada en un papel en blanco y jugando con la pluma entre mis dedos.
-¿Bromeas?- preguntó molesto- Es claro que está ocultando algo…la pregunta aquí es: ¿Por qué?
-Amenazas, miedo, se me ocurren varias razones.
-Ve e inténtalo tú, yo ya estoy agotado- finalizó tomando su abrigo del perchero y dejando la grabadora encima de la mesa.
-¿A dónde vas macho?- cuestiono sorprendido al verlo con deseos de abandonar la sala.
-A tomar el aire, estoy harto e estas cuatro paredes, ojalá tengas más suerte que yo.
-Estoy seguro de ello.

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En aquel cuarto oscuro se podían visualizar una gran cantidad de fotografías y pruebas, que le asegurarían cadena perpetua o pena de muerte. Aunque siendo sincera, preferiría darle de su propia medicina. Según su criterio se merecía la tortura. Que alguien más tomara sus propios cuchillos, mientras los arrastraba con delicadeza sobre su blanca piel y tocaba aquellos puntos necesarios para generar el mayor dolor posible a nivel central.

Vaya ironía.

Cualquier religioso reclamaría que no tiene derecho a juzgar a nadie y que al querer castigarlo con el mismo modus operandi, se convertía en el mismo tipo de persona. Menos mal que hace tiempo dejó de creer en esa basura del juicio final y el karma. No habría un Dios en el cielo, ni una lista, que te asegurara el ingreso al paraíso; según su filosofía, la única forma de conseguir justicia, era en la tierra.

Salió del cuarto luego de revelar las últimas fotografías, en las que se podía ver al oficial, salir de su casa en compañía de un joven de apariencia oriental. Debía aprovechar estos momentos, para lograr colarse a ese lugar y conseguir evidencia que le permitiera probar que había estado viviendo secuestrado por él, durante las últimas semanas.

-¿A dónde vas?- preguntó aquella voz que ingresó al apartamento con un tono de cansancio que aseguraba que no había tenido un gran día.
-Por evidencia- respondió con rapidez besando su mejilla y saliendo por la puerta, antes de que la cerrara desde adentro- ¿Qué tal tú día?
-Pésimo.
-Eso imaginé, nos vemos luego-finalizó desapareciendo de su vista y corriendo para recolectar lo necesario, antes de ser atrapada.

No tenía mucho tiempo para eso.

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Lo besaba con urgencia, deseando transmitir todo el deseo y pasión que le generaba tener aquel pequeño cuerpo bajo el suyo. Sus manos lo recorrían con necesidad acariciando su pecho, muslos y pelvis con el mismo sentimiento. Podía notar cómo el menor se balanceaba sin el menor temor por romper la silla que los sostenía y gemidos salían de su boca, siendo contenidos por los labios del contrario.

Ambos se necesitaban; querían eliminar el espacio que existía entre sus cuerpos y no les importaba en lo más mínimo, el lugar en el que se encontraban, ó que un oficial entrara en cualquier momento, hallando a su superior, con las manos en la maza.

Con las manos sobre la entrepierna del testigo específicamente.

-Vegetta- llamó Willy intentando llamar la atención del hombre que aparentemente amaba.
-¿Mmm?- cuestionó realmente sin interés al estar más preocupado por recorrer su miembro con sus grandes manos.
-¿Podemos ir a casa?
-No irás a mi casa Guillermo- responde sin expresión a punto de posar sus labios sobre su hombría pero siendo detenido por el fuerte empujón del chico, que lo lanzó directamente al suelo.
-¿Cómo que no iré a tu casa?
-Vas a volver a tu vida normal.
-¡NO QUIERO!- gritó con desesperación- Sí no vas a estar conmigo, voy a confesar todo.
-¿Qué?- preguntó molesto e incrédulo, levantando una ceja ante su actitud.

Él era el único que tenía el derecho de amenazar y sorprender a su contraparte. Era él quien siempre tenía el control sobre las acciones de los demás y que podía manipular a su antojo.

Tal vez era hora de recordarle quién mandaba.

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⏰ Última actualización: May 11, 2020 ⏰

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Psicópata (Wigetta AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora