Epílogo 6. Osito, mi novio cuatro años menor.

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La semana pasó rápidamente, me enteré que el niño del otro día vivía por mi casa, pero lamentablemente el bribón de su amigo también, así que me lo cruzaba mucho y tenía que caminar a la velocidad de la luz cuando aparecía.

Recuerdo que en esos tiempos llevaba una mochila de ruedas muy pesada, quizá tendría la mitad de mi peso. La jalaba a duras penas.

—¿Te ayudo? —Escuché una voz conocida.

Di vuelta para ver de quien se trataba, era el niño amable, el que me dio la pelota el otro día.

—Hola Jonathan —saludé algo nerviosa. Descubrí que así se llamaba. La otra maldición "J" —. Sí por favor, ayúdame.

Sin decirme nada, cogió mi mochila y la llevó sin esfuerzo alguno y caminó rápidamente como si fuera perseguido. Casi tuve que correr para ir a su lado. Yo quería hablarle, entablar amistad con él, pero ese niño era muy cerrado. Se reía con sus amigos —hombres—, conversaba poco y no bromeaba como el resto. Su vida era el fútbol, y corría para todo.

En mi recuerdo, él utilizaba un conjunto de polo y short, más zapatillas con una gorra. Pasaba por mi casa corriendo para ir a la suya. Era muy diferente a los otros niños que nos molestaban a Paula y a mí. El jamás nos molestó y nos miraba con indiferencia. Creo que por eso me gustaba mucho. Era muy amigo de mi tío de mi misma edad, pero cuando me reunía con él, a veces Jonathan se apartaba o se iba con otros niños. Era tímido con las niñas, y eso llamaba aún más mi atención.

La escuela estaba a unas cuadras de mi casa, por lo que no tardamos mucho en llegar. En el portón de la escuela me entregó mi mochila. Entramos juntos al salón. Paula nos observó atentamente.

—¿Viniste con él? —preguntó.

—Sí, nos cruzamos en el camino y me ayudó con la mochila.

—Mmm. —Miró hacia su cuaderno.

—Buenos días niños, ya tengo las notas de los exámenes. —El profesor entregó los exámenes uno por uno.

—Empiezas mal Yulissa, esfuérzate más para la próxima —le dijo a la niña de lindos ojos verdes. Yulissa agachó la cabeza.

—Excelente calificación Paula, 20. Igual para ti Andrea, 20 y por último tengo que felicitar a Jeimy, tal como dijo su madre es una excelente alumna. 20 para ti también. —El resto del salón aplaudió a las tres mejores notas.

La clase continuó. Empezamos con matemática y terminamos en personal social. Hasta que por fin sonó la campana de salida, todos nos preparamos para salir.

—Vamos Jey —dijo Paula.

—Vamos.

Salimos del salón; Shantall nos estaba esperando. Caminamos cuando un grupo de niños nos siguieron lanzando sus inocentes piropos.

—Volvimos a ser las populares, las chicas súper poderosas —dijo Shantall divertidamente, ella siempre nos hace reír. La mamá de Paula la recogió; nos despedimos con un movimiento de mano que acostumbramos.

Los niños continuaron siguiéndonos, algunos eran del salón de Shantall, otros de quinto y otros más pequeños que debían ser de segundo o primero. Los más grandes se fueron mientras los pequeños persistían, uno de ellos se puso en mi delante.

—Jeimy ¿quieres ser mi novia? —preguntó el pequeño, era muy tierno, y guapetón. De seguro es un rompecorazones ahora.

—¿Cuál es tu nombre? —pregunté.

—Braulio.

—Está bien Braulio seré tu novia. ¿Cuántos años tienes?

—Tengo siete, pero pronto cumpliré ocho y seré más grande.

—Yo tengo once te llevo cuatro años.

—Para el amor no hay edad. —Shanti y yo reímos por su gracioso comentario.

—Ay pero que agrandado, está bien, está bien mi guapo novio, te llevaré a tu casa.

—¿Pero no es el novio el que lleva a la novia a su casa? —preguntó con inocencia.

—Pero esto es una relación especial.

—Está bien.

Shantall ya no se aguantaba la risa. El niño incluso arrancó una flor para dármela.

—Bueno me voy, adiós Jey, adiós ¿primito? —Se despidió burlonamente de él.

Nos reímos. Tomé la mano del pequeño para llevarlo a casa. A cada persona que nos encontramos le dijo que era su novia. Algunos se reían y otros le revolvieron el cabello.

—¿Por qué se ríen?

—Es que nos tienen envidia, osito.

Es el apodo que le había puesto. Lo dejé en casa; su mamá me dio las gracias. Osito me dio un beso en la mejilla.

Quise que fuera mi hermanito, yo era hija única, y muchas veces me sentía muy sola. 

SIMPLEMENTE JEIMYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora