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Natasha no podía creer lo que estaba haciendo. Finalmente, si se había convertido en una acosadora.

Semanas antes había rondado el lugar durante días, y ahora, gracias a su "gran" trabajo como "espía", sabía que el chico entrenada los jueves, viernes, sábados y que, al parecer, ellos formaban una especie de equipo local que participaba en un juego durante los domingos para entretener a la gente del barrio. Fue por eso que pudo hacerse una idea de que el chico seguramente era alguien muy querido por todos.

Así que sí. Natasha no se podía creer hasta donde había llegado su obsesión, pues ahí se encontraba ella, con la ropa más discreta que pudo encontrar, sentada en las gradas tratando de fundirse entre toda esa gente que hablaba como si realmente fueran a ver un partido muy importante; sin embargo, al parecer su "discreción" no funcionó tanto como esperó, pues aún así, un par de miradas se habían dirigido a ella con cautela.

Natasha era una intruso ahí, pero afortunadamente, era experta ignorando a los demás.

***

El juego comenzó.

El chico de aspecto triste y cabello largo era el pitcher. Natasha estuvo atenta a su posición, los movimientos y luego, el lanzamiento. Parecía alguien concentrada en el juego, pero lo cierto es que en su mente solo sucedían un montón de cálculos referentes a la fuerza y la velocidad de la pelota.

Se dio cuenta que el juego era más como una partida de ajedrez. Debías estar atento al contrincante y de cierta manera preveer sus movimientos. También parecía haber cierta estrategia en cada equipo, aunque Natasha no podía estar segura, nunca antes se había sentar a ver un juego como aquel. Cómo antes se dijo, ella no era amante de los deportes.

Pronto, ella se vio llevada por la euforia del público y también se encontraba de pie cuando hubo cambio de equipo y fue el turno de ese rubio de batear. Entonces su mente se silenció y solo pudo ver como en cámara lenta cada uno de los movimientos del chico se desarrollaban. Natasha estaba segura que se estaba volviendo loca si pensaba que podía comparar el bateo de ese chico con el mejor arte que haya observado en su vida.

Conforme el tiempo fue pasando, la tensión en el público también. Natasha pudo darse cuenta de la gran rivalidad que existía entre ambos equipos. Ambos eran buenos.

Observó que ambos equipos tenían nueve entradas para batear, no fue difícil deducir aquellos, aunque si era sincera, el juego se estaba extendiendo demasiado como para que considerara la idea de irse pronto.

***

El juego estaba por definirse cuando ella decidió ponerse de pie y largarse de ahí. Hasta cierto punto se sentía cansada de todos esos términos raros que usaban para ciertas jugadas y que escuchaba comentar a los que se encontraban a su lado.

Estaba por salir de la zona de esas gastadas gradas, cuando un cuerpo se interpuso entre su retirada. Natasha ignoró la presencia inesperada e intentó seguir avanzando.

—Hola, soy Brock. Aunque creo ya lo sabes por el juego.

Natasha siguió caminando.

—No eres de por aquí, ¿cierto?

Entonces Natasha alzó la vista.

—Ah, ¿Me estás hablando a mi?—Dijo con una expresión inocente, que en realidad trataba de ocultar su fastidio.

En la distancia, Steve Rogers miraba de nuevo hacia donde Sam le señalaba. La misma chica de aquella ocasión se encontraba ahí, hablando con Rumlow. Claro, debió haber adivinado que una chica tan bonita estuvo ahí por alguien como su mayor rival. Suspiró y volvió su atención al campo. Aquello no era de su incumbencia.

—¿Te gustaría salir conmigo?

Natasha viró sus ojos.

—No me interesa. Tengo que irme—Hizo el amago de irse pero el chico de cabello negro y rostro que gritaba chico malo la detuvo de nuevo.

—Oh, vamos. Será solo por ésta ocasión.

—¡Rumlow!—Llamó alguien más, al parecer era su turno de jugar.

—Piensalo, linda.

Steve vio el momento cuando su enemigo se despedía con un beso en la mejilla de la chica y volvía al juego con una sonrisa ladina. De nuevo dirigió su mirada a la chica y la vio caminar hasta que la perdió de vista. Entonces pensó, que nunca antes la había visto por aquellos barrios y que seguramente no vivía ahí cerca. Y aquello tampoco era algo que debiera interesarle.

***

—¿Dónde estabas?

Preguntó María en cuanto cruzó la puerta.

—Solo fui a caminar—Respondió al tiempo que se quitaba su chaqueta y se dirigía a su habitación.

María entrecerró sus ojos sin decir nada más. Su instinto de madre se había encendido como nunca antes el semblante de su hija y no pudo evitar el pequeño tirón de alegría que surgió en su pecho. Esa muchachita tenía mucho qué contarle.

****************
Se darán cuenta que no sé mucho de baseball, pero estoy tratando de no centrarme mucho en ello para no verme muy ignorante escribiendo sobre eso jajaja

Disculpen las faltas de ortografía que hayan salido xD

Espero les haya gustado.

Saluditos.

Becca.

Sorpresa (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora