capítulo I

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Mi padre es el CEO de una compañía multimillonaria, al ser yo su único hijo, soy el heredero de esta famosa corporación.

Pero eso ahora me daba igual, me había enfadado con mi padre por culpa de esa mujer aprovechada que él llamaba "novia". Estoy harto de las mujeres, todas son iguales. Estaba tan enfadado, que cogí mi coche sin darme cuenta; lo arranqué y pisé a fondo.

Y aquí estoy ahora, en medio de la carretera con miedo, digamos que no conduzco excepcionalmente bien.
Sigo todo el tramo de carretera y cambio de segunda a tercera marcha.

Cada segundo que pasa temo más por mi vida.

Estoy desesperado, no quiero seguir conduciendo, debería pedir un taxi. Examiné mis bolsillos, y en efecto, estaban vacíos. Hice memoria y recordé que estaba en mi apartamento.

No me queda otra que pedir ayuda a los plebeyos.
Bajé de mi coche, o como yo lo llamaba: «trasto del infierno» y cerré para que no lo robaran, me guardé las llaves en el bolsillo interior de la chaqueta y caminé hasta la gente.

Pero, hay una persona que me llama especialmente la atención. Él tenía una larga coleta blanca con brillos plateados, estaba de espaldas a mí, y ... Estaba un poco escaso de ropa.
—Disculpe— le dije para llamar su atención
—¿Si?— se giró y contestó. Guau, tenía una bonita cara, su piel era blanca como la leche y tenía los ojos de un color carmesí, hechizantes, como dos rubíes que miraban hacia mí.
—Em... Quería preguntarle si me podría ayudar con mi coche— Dije yo intentando que sonara como si fuera una petición que pasa todos los días.
—Por supuesto, ¿Que problema tiene?— dijo él. Con un tono... ¿Coqueto? No sé cómo describirlo.
—Sígueme, es por aquí— le guíe hasta donde había aparcado mi coche. Él iba detrás de mí, me daba la impresión de que me estaba mirando muy fijamente. Por el rabillo del ojo,ví que quería decir algo, ya que abrió la boca, pero no sé atrevió.
—¿Que quiere decirme?— fuí directo al grano, lo cual sorprendió al de cabellos blancos como la nieve de invierno.
— Oh, nada... Es solo que... ¿Yo te conozco de algo?— me preguntó él. Eso es obvio.
—Seguro que me has visto, soy el heredero de una compañía muy famosa, mi nombre es Jumin han.— dije yo con expresión tranquila. No me importaba revelar mi nombre, total, todo el mundo ya sabe cómo me llamo. Él puso cara de sorpresa. Creo que ya sabe quién soy.
—¿No me digas que eres el Jumin Han que sale en la revistas?— dijo el con tono de incredulidad.
—No se, no leo las revistas donde publican mi cara, no sé ni qué dicen de mí.—dije ya llegando a ese trasto del infierno.
—Y,-dijo el cambiando de tema- en que te puedo ayudar con... ¿¡Tu Lamborghini!?— dijo sorprendido
—Me gustaría que condujeses por mí, a esta dirección -le entregué un papel- no me gusta conducir por mí mismo. Por supuesto, te pagaré, pero al llegar a mi destino, ya que me he dejado la cartera en esa misma dirección que te he dado.— dije con cara de póker.
— Em... Está bien.— dijo dudoso, supongo que sonaría extraño lo que le acabo de comentar.
Le dí las llaves y me senté en el sitio del copiloto. El tomó el volante, arrancó y salió del aparcamiento.
—Tienes un muy buen coche, pilla las curvas como si fueran raíles.— dijo el rompiendo el silencio.
— Una pena que no lo pueda aprovechar al máximo— dije yo, conozco mis propios límites, conducir no es lo mío.
—¿Cuál es tu nombre?— pregunté, le quise preguntar eso desde el principio.
—¿Eh?— supongo que la pregunta le tomó por sorpresa.
—Yo ya te he dicho mi nombre, ahora yo quiero saber el tuyo.— dije sin darle mucha importancia.
—Mi nombre... Es Zen, a secas.— interesante respuesta.
—¿A qué te dedicas?— pregunté, era una de las preguntas más normales del mundo, pero la expresión de «Zen» había cambiado de una seria a una de preocupación.
—Yo... Soy... Em... No me juzgues si te lo digo— dijo el un poco avergonzado
—No te juzgaré— dije serio, ¿Que tan malo podía ser?
—soy una especie de prostituta, pero para gente homosexual.— dijo él.
—Vaya, yo creía que trabajabas de modelo o de actor...— dije sinceramente.
—me gustaría, pero... No pude estudiar bien, por lo tanto tengo una formación muy pobre... Y ahora me valgo de mi cuerpo para poder sobrevivir... Sé que es triste.
A mí tampoco me gusta este trabajo.— dijo él como si me leyera la mente.

Pretty ZenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora