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"Detrás de tus ojos solo hay sombra que no deja ver la pureza de tu alma"

Lágrimas nostálgicas recorrían las mejillas de la mujer sentada en aquel sofá, su apariencia era de una mujer de 57 años, pero la realidad era que no tenía mas de 36, las arduas noches de desveló y llanto sumado a las largas horas de trabajo la hacían verse tan demacrada, su hijo, su único hijo era un consumidor de drogas, un irrespetuoso, violento bandolero, una de las peores personas para sus ojos.

En sus manos tenía un álbum de fotos, donde apreciaba a su bello hijo, con sus ojos marrones destellando brillos de felicidad y sueños, en la siguiente páginas estaba el chico de grandes ojeras, pircing en su labio inferior, ropa olgada de color negro y sonrisa sarcástica.

Habían demasiados problemas en su relación madre he hijo que se sentía asfixiada en un huracán de desesperación.

Necesitaba a un ángel que la ayudase a ella y ayudase a su hijo, porque aún creía en que el amor podía contra todo y esa era la mayor de sus equivocaciones, el amor no cura el cáncer, el amor no acaba con el hambre, el amor no puede hacer que dos pueblos en guerra firmen un contrato de paz y el amor no podía hacer que un chico drogadicto dejará sus vicios, simplemente el amor no lo podía todo.

Las maldiciones que Joel lanzaba se podían escuchar a dos cuadras, maldiciendo a todo aquel que se le atravesará, el ruido del bote de basura siendo golpeado una y otras vez por el adolescente causó que su cuerpo se estremeciese; quizás había ingerido cocaína hoy. No debía enfrentarlo y sin embargo lo haría.

—¿Qué horas son estas Joel?— reprochó cruzando sus brazos sobre su regazo.

El joven rizado sonrió con arrogancia —Deberías dejar de arruinar mis noches y aprovechar tu tiempo buscando a alguien que te de una buena follada, porque al parecer la estas necesitando— chasqueo su lengua divertido.

Su madre le propinó una fuerte cachetada, con el rostro hirviendo del coraje —¡Respetame Joel!— ordenó.

Respirando con dificultad, sintiendo la furia fluir por sus venas, levanto su mano al instante respondiendo al golpe de su madre.

—¡Perra!— mascullo entre dientes, la mujer calló de bruces al suelo soltando un chillido de dolor, tembló y retrocedió buscando un lugar seguro donde refugiarse.

—Me das lastima, arrastrándose como un gusano— rió sarcástico, paso por su lado dándole una patada al sillón, riéndose nuevamente por los temblores de su progenitora.

Cuando el rizado desapareció de su vista liberó su llanto, sintiéndose horrorizada por los actos de su hijo.

[🐇]

—¡Mierda Zabdiel! solo dame la puta droga— Ordena Joel impactando su puño en él concreto.

—Calmate de una puta vez— resopla —Joel esta es mi droga y tienes que pagarla, no me importa si te conozco desde que estamos en él colegio, mercancía es mercancía— habla duramente.

Joel tira de su cabello abriendo mas la herida que hizo en su mano dejando derramar sangre de esta.

—Necesito de tu puta droga— sus pupilas se menean de un lado a otro desesperado por sentirse en calma.

Zabdiel resopla fastidiado.

—Bien te daré la droga y a cambio necesitó que golpees a un tipo no dio su parte de la mercancía y quiero que reciba una lección, si piensa que puede venir y robarme esta muy equivocado.

Joel lo observa estirando su mano aceptando.

—¿Donde lo encuentro?— pregunta recibiendo uno de los cigarrillos ya preparados.

—Vive en un vecindario cercano su nombre es Erick Colón—

Joel da unas cuantas caladas para subir a su moto, conduciendo a gran velocidad hasta la casa de Erick.

[🐇]

Joel estaciona fuera del edificio de Erick, esta en mal estado con ratas hurgando en la basura pero está demasiado drogado para tomarle importancia.

Sube las escaleras hasta el tercer piso temblando por la marihuana en su sistema.

Toca la puerta con demasiada fuerza, escucha el ruido varias cosas callendose de adentro.

—Sal de ahí pequeña rata— vocifera apretando la mandíbula.

Espera un par de minutos y la puerta se abre lentamente, el pequeño cuerpo del chico frente a él temblando lo hace sonreír.

—No me golpees, perdí el dinero nunca antes le había fallado a Zabdiel, reuniré todo el dinero para pagarle— su voz suena temblorosa y un tanto quebrada.

El rizado juega con el piercing en su boca sonriendo por lo patético que se ve el chico.

—No es mi asunto, Zabdiel me dijo que te golpeara por droga ¿Que me darás tu por no golpearte?— pregunta acorralando al menor en la puerta.

—¿Qué?— susurra.

—Ya me escuchaste, ¿Cuál es tu oferta?

escribiendoporno

Carroña ||Joerick||Terminada||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora