Frasco de Alegría

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Lysandra y Leen

Lysandra y Leen

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El manto nocturno de Irlanda nos arropó y lleno nuestros cuerpos de frescura, las estrellas no eran tan luminosas esa noche,  las cubrían retazos  de nubes,  el alumbrado no era el óptimo tampoco, las calles un poco húmedas, delataban el paso de l...

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El manto nocturno de Irlanda nos arropó y lleno nuestros cuerpos de frescura, las estrellas no eran tan luminosas esa noche,  las cubrían retazos  de nubes,  el alumbrado no era el óptimo tampoco, las calles un poco húmedas, delataban el paso de la lluvia, quedaba en el ambiente una sensación de soledad,  dos pequeñas niñas caminaban  por Grafton Street, estas no se sentían muy inseguras, al parecer no le temían a nada  con lo que  podrían  toparse a esas horas, a pesar de que deberían,  un par de nefilims, nunca podrían estar completamente a salvo, no sabían si un ángel inquisidor podría aparecerse al doblar la esquina.

 Lysa y una rubia muy mona de semblante amable y juguetón, se tomaban de la mano, la pelirroja pateaba constantemente una piedrecilla del camino, intentaba parecer despreocupada aunque su postura no decía lo mismo, sus hombros pesados y rígidos, la manera tan ligera con la que sostenía la mano de la niña, (como si no quisiera sostenerla en realidad)  y esa mirada distante puesta en otra época, eran sólo unos ejemplos de su mentira, obviamente algo le molestaba y no se atrevía a decirlo.

-No quieres estar con nosotros –declaró muy seria la pequeña rubia, para una niña de 11 años y su aspecto delicado, se le notaba firme y poderosa (o lo que podría aparentar una niña de su edad) en ella existía una clara determinación por convencer a la pelirroja de algo.

Lysa se detuvo para poder mirarla directamente a los ojos, era la primera vez que pude leer en su mirada la soledad y un poco de rencor hacia la vida ¿Quién lo diría? Que lo supiera no era lo mismo que verlo, caí  en esos iris verdes suyos  perdiéndome en un viaje de tormentos y dolores.

No soltó la mano de la pequeña y a diferencia de hace unos instantes la sujetaba con fuerza, como si no quisiera dejarla ir nunca, así que supuse cuál sería su respuesta ¿Qué más prueba que ese anhelo casi incontenible?

-No, Leen, no quiero –soltó sin más.

¡Oh Mr. Fate! Me lleve las manos a la cara imitando "EL grito".

Se alejó así, sin dar una sola explicación más, no percibí ni un ápice de culpa de su parte, ni un titubeo a pesar de  que veía como Leen fruncía el ceño herida, ella intentaba con gracia recuperarse de semejante bomba tan... brutalmente honesta.

-¡Un momento! –Mire a Amor -¿estás seguro de que trajiste el frasco correcto?  no veo felicidad, puro dolor.

-Debemos seguir mirando, el frasco se ilumina, significa que estamos en el momento correcto.

Me senté en forma de mariposa, recargando mis codos en las piernas para sujetar mi cara y seguir mirando de cerca, más atenta a los detalles y también para no tener ganas de zarandear a Lysa y obligarla a disculparse con Eileen.

-¿Por qué? –Leen no se rendía -¿Es por... lo que hacemos? ¿Lo que somos?

-No, eso me parece muy interesante en realidad –no pensaba agregar nada más y a mí ya me estaba dando algo –planeo irme hoy mismo.

Leen al escuchar semejante declaración la tomó por lo hombros delicadamente en un intento de detenerla e intentar convencerla, Lysa, sencillamente se deshizo del contacto agresivamente, dando pasos hacia atrás, en un pequeño trastabilleo que tuvo, terminó atrapada en medio de una fuente tipo geiser, en seguida supimos que le temía al agua, intentaba salir pero en su desesperación sólo avanzaba hacia el siguiente saliente en chorro.

Leen la tomó de la mano para sacarla, esta se tiró al piso envolviendo sus piernas con los brazos, comenzó a mecerse rápidamente para intentar calmarse, Leen se acercó, ofreciéndole consuelo y esta sonrió en el momento que la pelirroja no la rechazó tal y como creyó que sucedería.

-Gracias -todos pudimos ver su vulnerabilidad, ese gracias no implicaba únicamente el rescate, sino la calidez que Leen le estaba proporcionando y con esto sus defensas se desquebrajaron, dejando claras las necesidades de afecto, la niña ruda no era más que una máscara.

-No pasa nada, aquí estoy –Lysa hundió su rostro en el pecho de Leen, ocultando unas lágrimas que peligrosamente pedían salir.

-No me gusta que sepan a qué le tengo miedo, papá también insistía en eso... pero mamá, ella siempre me abrazaba, así como tú ahora. -Confesó.

-Yo puedo abrazarte todo lo que quieras – sonrió sinceramente buscando su rostro.

-No –se revolvió entre sus brazos –No quiero tener algo que amar y enseguida me lo arrebaten.

Ambas se quedaron en silencio, Lysa ya había hablado de más y Leen finalmente entendía el motivo de sus negativas.

-Papí, dice que algún día todo se acaba y se pierde, que es mejor disfrutar lo mucho o poco que se puede tener justo ahora –Se hizo una pausa mientras las dos intentaban comprender el significado verdadero y adulto de aquella frase –Lysa, ya no tienes a tu familia pero nosotros te ofrecemos una nueva, no estarías sola, ¿No es eso mejor que vivir vagando por tener miedo a perder?

-¿De qué hablas? ¡Yo no tengo miedo! Yo.. –cerró la boca en cuanto comprendió que no se encontraba en la mejor posición para negarlo.

--Nos cuidaremos entre nosotras –Leen buscó alrededor algo que le pudiese servir hasta que cerca había una jardinera y buscó una vara pequeña –Luchare por ti.

Enseguida la blandió como si se tratara de una espada arremetiendo contra el chorro de agua de la fuente, ambas comenzaron a reír. Leen al escuchar su reacción regresó a su lado.

–Pero no podré hacerlo si te vas y tú no podrías luchar también por mí.

Partió la vara en dos, ofreciéndole una, Lysa se lo pensó por un par de minutos sopesando lo que significaría tomar lo que le ofrecían, hasta que finalmente comprendió que si quería una familia, si quería ser parte de lo que Leen y su padre le prometían, deseaba alguien en quien apoyarse, ansiaba pertenecer a algún lugar, quería amar, quería un hogar.

Tomó la vara, Leen tiró de ella ayudando a ponerla en pie, ambas compartieron sonrisas cómplices, volviendo a las fuentes del piso , se armó de valor antes de seguir a la rubia, se convirtieron en caballeros valerosos y  cortando el agua con la vara se aferró a la idea de que no podía pasarle nada junto a ella, que sus miedos no eran tan terribles si los compartía; se tomaron de las manos nuevamente.

Comenzaron a jugar, mojarse, revolotear de aquí para allá, giraron sobre su propio eje hasta que ninguna de las dos podía mantener el equilibro, continuando  un buen rato.

Irremediablemente se me iluminó el rostro y sonreí como la loca que soy, entendí porque  este en especifico superaba a cualquier otro de sus recuerdos, junto aquella rubia dejó de sentirse perdida, tuvo un nuevo inicio esperanzador.

N.d.A

Tengo que explicar que este es un fragmento de otro relato que escribí con otros de mis personajes que no están en el rol y es quien precisamente esta relatando la escena, no son relevantes para enteder, sin embargo Leen le pertenece a  adriana Ramírez y me ha permitido escribir esto con mucho love.  

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