CAPÍTULO 14

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Nosotros vs Ella

–Eres mío. –sabía que eso sonaba posesivo pero era cierto, él era de ella y no iba a permitir que nadie lo alejara de su lado.

Él sonrió como nunca lo había hecho, una sonrisa sincera, sin picardía y sin ningún rastro de maldad. La manera en la cual ella lo había reclamado como suyo lo hizo sonreír.

–Si – susurró luego de inclinar la cabeza hacia sus labios– Soy tuyo y tú eres mía, siempre mía –la vio sonrojar.

Escucharlo aceptar que era de ella hizo que todo el dolor se esfumara, él era de ella y viceversa y nadie ni nada podrá cambiar aquello, mientras ellos se amaran siempre sería así.

Separó los labios para dejarlo saborear el interior de su boca cuando él la besó, amaba todo de él, la manera que la besaba, los tontos apodos con cuales la llamaba, la manera en que la tocaba, todo de él. Deslizó la lengua por el húmedo interior de su boca, la reacción de su cuerpo lo hizo profundizar el beso el cual se convirtió en húmedo y caliente. Jadeó de placer contra su boca.

Gimió en protesta cuando él se separó de su boca, no quería eso, quería que la siguiera besando, quería que la tocara.

–¿Por qué? –le preguntó con la respiración agitada.

–Porque estás muy sensible y ya por hoy fue más que suficiente. –le dijo pasándose una mano por su alborotado cabello. Quería gritar de frustración, se moría por tomarla y acariciarla pero entendía que su embarazo al estar tan avanzado no le permitía follarla cuando él quería.

–¿Es por qué estoy gorda no? –le preguntó con tristeza.

La observó con asombro al escucharla decir aquello, ¿gorda?, ¡Joder, pero si a cada minuto la deseaba!, murmuró unas palabras en un idioma que ella no entendió.

–No muñequita. –le dijo– No estás gorda. –a los ocho meses de gestación y ella ahora le salía con eso. Ahora se veía gorda.

La noche anterior no fue la mejor para él, la peliazul lo estuvo buscando toda la santa noche para que la tocara, ¿Jesús, cuándo él le decía no al sexo? Había hecho un esfuerzo sobre humano para solo besarla.

No estaba de muy buen humor, Vegeta era un tonto, se pasó toda la noche pidiéndole que le hiciera el amor, si, ahora hacían el amor, pero el muy tonto solo la había besado, nada más ni nada menos, solo besos y no besos de esos que te dejan sin aliento. Suspiró con frustración, ahora estaban desayunando.

–Ese suspiro sonó a rechazo total. –dijo Goku con una sonrisa.

Estuvo tentada a lanzarle el tenedor, que no la molestara porque estaba segura que haría algo que luego le tuviera que pedir perdón a Milk.

–Si no quieres que te haga algo no la tientes. –le dijo su mejor amigo.

Rodó los ojos e hizo una mueca con la boca. Milk por su parte solo sonreía por el comportamiento de la peliazul.

El sonido del timbre de la puerta llamó su atención. La peliazul se apresuró a ir y abrir. Alzó una ceja cuando abrió la puerta y se encontró con una elegante mujer, alta, su cabellera era color negra y lisa sin ningún pelo fuera de lugar, vestía con un traje tan rojo como un tomate y ceñido al cuerpo, juraba que tenía una que otra cirugía estética, era esbelta y de buen ver. La mujer la miró de arriba abajo y cuando su mirada cayó sobre su vientre miró con odio. No esperó ser invitada y entró.

Difícil de AmarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora