Epílogo 3. Mi primer cuento.

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En el recreo me quedé sentada sin saber qué hacer; todos correteaban de un lado al otro y jugaban sin parar. Tenía primos en el salón como Mateo y Lucas Anthony, pero me daba vergüenza hablarles.

De la nada trajeron a un niño moreno a rastras hasta mí. Estaba el tal Lucas Martin y otro más que no recuerdo.

—Ya, declárate Néstor —decía el tal Lucas y yo no entendía nada.

—El Néstor dice que le gustas y que va a casarse contigo —dijo el otro niño.

Un recuerdo vino a mi mente y fue cuando le hicimos lo mismo al pobre de Iván que le gustaba mi amiga.

Me limité a sonreír. El tal Néstor se soltó del agarre y salió volando del salón. Pobrecillo. Ahora lo recuerdo, también Néstor estudió conmigo mitad de primer grado, estábamos en el "A", no sé por qué ahora estaba en el "B". No lo recuerdo mucho, pero si recuerdo que el travieso de mi primo Mateo le cerró la puerta cuando Néstor estaba con la mano en la abertura y casi le mocha un dedo. Su hermana lo llevó de emergencia al centro de salud y le pusieron una vendita con una linda carita feliz. Yo también quise hacerme una herida para que me pusieran el mismo curita.

No tardé mucho en integrarme con mis nuevos compañeros, era tímida al comienzo, pero una vez que entraba en confianza no había quien me pare. A veces los niños me fastidiaban con insectos —los cuales jamás había visto en Trujillo—, y me correteaban todo el pueblo.

Me hice muy amiga de la brigadier que resultó ser mi prima y yo no lo sabía. Luis Anthony venía los sábados a la Iglesia conmigo, de hecho, fue gracias a él que descubrí el canto, aunque mis papás ya sabían que cantaba. Bueno él tenía el programa de la tarde y entre juego y juego me anotó para un especial, me llamó adelante y no tuve más que salir, así que repasé un cántico en mi mente y a darle con todo. Recuerdo muy bien el canto ¿A quién iré? Cada vez que lo escucho recuerdo ese día, las piernas me temblaban, pero canté y al parecer no lo hacía tan mal. Los presentes sonreían y me miraban con aprobación. Luego de esa tarde mamá me anotaba siempre en los especiales, cantaba todos los sábados, hasta que cierto día tuvo la grandiosa idea de anotarme en un número para la verbena escolar; uno de los recuerdos más terribles que tengo de mi niñez. Como quisiera haberlo borrado, tener amnesia o algo así, pero aún lo recuerdo claramente, de otro modo no les estaría contando ahora mismo.

Demasiada gente observaba. Caminé lentamente hacia el escenario, mis manos sudaban, mis piernas temblaban, apenas podía mantenerme en pie. No había practicado nada de la canción, apenas tuve tiempo para aprendérmela.

Todas las miradas se posicionaron en mí. Empecé a cantar, bien todo iba bien, luego vi a todos, a cada uno, rostro por rostro, Sentía ganas de vomitar, todo se me nubló. Ya ni siquiera recordé lo que seguía de la canción, sólo quería salir de ahí. Solté el micrófono y salí corriendo, mis piernas ya no respondían. Me senté en las gradas a llorar, quería desaparecer, nunca más volvería a cantar.

Bueno no fue así, al sábado siguiente volví a cantar en la iglesia, mis amigos me animaron, decían que mi voz era muy bonita, sólo tenía que aprender a manejar los nervios. Les digo que hasta ahora sufro de ellos, pero, en fin.

Así pasé mis días en ese lugar, salía a jugar todas las tardes con Paula y con su amiga; jugábamos tanto que nos hicimos amigas, hasta que terminó cuarto y no la volví a ver nunca más.

Jhonny iba a fastidiarme algunas tardes, digo fastidiarme porque siempre me hacía renegar, aunque me sentía cómoda con su presencia. Supongo que me gustaba. Él siempre le decía a mi mamá, "suegrita", a lo que ella reía y decía: primero aprende a limpiarte los mocos. Bueno era todo inocente. Yessica me dijo que él fue así con ella y que se gustaron el año anterior. Parecíamos grandes peleando por él, hasta que dijo que ya no le gustaba más.

Jhony jugaba fútbol en el otro extremo, así que la arrastramos para que se lo dijera, pero no lo hizo. Luego cuando estuve sola con Paula me dijo que Yessica le comentó que yo insistía a que se lo dijera para que me dejara el camino libre. No se imaginan cuanto me río cuando lo recuerdo. Obvio en ese momento yo vivía mi telenovela del momento. Utilicé a mi primo Mateo —que era mejor amigo de Jhonny—, para preguntarle quién le gustaba en realidad. Y el muy condenado, lo hizo en mi presencia cuando regresamos de la clase de educación física. Él pensaba que no lo oía, pero yo estaba muy pendiente de su conversación.

—Cholo —le dijo—. ¿Quién te parece más bonita, la Yessica o mi prima?

Me moría por escuchar su respuesta, pero me jamás la escuché porque se acercó mi otro primo Anthony haciendo gran escándalo. Quería que le ayude con una carta para Paula.

Me molesté, y le ayudé a regañadientes.

—Quiero agua —le pedí.

Los demás niños escucharon y me ofrecieron su botella de agua.

Jhony se paró frente a mí con su agua mineral. Acepté la de él. Tomé un poco, y lo que hizo, fue lamer el pico de la botella donde había tomado. Asco. El resto rio y yo no supe que cara poner.

Él era bastante extrovertido. En el día del niño, mientras bailábamos una cumbia, él conmigo de pareja, y mi primo Mateo con otra niña, sucedió algo gracioso. Es que ese par de amigos se tenían bastante confianza para hacerse bromas pesadas. Mateo le bajó el short dejándolo en puro calzoncillo. Obvio las niñas nos cubrimos escandalizadas, y lo peor fue que él siguió bailando muy campante. Al ver que no se subía, mi primo terminó por volver a subirle en medio de risas.

Fue un año de muchas sorpresas, no sólo me sucedió malas cosas, también sucedieron cosas buenas, sobre todo descubrí mi pasión por la escritura.

—Niños, hay un concurso de cuentos, es concurso inter escolar, compiten incluso con secundaria, así que esfuércense mucho. Es de su propio invento. El cuento debe llevar palabras como río, árbol, gallo, zorro y fuego, pongan toda su creatividad, tienen una hora para hacerlo. —La maestra repartió las hojas y cada quien a su cuento.

Empecé armar una pequeña historia en mi cabeza conforme iba escribiendo, las ideas que salían una tras otra las plasmaba en la hoja. De título le puse: "Mi mejor amigo el gallo Piroco".

Pasaron unos días hasta que en formación paso algo que hasta ahora recuerdo con alegría, el director gordito salió al escenario a quien sabe qué.

—Buenos días estudiantes, el día lunes se les informó de un concurso de cuentos, pues ya tenemos los resultados, el segundo puesto es para el alumno de tercer grado de secundaria, Juan Pérez con su cuento, el gallo y el zorro, y el primer puesto es para Jeimy de cuarto de primaria con su cuento, mi mejor amigo el gallo Piroco.

No me lo podía creer, ¿de verdad gané yo?

—Anda al frente Jeimy —dijo mi maestra.

Los aplausos sonaron muy fuertes, y yo atónita caminé hacia el director, me dio dos besos, un diploma y mi premio: tres tomos de libros de cuentos infantiles.

Ese fue el momento preciso en cual dije: Quiero escribir, escribir mucho.

SIMPLEMENTE JEIMYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora