Una nación llena de discordia, un pueblo ansioso y rebelde, una tropa de asesinos llamados militares, un ambiente intoxicado, un trono suplicando un nuevo y digno amo, un rey con una corona que no era perteneciente de él. La ley era, que no había leyes, no había orden, no había algo a lo cual sostenerse, no había respeto en el reino.
La malicia, el odio, la discordia, el sufrimiento y la ira; era lo que describía aquel lugar tan tóxico, inhabitable y peligroso.
El rey se encontraba sentado en el trono sosteniendo un cáliz dorado con piedras preciosas, contenía un líquido transparente de lo cual se llamaba agua sagrada. Su corona irradiaba luz que dejaba ciego a cualquiera que estuviese a poca distancia de esta. El rey indigno se encontró gozoso de su reinado, de su triunfo, la felicidad de maldad rebosaba en su facies. Este reía con afán al ver a su pueblo pidiendo piedad, clamando paz y armonía. Las personas se torcían del hambre, se desmayaban por la sed, se enfermaban por falta de medicamentos, lloraban por familiares asesinados. El ambiente podía oler a sangre, podía oler a miedo, olía a rabia.
—Sigan clamando piedad, Malditas cucarachas. Ustedes necesitan de mi, no yo de ustedes.
Todo se volvió cada vez más ininteligible, cada cosa que lograba ver se tornaba borroso como una neblina gruesa colándose en mis ojos impidiendo que mi vista sea clara. La oscuridad comenzó a invadir mi alrededor haciéndome entender que estaba dormida. Sentí como mi rostro se tornaba cada vez más caliente e incluso hinchado, sentí como mis labios apreciaban un hilo de aire frío gracias a la corta distancia que había entre ellos haciendo que estos estuvieran resecos. Una pequeña parte de mi se sentía agotada, como si hubiera caminado un desierto por horas, incluso hasta podría decir que una oleada de camellos caminó por mi cuerpo.
—Se está despertando.
Comencé a escuchar la voz de un chico que cada vez se hacía mas claro y entendí que provenía de Odiel.
Abrí mis ojos con normalidad y lo primero que mis ojos lograron ver, fue la expresión recaída de Odiel, recorrí su cuerpo con mi mirada para asegurarme de que estuviera en buenas condiciones pero, fue lo que mas me preocupó al darme cuenta que no fue un mal sueño, que ellos habían ido a cumplir una misión sin mi persona, que habían sufrido y posiblemente fracasado en ello. Su cuerpo se veía agotado y lastimado llenándome de angustia y rabia, ¿por qué carajos no estuve para protegerlos? "¡Tenía que escaparme a culminar la estúpida misión que cancelaron!". Culpa era lo que sentía al ver a mi compañero en tan mal estado, aunque su cabello estuviese bien peinado y se viera recién duchado, no perdía el aspecto de haber tenido un mal día. Esbozó una cálida pero dolorosa sonrisa haciendo que sus hoyuelos salgan a la luz.
Hice el intento de levantar mi cuerpo para poder sentarme puesto que la debilidad estaba presente en mi cuerpo; cubriendome igual que un manto. Sin embargo logré mi objetivo, con dificultad pero lo hice.
—¿Cómo te sientes? —la voz dulce de Avril hizo que mi mirada se encontrara con la de ella haciendo que una expresión de horror saliera a flote.
En ciertas partes de su rostro los moretones y costras eran lo que mas resaltaban en ella. Frunci el ceño, pero no por confusión, fue la rabia e impotencia que sentí al pensar que hasta la vida les hubiera costado.
Varias escenas crueles cruzaron por mi cabeza y hasta retorcidas podría decir. Comencé a sentir culpabilidad de no haber hecho algo al respecto, de quedarme en la zona A sin hacer algo importante —o por lo menos para mi no lo era—. oponerme a las ordenes de Sarb, era lo primero que debí de hacer sin excepción alguna y así no hubiese ocurrido lo que está sucediendo, no hubiera ningún herido.
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Cristal (entre dioses) Pgp2023
Ciencia FicciónCristal, tiene el gran deber de proteger a los ciudadanos de su nación con la ayuda de sus compañeros, los guardianes. Cada uno tiene una habilidad digna de un guerrero, pero, Cristal es una de las pocas personas en el mundo que tuvo el privilegio...