Segunda Lección

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La hora del almuerzo la habían pasado durante las últimas dos semanas, metidos en el salón abandonado del sótano. Siempre terminaban con los labios rojos e inchados, algunas veces la corbata de Krist había quedado sujeta a su cuello pero sin la camisa, otras veces la corbata del mayor terminaba en el suelo junto a su camisa. Llevaban ya dos semanas repasando la lección uno, Singto ansiaba pasar a la lección y lo había intentado un par de veces.

Mientras se besaban, algunas veces, Krist pasaba sus manos sutilmente sobre el trasero del mayor apretando la carne suave con sus dedos, cuando lo hacía el mayor emitía un gemido grave que volvía loco al menor; otras veces era Singto quien se aventuraba a acariciar sobre la tela el miembro de Krist, logrando que este se derritiera en sus brazos. Los dos deseaban recorrer el camino completo hasta poseer al otro, pero tenían dos problemas: el primero, los dos querían poseer al otro, ninguno planeaba someterse; el segundo problema, Krist quería una relación seria, quería amor y no solo sexo, y Singto, bueno el no quería comprometerse, ya tenía su vida planeada, las relación es serias vendrían cuando terminará su carrera.

-P'Singto... Para... No... - Krist trataba de alejar al mayor, de alguna manera Singto había logrado quitarle los pantalones, su camisa estaba completamente abierta y, para no mentir estaban tan exitados que sus cuerpos empezaban a lubricar, el mayor lo tenía atrapado entre el muro y su cuerpo, sus largos dedos urgaban delicadamente en su interior.

-N'Krist ¿por qué? Tu también lo deseas - Singto presionaba sus miembros uno contra otro.

Como pudo el menor se escapó de sus brazos empezando a vestirse de nuevo.

-¿Quieres saber por qué? - su pecho se elevaba ajitadamente - por qué quiero que mi primera vez sea por amor no por calentura, y no quiero que sea en un lugar polvoriento. P' quiero un novio no un amante.

-N'Krist, eres tu quien me ha rechazado mil veces.

-no has sido tantas, y te rechazo por que no eres serio con lo que dices, siempre quieres que sea yo quien se someta, y eso no va a pasar- Krist salió del salón aventando todo a su paso, dejando atrás a un Singto furioso y frustrado.

-¿todos los donceles son así? - Singto murmuró mientras atendía su ereccion en la soledad de aquel salón.

-tu eres igual que yo, bastardo! - Krist cerro la puerta con fuerza, sus ojos estaban rojos por aquello que escucho, había regresado al salón a buscar su mochila.

Reprobado. Singto había reprobado por primera vez.

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