Capitulo 7

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El lugar era precioso. Debía admitirlo. Y estaba arreglado tal y 
como su padre había indicado. Lujosísimo. Todo con el mayor 
precio posible. Luces, pasteles, arreglos, flores. Las cámaras y
prensa de todo tipo habían asistido a los preámbulos de la boda.
Todo sería perfecto. Único. Único para cualquiera que no fuera 
ella. Y en uno de los programas de televisión que Dulce más 
odiaba, estaban transmitiéndolo todo. Observó a los invitados 
llegar…

Apagó la televisión.

Chris observó la mansión. Dios… tantos recuerdos. Muchísimos. 
Se le venía a la mente la primera vez que la había visto. La vez 
en la que la había secuestrado. Observó su balcón. La luz estaba
encendida. Ella estaba ahí…

Su padre le había dicho que la limusina llegaría por ella en menos 
de quince minutos. Estaba lista. Completamente cambiada y 
maquillada. Tenía una trenza Espiga que le daba hasta la curva 
que había en su espalda. El vestido era pequeño y no tan elegante
como todo lo demás, al menos eso lo había podido escoger ella.

Alguien entró a su habitación.

HOMBRE: Todo está listo -dijo el coordinador- la prensa está en el 
lugar desde las siete y media, la limusina vendrá por ti a los ocho 
y llegarás a las ocho y quince minutos. Haces la entrada, la que 
practicamos ¿Ok? Y entras al…

No quería esto. Que pesadilla.

HOMBRE: ¿Me has oído? -le preguntó

Y subió por el mismo árbol de hace más de un año. Llegando al mismo
balcón por donde había entrado. El balcón del padre de Dulce. Abrió las
mamparas para poder entrar.

DULCE: Sí -contestó ella, y se volteó sin darle importancia. El 
coordinador apuntó un par de cosas más y salió de la habitación. 
Cerró la puerta-

Dulce se quedó callada, mirándose al espejo. ¿Cuándo es que había 
pasado todo esto?

 Un hombre calvo y de más de cuarenta salió de la habitación de Dulce.

Chris se escondió en la oscuridad. Esperó a que bajara. Así lo hizo. Y él 
siguió avanzando. Buscándola. Recordando la primera vez que se había 
enamorado de ella, desde el primer segundo… cuando hoyó su voz por el 
teléfono, le había gustado… ella…toda ella…

No se podía creer que de pronto estaba apunto de casarse. De ser otra. 
De compartir su vida con alguien que nunca quizo. De pasar el resto de 
su vida con él. De dejar de ser libre. De tener una vida formal y estú.pida 
que acabaría por convertirla en una anciana de cincuenta años llena de 
joyas y sin nada que contar. Se vio al espejo de nuevo. ¿Por qué lo había
permitido? Y sí… también se hizo otra pregunta… ¿Por qué había dejado 
a Chris? ¿Por qué…? Si él era el único que la hacía feliz. Si con él los 
defectos no importaban. Si con él no le importaba ser ella misma, con 
errores, sin errores, con tonterías… solo ser ella. Entonces cerró los ojos. 
No podía llorar o el maquillaje se le correría. Tocó su cabello, envuelto en 
aquella trenza… y desesperada… se la quitó. Desenvolviéndola con dureza, 
su cabello quedó suelto y ondeado, se miró de nuevo al espejo… tomo un 
pequeño pañuelo que se encontraba tendido sobre su cama y se lo pasó 
por el rostro, quitándose el maquillaje, quedando natural. Se quitó la cadena
de oro con fuerza, y los aretes de perla los dejó caer al suelo. Los tacones 
blancos desparecieron de sus pies. Y quiso llorar. Y esta vez ya podía. Y 
abrió las mamparas de su habitación. Que bonita noche. Pero no para ella… 
no… ella prefería morir. O estar en cualquier parte. Y siempre era así. Bueno,
esta vez quería que en verdad el lugar en donde estuviera fuera para 
siempre. Se adentró a su pequeño balcón, cogiendo las barandas que lo 
encerraban, subió a una de ella, sintiéndose más grande, y observó a los 
autos bajo ella, a las personas comunes, pero que a diferencia de ella 
algunos si podían ser felices. Y subió otro escalón más. Y sentía el aire su
rostro. Moviéndole el cabello. ¿Por qué no podía sentirse así siempre? Tal 
vez a partir de ahora lo haría… soltó sus manos de las barandas, sus pies 
eran lo único que sostenían las riendas de su vida ahora. Aquella que ella 
quería perder. Y se balanceó. Y no le importaba. No tenía razón para nada. 
O tal vez sí… sí la tenía, y esa razón estaba justo detrás de ella.

UCKER: ¿Qué haces? -susurró él, cogiéndola de la cintura por detrás, con 
todas sus fuerzas. Dulce abrió los ojos. Los brazos de un hombre la abrazan 
desde atrás, sin permitirle caer. Reconocía esa voz. Respiró hondo y volteó 
su rostro hacia atrás-

DULCE: Chris....

Secuestrada Seduceme Vondy IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora