Su nombre era Teki.
Pero ese no era su nombre real y ella no sabía cuál era, simplemente porque nadie se lo dijo. Acaso esos extraños símbolos que tenía en el brazo tendrían algo que ver, pero en ese entonces tampoco le importaba, porque no sabía qué era un código de barras.
Lo único que le interesaba antes de los tiempos malos, era jugar con su dueña. Recordaba la primera vez que se conocieron, una cálida tarde de verano. Cuando vio a esa carita de ojos cafés y boca risueña, algo en su interior le dijo que cosas buenas le pasarían; no sabía cuales pero daba por hecho que pasarían.
Los días se la pasaban en jugar y jugar. Correr por la casa y el jardín, jugar a las escondidas o a las traes, Teki adoraba cualquier juego donde fuera necesario moverse rápido. Pero los días pasaban, y con ello los cambios ocurrían. Un día la niña dejó de jugar con ella en las mañanas, ya que siempre el hombre mayor se la llevaba a algún lugar, no sabía a donde y ella no lo entendía. Cada vez que la niña se iba, la mujer mayor le ponía a Teki un lazo en el cuello y la llevaba a una caja metálica con barras donde la dejaba con comida y agua. Se quedaba sentada muchas horas, esperando... ¿qué esperaba? No lo sabía y ni lo comprendía, sólo quería correr de nuevo con la niña.
Después de un tiempo la niña llegaba y sin tardarse más abría la puerta de la caja y sacaba a Teki. Entonces las dos disfrutaban de horas de juego, aunque solían parar a cierta hora, cuando afuera de la gran cosa ya se veía negro. Entonces Teki era llevada a la caja de metal y la niña se iba junto con las personas grandes a algún lugar, y no los veía de nuevo sino cuando afuera de la cosa grande ya había luz.
A veces la niña no podía jugar porque estaba sentada en una mesa, con unos objetos grandes y cuadrados. Tomaba otros objetos más delgados y alargados como palitos, y con ellos hacia algo que a Teki le comenzó a gustar; una punta la frotaba sobre un objeto cuadrado y dejaba una marca que según moviera la niña su mano dejaba otras marcas diferentes y misteriosas; Teki quiso hacer lo mismo.
Un día, cuando la niña estaba haciendo esas marcas Teki se aproximó, tomó uno de los objetos largos y se lo mostró a la niña.
-¿Eso? Se llama "lápiz" –dijo la niña.
Teki miró atentamente eso, ahora sabía cómo se llamaba; "lápiz".
La niña le acercó otro objeto, era cuadrado y muy delgado, más delgada que un cabello.
-Ten –dijo la niña- esto es papel, dibuja en él.
Teki miró a la niña confundida. Pareciera que con esa expresión confundida le dijera "¿hacer qué cosa?"
La niña entendió el gesto que hizo su mascota así que tomó la mano de Teki en la que tenía el lápiz y acercó la punta al papel, entonces movió la mano para que viera como se hacen dibujos; Teki observó esto muy emocionada. Y cuando la niña retiró su mano Teki comenzó a hacer rayas, círculos y cualquier cosa que se le ocurriera por sí sola.
Una vez, mientras Teki hacia dibujos junto a la niña, la mujer grande se acercó y vio uno de los papeles.
-¿Tu hiciste estos garabatos? –preguntó la señora.
-No mami, los hizo Teki –respondió la niña.
La mujer observó atentamente a la mascota mientras esta se entretenía haciendo sus trazos.
-Oh, bueno, no importa –dijo la mujer dejando el papel y marchándose.
El tiempo seguía su marcha y con este más cambios llegaron. Uno de los que más confundió a Teki era que la niña ya no jugaba con ella, sino que otras niñas llegaban a la cosa grande. Por un momento Teki se emocionaba ante la idea de poder jugar con otras niñas y cuando todo el grupo se reunía ella siempre se les unía; pero las chicas solamente se le quedaban mirando de forma extraña.
-Oye, ¿esa es tu mascota? –dijo una de las niñas.
-Si –contestaba con pena su dueña.
-Si no fuera por esas orejas, diría que es otra niña –dijo otra de las chicas.
-¿En verdad son sólo mascotas? Mi primo tiene una también, y dice que es muy lista, incluso habla.
-¿¡Habla!? –dijeron a coro todas.
-¿Y la tuya habla, Susy?
Pero la niña solamente tomó de la mano a Teki y se la llevó consigo, la encerró en la caja de metal y se fue. Ahora aprendió algo más, que la niña se llamaba Susy, y que Teki era una mascota.
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Neo-Humanos
Science FictionTeki vive cómodamente como la mascota de una niña humana. Es feliz con el simple hecho de poder jugar todos los días con su ama sin importar que en las noches la metan en una jaula y le den comida como un animal cualquiera. Pero un día descubre un...