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           (+) part v.

  
  

No recuerdo como llegamos a la habitación, ni a mi cama, porque he dejado de pensar y me estoy dejando llevar por tus besos que me embriagan, me engatusa y ahoga la razón. Nos estamos comiendo la boca con tanta hambre mientras tus manos buscan retomar su trabajo anterior; el desvestirme. Terminaste de desabotonar la camisa de mi pijama, dejando a tu merced la piel de mi torso y te has quedado observándome, recorres mi anatomía con tu mirada y me avergüenzo, porque jamás me he considerado lo suficientemente atractivo y temo no gustarte; mis mejillas se han tornado de un color carmín y me muerdo los labios mirando hacia otro lado, pero te escucho suspirar y murmurar: “eres hermoso”.

No viniste por mí.
Viniste por mi cuerpo.

Mis párpados descienden y disfruto de esos hormigueos que me provocas con cada beso que me das, tus labios son la gloria ¿te lo he dicho, mi amor? Un beso, una mordida, una succión, uno tras otro, marcas cada rincón de mi piel haciéndome delirar y desear por más, un deseo en extremo notorio que libero en cada jadeo y gemido, sobretodo, mi piel erizada es la clara evidencia de todo lo que tú provocas en mí.

Soy un estúpido, soy débil.

El calor me está consumiendo, mi sangre hierve y se acomoda ahí, abajo, en mi intimidad. Tengo una erección y entre jadeos te pido que me toques, pero ignoras mis peticiones porque deseas un juego previo antes de hacerlo, porque te gusta escuchar que suplique por ti. Acaricias la piel de mi pelvis con tus dientes, me sofoco por la sensación electrizante y te gusta el espectáculo que te estoy brindando, porque tus ojos tratan de estar pendiente de cada una de mis expresiones.

Mi liberas de mis últimas prendas, me dejas desnudo ante a ti y sé que mis mejillas arden un rojo vivo, pero esta vez no desvío mi mirada y anhelo mirar cada movimiento tuyo, pero tus prendas no me permiten admirar tu trabajado cuerpo, por lo que antes de un siguiente movimiento, te desprendo de aquella estorboso playera y lo dejo caer en el piso junto a las otras prendas. Quiero seguir desnudándote, pero cuando mis manos, temblorosas, abren el botón de tu pantalón, me detienes porque no quieres seguir perdiendo tiempo.

Tu boca, joder, tu boca es exquisitamente caliente y deliciosa que me llevan a la puerta del paraíso. Chupas mi glande, lames toda la extensión de mi erección y yo me aferro a las sabanas gimiendo, rogando por más y esta vez cumples mi petición, porque introduces mi hombría en el interior de boca y yo solo arqueo la espalda por todo el placer que me brindas, pero sé que no se compara a lo que vendrá después, aún así, lo disfruto.

Abandonas mi erección y te miro mordiéndome los labios en señal de protesta, por lo que liberas una suave risa con burla—. Nadie te ha tocado después de mí ¿no? —es una afirmación, porque tú sabes muy bien que no permito que nadie más me toque; solo tú mi amor, solo tú mi amado JungKook. Mis ojos están enfocado en ti, observando la forma como humedeces tres de tus largos dedos y siento mi esfínter palpitar, porque lo que vendrá. Vuelves a meter mi miembro en tu boca para chuparlo y distraerme mientras tu índice se hunde lentamente en mi entrada causándome incomodidad al principio, pero mientras más lo mueves de adentro hacia afuera, ese incomodidad se disipa.

Un segundo dedo ha invadido mi interior, dilatando así cada vez mi entrada, por lo que en el tercer dedo ya no siento más que placer. Muevo mi cadera y trato de auto-penetrarme con el deseo sentirte más profundo, más no es suficiente para saciar mi sed de ti, ni tú de mí. Tus dedos abandonan mi cavidad anal y solo continúas atendiendo mi entrepierna hasta que llego a mi primer orgasmo, llenando tu boca de mi viscoso semen y te lo tragas mostrándote una ladina sonrisa después.

—¿Estás listo, hyung? —preguntas de manera ronca, un tono que no augura nada bueno por lo que retengo el aliento y solo miro como tú mismo te desnudas frente a mí. No puedo dejar de mirar tu imponente miembro, tan erecto, tan duro, rosado y venoso que mi boca se hace agua por solo desearlo. Abro mis piernas en una clara invitación para que me tomes y eso haces, te acomodos en medio de mi muslos y veo como sujetas el base de tu pene para alinear tu glande contra mi anillo muscular. Me estremezco ante el contacto y me pides relajarme, por lo que trato de hacerlo y sin dejar de verme, te fundes en mi interior.

—Dios… tan grande… —logro farfullar cuando te abres paso entre mis estrechas paredes y estas mismas resienten tu invasión, porque siento como palpita mi interior y me quejo por el dolor. No miento, eres endemoniadamente grande. Dejas besos en mi cuello, en mi mentón para distraerme y lo consigues al besarme. Mis dedos se hunden en tu amplia espalda y araño tu piel con mis cortas uñas cuando realizas el primer vaivén, uno lento, pero fuerte.

La habitación se ha llenado de gemidos y jadeos de los dos, prácticamente estoy gritando de placer cuando tu pene golpea ese punto dulce en mi interior que me hacen ver las estrellas y que también, me hace sentir completamente tuyo. Cada embestida me reclama y recuerda que te pertenezco, incluso me lo repites entre jadeos, porque no deseas dejarme ir, porque me deseas únicamente para ti y quieres que me lo grabe en la cabeza, en mi piel y en mi alma ¿por qué eres tan egoísta? Tu brazo derecho sujeta mi cintura para mantener mi trasero elevado mientras que tu mano libre me masturba para que ambos lleguemos al orgasmo juntos.

—Eres mío —susurras en mi oído en la última estocada y llenas mi interior con tú cálido (viscoso) semen y esa sensación en mi interior en suficiente para eyacular en tu mano liberando un gutural gemido. Sales de mi interior tras recuperar el aliento, pero no te acuestas a mi lado para abrazarme, solo buscas tus ropas para poder vestirte luego de limpiarte y me prometes que vendrás mañana, sin embargo, lo dudo, dudo que me busques por que ya obtuviste lo que querías de mí: mi cuerpo.

Te conozco, solo me buscarás cuando se te antoje ¿acaso no te importa lo que siento por ti?

egoistic {junghope}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora