En medio de una demanda

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Era una simple caminata. Saldría de prisión finalmente y terminaría donde sabía que lo haría. La fiscalía.

Los días fueron increíblemente ligeros, todo gracias a una mujer pelirroja y su promesa. Pasó un mes y esa promesa se desojaba como los árboles. También fueron responsables todos los que aprovechaban para recordarle sus manos manchadas de sangre.

Pero como era de esperar la humedad del otoño y las hojas rojizas lo retorcieron duramente. Sería la última vez que la luz del sol lo calentaría. La gente a través del cristal era algo que nunca apreció antes, quizás también era porque no podría caminar tranquilamente por las calles hasta quien sabía cuándo.

El sueño terminó cuando las tranquilas personas se fueron y las hienas aparecieron. Luces, gritos y golpes al cristal de la patrulla.

Marcando un antes y después la puerta se abrió en frente de la fiscalía...

"Un día más"

Solo un día más y al menos tendría silencio. Los reporteros tomaban fotos y gritaban preguntas al hombre que estaba por recibir una sentencia merecida. Las esposas que llevaba estaban siendo cubiertas por un abrigo que fue llevado por una amiga de la mujer pelirroja.

Y aunque estaba aceptando su destino al caminar a la gran puerta de la fiscalía, no había mucho que le preocupará ahora... Pudo ver a su hermano después de tantos años, pero no mentiría si describiera ese momento como incomodo, media década los había distanciado después de todo... Taka había vivido parte del sueño al vivir en Tokio y eso no lo cambiaría por nada, abandonaría Saitama nuevamente de ser necesario. Quedarse como mentiroso en su ciudad natal... O ser el victimario que es hoy.

"Vamos a empezar, tomen asiento. Señor Suwa, suba al estrado."

"Si"

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"Que dirían los padres de un pediatra que fuma" El doctor esperaba en el estacionamiento del hospital a que el cigarrillo se consumiera. Últimamente el estrés lo estaba agobiando y llegar a ese punto resultaba triste. Triste como cuando tuvo que dar diagnósticos de cáncer o cuando un niño se ahogó porque no pudo sacar a tiempo la canica en su garganta... O cuando se enteró de la muerte de Conan Edogawa. Su archivo electrónico había sido cambiado esa mañana. Un doctor estadounidense certificaba el deceso en circunstancias de fallo cardiaco. Lo había tratado tantas veces que... Que recordaba las cicatrices que marcaban su cuerpo. Una bala en el abdomen, cortes en la cabeza, manos... Una bala en su brazo izquierdo. También cuando se torció el tobillo... Tres veces... Descartes de contusiones, raspones... ¡Demonios, hasta tenía guardado un letrero grabado para su próxima visita!

"¿Es el doctor Eito verdad?"

"No estoy en guardia, tampoco hay consultas externas por hoy ... Disculpe"

"Es una lastimas entonces" Eito no se inmutó cuando el sujeto le agarró fuertemente el hombro. "¿Quién es usted?"

Un piquete en su garganta resultó aterrador para el médico, fue rápido, sentir algo frio entrando a su cuerpo y lento el intuir que habría sido.

Los brazos se alguien reduciéndolo solo aumentaron el temor.

"¡Suéltenme!" Pero solo una sonrisa se iluminaba mientras todo su mundo se tornaba gris.

"Súbelo atrás"

"Si, jefe"

Aquel hombre de cabellos platinados se tomó su tiempo buscando el teléfono del doctor, le facilitó en gran medida que este tuviera reconocimiento dactilar, mandó algunos mensajes y miró por el retrovisor el actuar de su compañero. El sonido de un mensaje exigió toda su atención, el remitente no era más que Rum y tenía la intención de marcar el lugar al que llevarían el paquete de la cajuela.

La mentira que trajo consigo la tragedia -The lie that brought tragedyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora