4 - Oscuridad

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Miró a su alrededor y vio al anciano atravesado por una de las vigas del techo; pero aún estaba consciente. Teki corrió en su auxilio.

-No... es inútil –dijo el señor con voz entrecortada, esforzándose por respirar-, de esta no me salvo, la guerra ya comenzó y no creo que vaya a terminar pronto. Vete, sálvate, huye; escóndete donde mejor puedas... e intenta sobrevivir, para que seas testigo de la caída de la humanidad.

Metió una mano en el bolsillo y sacó un objeto rectangular, era un poco grueso y parecía estar hecho de plástico.

-Ten –y se lo dio con una mano temblorosa-, espero que te sea más útil a ti que a mí, ahora ¡vete!

Teki tomó lo que le daban pero se negaba a irse, quería quedarse con el moribundo anciano. Pero este tuvo que gritarle un áspero "¡largo!" para que por fin le hiciera caso.

Rápidamente buscó la rendija y se escabulló por ella. Justo cuando salió del almacén una segunda explosión terminó por destruirlo. Afuera se dio cuenta que el mundo estaba en caos. Había explosiones por todas partes; ya sea como en el suelo y en el aire. Arriba enjambres de naves estelares se atacaban con ráfagas de láser que a veces impactaban el suelo.

Teki salió corriendo hacia la avenida principal donde se encontró con soldados peleando entre sí. El suelo estaba manchado de sangre y restos de cuerpos calcinados. Grandes máquinas de guerra destruían edificios y a otras máquinas, era el caos total.

No tuvo más opción que correr, buscar desesperadamente un refugio donde ocultarse a esperar que pasara todo, si es que llegaba a terminar.

Mientras corría escuchaba las sirenas de alarma, explosiones, los gritos de dolor de los soldados al morir y el fuerte estruendo de los vehículos en movimiento. Entonces vio algo que la aterró más; un vehículo que tenía neo-humanos capturados. Al parecer los encargados de transportarlos los dejaron abandonados y corrieron por sus vidas. Teki quiso acercarse para darles ayuda pero una explosión destruyó parte de un edificio cercano y los escombros cayeron sobre los infortunados seres cuyos gritos de terror fueron silenciados para siempre. Al ver que no podía hacer más siguió corriendo.

Pero ella no era la única que corría asustada. Muchos civiles también huían desesperados buscando algún refugio. Los importantes hombres de negocios, las mujeres vestidas a la última moda; todos aquellos ávidos consumidores habían sido atrapados por la guerra y ahora no tenían donde escapar aunque lo intentaban. Algunos neo-humanos, ya sin dueño, huían también presas del mismo pánico.

Mientras corría Teki no dejaba de buscar desesperadamente algún lugar donde esconderse, cuando de pronto sintió que el suelo desaparecía debajo de sus pies y se precipitaba hasta caer en medio de agua. Se dio cuenta que estaba en el cráter hecho por una bomba que dejó al descubierto una alcantarilla.

Sin darle mucha importancia donde estaba, siguió corriendo en dirección de la alcantarilla que se introducía en el subsuelo de la ciudad.

Giró en muchos recodos, corrió varios tramos más y bajó muchas escaleras –pero nunca tomaba las que subían-, hasta que quedó completamente perdida. Cuando creyó que estaba segura se tendió en el suelo y descansó, pero no se pudo relajar por completo ya que a pesar de estar tan profundo el tremor de las explosiones llegaban cimbrando las paredes y el techo del túnel. De vez en cuando pequeños trozos de concreto caían al suelo.

Por prudencia se levantó y siguió avanzando en medio de la oscuridad del túnel, aunque su vista felina le permitía ver en las sombras.

Habían pasado muchas horas desde que entró en el sistema de alcantarillas, pero el estremecimiento aún seguía, signo de que la batalla continuaba en la superficie. Hasta ahora no sabía entre quienes era la guerra, ni a que colonia pertenecían los ejércitos que combatían, pero no le importaba mucho. Que los humanos tontos se mataran por la excusa que mejor les pareciera, con tal de que a ella y a los de su especie no les afectara. Pero muy a su pesar se dio cuenta que no importara lo que hicieran los humanos, todos los seres que vivían en el planeta estaban expuestos a sus caprichos. Entonces recordó al anciano, el único ser humano que la había tratado bien. Recordaba el tiempo cuando el viejo se tomaba la molestia en revisar sus ejercicios de matemáticas; en corregirla y aconsejarla, o las breves lecciones de historia humana que le daba. Había tantas cosas que quería aprender que solamente deseaba que la guerra jamás hubiera sucedido y que el señor aun siguiera enseñándole. Ahora el futuro era incierto ¿acabaría alguna vez la guerra? Y si terminaba ¿quedaría algo del mundo de afuera digno de ser conservado? Por lo mientras no tenía respuesta y esperaba que si alguna vez la tenía esta fuera esperanzadora, o eso quería creer.

Neo-HumanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora