Capitulo 58

346 37 4
                                    

Luego de torturarme casi toda la noche en pensar cómo podía matar al maldito que daño a Saeng, termine por rendirme en mis sueños. Ni siquiera conocía al susodicho, era estúpido querer matar a alguien y ni siquiera saber de su existencia.

Por la mañana me puse ropa deportiva y me preparé para salir a correr. Estuve aproximadamente unas dos horas haciendo ejercicio. Cuando volví a casa, me acerqué a la cocina y tome un gran vaso de agua, sentí como la ropa de adhería a mi cuerpo debido al sudor, hice una mueca molesto. Tendría que darme una ducha antes de ver a Jae para seguir organizando el viaje, y debíamos aprovechar ya que era fin de semana.
Camine a mi cuarto, pero cuando abrí la puerta definitivamente no estaba preparado para lo que había dentro.

Saeng estaba sentado sobre mi sillón. Dirigió su mirada a mi cuando entre. Estaba algo serio, esa escena era demasiado irreal, sentí que estaba en un sueño del que no quería despertar.

-¿Young Saeng?- mi corazón se agito al decir su nombre de nuevo, sentí como ahora mi habitación estaba inundada de su aroma fresco, mire al rededor como si fuera a encontrar que era lo que hacía en mi cuarto.

-Hola- mordió sutilmente su labio y se puso de pie, camino cual felino hacia mi, yo di un paso atrás, estaba algo aturdido por su presencia- ¿Ahora te doy miedo?- dijo levantando una ceja y con un ligero tono burlón.

-No- aclare mi garganta y me removí algo incomodo- Es... solo que no se que haces aquí y como entraste- me miro e inclino un poco la cabeza, estaba a un paso de mi.

-Lo siento, no debí entrar así ¿cierto? Pero es que no podía arriesgarme a que alguien me viera- soltó una sonrisa traviesa, yo solo asentí como si entendiera esa casi mística aparición en mi casa.

¿Que hacia aquí? ¿Acaso volvería conmigo?

-¿Como estás?- trate de que mi voz sonora lo más tranquila posible y que no reflejara las ganas que tenia de lanzarme sobre él y besarlo; me gire y me dirigí al closet, tenía que cambiarme la camisa o algo, pero cuando estaba a punto de tomar una playera limpia, sentí unos brazos rodear mi cuerpo, me detuve en seco y me quede en silencio.

-Estoy triste- dijo con su voz demasiado pesada, sentí que algo me presionaba el pecho y recordé que acababa de terminar con su novio; unos segundos después sentí como sus brazos se pegaban aún más a mi.

-¿Por qué?- pregunte algo dudoso, pero inmediatamente me arrepentí, no estaba seguro de querer saber la respuesta.

Saeng no respondió, pero lo que hizo no era lo que esperaba.
Sigilosamente metió su mano dentro de mi playera húmeda, mi piel se erizó al sentir sus suaves manos, lentamente y sin decir nada teniéndome aún de espaldas, subió mi playera hasta quitármela de encima, en ese momento me gire y lo mire a los ojos, hable algo nervioso.

-¿Que estás haciendo?- me sonrío juguetonamente y se acercó a mis labios.

-¿Tu que crees?- sin decir nada más, me beso, no tuvo que intentarlo dos veces, mi cuerpo reaccionó por si solo, respondí a su beso y sentí que estaba bendecido por dios, probar esos labios de nuevo solo podrían ser un regalo.

Sentí como las manos de Saeng exploraban mi pecho, no pensaba en nada en ese momento solo quería sentir más y más.
Se despegó de mis labios y sin mirarme se inclino un poco y pasó la punta de su lengua por mi cuello.

-Te quiero dentro de mi- susurro en mi oído.

¿Acaso estaba soñando? Ya me había pasado antes, pero siempre algo me sacaba del paraíso, pero ahora no podía ser así. Todo se sentía tan real, esas palabras hicieron que mi corazón explotara. Tome a Saeng de las caderas, él me miro de nuevo y aproveche ese momento para besarlo una vez más, dimos unos cuantos pasos y lo tumbe sobre la cama. Me puse sobre él y seguí besándolo un poco más. Sueño o no, tenia que disfrutarlo mientras pudiera.
Con mis manos explore rápidamente todo aquello que había extrañado, al instante comencé a desnudarlo. Él no decía nada, sentía como su pecho se agitaba rápidamente por su respiración, soltó algunos gemidos cerca de mi oído que me dieron aún más energía. Cuando estuvo desnudo, noté que el tiempo si había cambiado a mi conejito, pero solo lo había puesto más hermoso, me di unos segundos para admirarlo, lo que provocó que Saeng se sonrojara.

-¿Que haces?- preguntó tímido, yo sonreí y negué.

-Nada- respondí algo agitado y me lancé sobre él, lamí cada parte de su cuerpo, marque su cuello y su pecho, él también exploró mi cuerpo, mordió y tocó cuanto quiso, el cuarto se convirtió en el único testigo de ese capítulo erótico entre los dos.

Nose cuanto tiempo pasó ni cuantas veces lo hicimos, pero ambos terminamos agotados. Luego de escuchar gemidos y respiraciones agitadas el silencio nos envolvió. Saeng se quedó desnudo dormido sobre mi pecho.
En ese momento fue cuando me puse a pensar... ¿Que es lo que hacía en mi casa en realidad? ¿Todo estaba bien?
Estaba sumergido en mis pensamientos mientras sentía su cuerpo cálido y ligero sobre el mío, cuando un celular tirado en el suelo comenzó a soñar. Rápidamente aunque algo cauteloso me quite a Saeng de encima, no quería que lo despertara, estaba demasiado relajado, tome el celular y mire como se removía un poco y volvía a dormir plácidamente.
Mire la pantalla, Chen, no lo pensé y solo tome la llamada. Iba a decir algo pero la persona al otro lado del teléfono no me dejó hacerlo y solo soltó las palabras rápidamente.

-Bebe... cariño, perdóname, lo que dije esta mañana no era verdad. Escucha, vuelve a casa ¿si? Estoy preocupado- suspiro algo angustiado- Ya lo pensé y lo mejor es que volvamos juntos a New York ¿que te parece? Prometo consentirte en todo y no besarte si tú no lo quieres, se un buen niño y vuelve a mis brazos ¿si? Te quiero- un pequeño silencio, yo no dije nada, solo apreté el teléfono en mi mano y aún seguía en mi oído- ¿Príncipe? ¿Saengie? ¿Saeng?- ese era el momento; colgué la llamada y parado frente a mi cama mire a mi chiquillo durmiendo plácidamente en mi cama.

-Saeng... ¿que diablos está pasando?- dije en un susurro y talle mi rostro frustrado mientras la voz del tipo al otro lado del teléfono retumbaba en mi cabeza una y otra vez.

El Profesor Kim Donde viven las historias. Descúbrelo ahora