3 - Callejera

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Había tenido suficiente. Desde que tuvo conciencia de su persona comprendió que había vivido como un esclavo; con un collar en el cuello y viviendo en una jaula, y ahora que el esclavo se quería igualar a los amos iba a ser eliminado. Teki no sabía que significaba la expresión "ponerla a dormir", pero una extraña sensación le decía que no debía esperar ese sueño del que tal vez no despertaría. Ahora estaba sola caminando por los callejones. En la noche antes de escaparse tomó una de las mochilas de Susy y en ella metió algo de comida humana. Como era de la misma estatura que su dueña se vistió con algunas de sus ropas además que llevaba algunas prendas en la mochila.

Estaba sola y en mundo completamente extraño. Aunque caminaba por zonas no muy transitadas eso no disminuía su estado de alerta. Cada vez que escuchaba algún ruido o creía ver movimiento rápidamente se escondía en algún recoveco y no salía hasta que estaba bien segura que no había peligro. Y su miedo no era exagerado ya que de vez en cuando aparecían humanos; ya fuera gente que usaba los callejones como atajos o aquellos con aspecto peligroso a los cuales Teki creía prudente evitar.

Cada vez que pasaba junto a un callejón que desembocaba en la calle principal veía un atisbo de lo que era el mundo humano. Gente que iba y venía usando ropas estrafalarias que vagamente recordaban a los antiguos atuendos de la Tierra. Era un mundo brillante y sonante, pero también hostil hacia aquellos que no fueran calificados como humanos. Teki veía como los neo-humanos –palabra que tanto odiaba su antiguo dueño-, eran llevados con una correa por sus respectivos amos, vistiendo ropas llamativas que de seguro no fueron escogidos por ellos. Ella podía ver muchas caras en sus congéneres; muchas de indiferencia, otras de apatía y tristeza, y unas pocas de rebeldía. A veces veía como algunas "mascotas" se negaban a seguir caminando y se detenían mientras tironeaban de sus correas, provocando que sus dueños las jalaran para obligarlos a caminar e incluso los golpeaban; Teki se sentía feliz de haber escapado a ese destino, aunque se sintió mal por sus compañeros en infortunio.

Cuando iba a seguir su camino escuchó el ruido de una conmoción y fue testigo de una escena que le impactó. Un neo-humano estaba menos cooperativo que de costumbre y se negaba rotundamente a seguir a su dueño, este jaló su correa con fuerza y cuando tuvo a su macota cerca descargó un puño sobre su cabeza. Pero lo que nunca imaginó fue que su mascota atrapó el brazo y le dio un potente mordisco, provocando que soltara su correa y al verse libre el neo-humano salió corriendo. Teki se quedó boquiabierta.

"¡Así se hace!" –pensó muy alegre.

Después de caminar muchas horas logró encontrar un refugio que parecía seguro; un viejo almacén. Observando las paredes Teki encontró una rendija por la cual se metió, se arrastró unos metros y logró estar dentro del lugar. El almacén estaba lleno de cajas; algunas estaban apiladas y otras acomodadas en estantes. Ahora comprendía el uso que le podía dar a sus orejas felinas; escuchó atentamente para detectar alguna posible amenaza aunque después de un rato no escuchó nada. Buscó un sitio que fuera cómodo y que estuviera oculto. Cuando lo encontró se acomodó bien y descansó largo y tendido.

Por las noches salía dejando la seguridad del almacén y se dedicaba a buscar comida. No iba y rebuscaba en la basura, sino que inspeccionaba bien las casas cercanas o los negocios, y sí el seguro no estaba echado, era "visitado" por Teki. Aunque para su consternación, casi siempre encontraba las puertas bien cerradas; a veces muchas de ellas bien vigiladas por un sistema de seguridad automático o algún neo-humano todavía fiel a sus amos humanos. Pero aquellas puertas que no estuvieran bien seguras eran invadidas por Teki, la cual procuraba llevarse sólo lo que podía cargar. Muy pronto descubrió que no era la única que salía en busca de comida.

Grupitos de neo-humanos callejeros también salían en busca de alimento, y para el enojo de Teki, casi siempre se comportaban como los humanos. Había peleas entre grupos rivales, si un neo-humano solitario era encontrado por un grupo este tenía que "regalarles" la comida que llevaba a cambio de salir ileso. En fin, naturaleza humana, por muy irónico que sonara.

Neo-HumanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora