capítulo 6

1.7K 168 102
                                    

—Por cierto ¿Que leías antes de que llegara a casa?— Habló el de pelo azabache en el asiento de atrás del coche junto a Zen.

—Mmmm... Pues, la verdad es que es uno de mis libros favoritos,es de piratas. Se titula " No hay destino que valga " y trata sobre un chico que, perdido en su miseria, decide tomar un mal camino en su vida. Sin embargo esta cambia cuando el barco del cual era propietario junto a su amigo es abordado por piratas, y con ello, el y su amigo son tomados como prisioneros en la propia embarcación pirata.— Dijo el de cabellos blancos sonriendo un poco, ya que se emocionó por contar la trama de el tan especial libro para el.—Sin embargo, el protagonista con el paso de los días, de forma inconsciente se fija en el capitán y finalmente termina enamorándose de él.—Continuó Zen, aún con la sonrisa plasmada en su rostro.

—¿Te gustan los libros de romance?— Preguntó Jumin, con ligera sorpresa.

—La verdad es que me gusta leer esos libros, me gusta ver cómo dos personajes desarrollan vínculos tan fuertes entre ellos. Es... Un sentimiento que yo no he tenido la suerte de experimentar hasta ahora.—Habló Zen, confesando su inexperiencia en el campo romántico.

–Permíteme cambiar eso,entonces.– Habló Jumin para sí mismo y giró su cabeza nuevamente hacia la ventanilla trasera, zanjando así la conversación con Zen.

Minutos después, se encontraban en una espaciosa construcción con el nombre de "macro mall", el centro comercial más grande --y famoso-- de la ciudad.

Zen nunca había estado allí, básicamente por la gran distancia entre donde vivía y el sitio comercial en concreto; cosa que no le diría al de ojos oscuros.

—Jumin, he de advertirte que no tengo mucho dinero... Pero si ouedo pagar algo lo haré.—Afirmó el de ojos claros, clavando éstos mismos en los del de cabellos opacos.

—No te preocupes por eso, yo pagaré todo por hoy. Tómalo como tu día de suerte o algo parecido. Hoy podrás comprar todo lo que te apetezca.—Contestó Jumin, haciendo un especial énfasis en la palabra "todo".

—Está bien, no puedo rechazar esa oferta... ¿Pero me acompañarás en todo momento, no?—Enunció el de larga cabellera de inmediato. La cuestión es que Zen tenía miedo a perderse en esa gran extensión de tiendas repartidas por los interminables pasillos.

—No podría decirte que no ni aunque quisiera.—Respondió Jumin por lo bajo.

—¿Qué?—Preguntó el de piel perfecta al no enterarse de lo que dijo el contrario

—Que vamos.—Dijo Jumin de forma seca mientras agarraba del brazo a Zen, empujándolo hacia quién-sabe-qué tienda, y también ocultándole al de ojos escarlata el ligero rubor que había invadido sus mejillas.

Al entrar en la tienda, lo primero que vieron fue a la la dependienta, con una falsa -que pretendía ser una amable- sonrisa.

—Bienvenidos ¿Están buscando algo en concreto?— Dijo la dependienta con intención de ayudar a los clientes potenciales.

—¿Esta es la tienda de Gucci?— Dijo Zen dirigiéndose a Jumin, con una notable sorpresa.

—Está usted en lo cierto.—Dijo la dependienta de forma risueña.

Más risueña de lo que le hubiera gustado aJumin.

Muchas gracias por su atención, pero podemos atendernos entre nosotros, gracias.—Habló Jumin hacia la dependienta, que con un "como desee" se retiró hacia detrás del mostrador de nuevo.

—Eh... ¿No has sido... un poco...?—Zen no terminó de hablar pues fue interrumpido.

—No, diga lo que le diga ella será amable. Los dependientes de marcas famosas solo nos ven como clientes, no como apoyos para sus marcas. Bien ¿Ya le has echado el ojo a algo? Yo creo que este jersey te quedaría bien...— Jumin habló al mismo tiempo que se dirigía a las estanterías de la tienda, buscando y sacando ropa para el de sonrisa encantadora.

—La verdad es que es bonito, me lo llevaré al probador.— Dijo Zen con el jersey entre sus esbeltas manos.

—Espera, quiero llevar también estos pantalones y esta camisa. Tengo la sensación de que te quedarán de lujo.— Dijo Jumin agarrando dichas prendas y dirigiéndose a los probadores con Zen.



Mientras el muchacho de ojos rojizos se probaba la ropa, Jumin esperaba en el sillón de espera. No había nadie más que ellos en la tienda.

—¿Qué tal me queda?¿me veo bien?— Dijo Zen saliendo del probador haciendo una pose de "modelo" ante Jumin, el cual estalló en carcajadas.

—Te lo has puesto mal, tonto.— Dijo Jumin levantándose del pequeño sillón encaminándose al de cabellos albinos.

—¿De verdad?—Dijo Zen intentando comprender dónde había colocado mal la extraña prenda.

—Si, espera, te ayudo.— Habló el de ojos oscuros mientras se metía con Zen en el probador.

Y ahí empezó a arreglar las correas de la prenda, que, estaban mal colocadas.

—Bien pues, ya está.—Dijo Jumin al oído del de ojos escarlata. Y, no iba a mentir: eso lo había excitado ligeramente.

—Gracias.—Dijo Zen, acariciando suavemente la mano del contrario.

Éste, sin hacerse esperar más, agarró a Zen por la cintura y, empezó a besar su cuello delicadamente, mas por cada suspiro de parte del albino se iban intensificando los besos hasta dejar incluso marcas. Y, lo peor de todo, es que a Zen no le disgustaban esas marcas que Jumin le hacía. El muchacho de coleta empezó a acariciar el abdomen del contrario,metiéndo sus manos por debajo de la camisa del mismo. Este respondió con un suspiro en la oreja del de piel perfecta, que lo excitó bastante más de lo que ya estaba.

y la verdad ¿A quién no le daría morbo hacerlo en un probador de una famosa marca?

Por lo menos, a Jumin y a Zen les encantaba la idea.

Zen empezó a desabrochar los pantalones de Jumin junto a su ropa interior; encontrándose de frente contra el tan deseado miembro del de cabellera oscura. El de ojos escarlata lo cogió suavemente con su mano derecha y empezó a masturbarlo, lo cual arrancó un sonido grotesco de la garcanta del contrario, mas no demasiado fuerte, ya que corrían el riesgo de alertar a la dependienta. Poco depués, Zen se llevó el pene del contrario a su boca, lenando su boca con el gran miembro de Jumin. Con los gemidos de Jumin de fondo, Zen continuó con esta acción hasta que Jumin le paró.

Él también quería que Zen lo disfrutara.

Jumin cogió la misma prenda desencadenante de esta situación y, quitándole el pantalón y ropa interior al muchacho de piel de porcelana, ajustó las correas al rededor del cuerpo de este, dejándole totalmente a merced de el de mirada afilada.

Jumin agarró sin ninguna piedad la longitud del opuesto, y comenzó con el vaivén que llevaría al cielo al de coleta.

Después, volvió a besar su cuello salvajemente mientras con la mano agitaba la masculinidad de Zen y con la otra preparaba su parte trasera, metiendo un dedo en esta.


—Nos llevaremos estos artículos, gracias.— Le dijo Jumin a la misma muchacha.

—Muy bien, en total son xxxxxx$— Dijo mientras pasaba las prendas por el escáner.

Pretty ZenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora