Inconveniente. (editado)

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Hola! He vuelto, sigo viva, no me peguen. Mil disculpas a todas las personitas que ya esperaban éste capítulo, recientemente tuve un par de problemas personales que retrasaron un poco el tiempo de entrega. Ya está todo en orden, por lo que espero actualizar más a menudo.

Les agradezco por todo el apoyo y los comentarios que son de gran ayuda para mí, enserio. 💕
En fin, no robaré más tiempo en la pequeña introducción; no olviden votar o dejar algún pequeño comentario si les gustó o alguna cursilería así.

Advertencias: Palabras malsonantes, un poco mucho de drama, y aparición de un posible oponente para daddy Katsuki.

Disclaimer: Todos los personajes y posibles escenarios pertenecen a Kōhei Horikoshi; a excepción de cortas apariciones de algunas creaciones de la escritora. Extras más que nada.

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Narrador omnisciente :

Permaneció de pie, frente a la puerta y sin poder mover un sólo músculo. La impresión había sido considerable, por más que creyera saber acerca de lo voluble que podía llegar a ser Bakugou Katsuki, hiriendo a las personas cuando se le daba la gana.

Apretó los labios con furia, restregando sus párpados para retener su llanto. Era una mala costumbre que había tenido desde siempre; cada vez que se enfadaba o estresaba comenzaba a llorar inmediatamente, cosa que no le ayudaba mucho a tranquilizarse.

Vaya que no habían comenzado con el pie derecho.


Frustrado, cruzó la habitación a grandes zancadas con dirección hacia el baño, pues era de suponer que le hubieran dejado algo de ropa siquiera. O, ¿Esperaba Mitsuki que fuera en cueros a una fiesta?
Con lo cuerda que estaba aquella familia, era muy probable que así fuera.

Una vez estuvo frente a la elaborada portezuela del baño, la abrió de golpe. Sabía que se estaba comportando como un bebé, pero si Katsuki planeaba jugar sucio, él no se quedaría atrás, no señor.

Podía ser un alfa. Podía ser un millonario, futuro heredero a una gran empresa. Podía ser todo lo que quisiera, pero pisotear su orgullo no se lo permitiría a nadie. No de nuevo.

Encontrar a Izuku en tal estado era increíble. Rara vez se enfadaba, intentando mantener su máscara de amabilidad y paciencia infinita.
Por ello, si llegaba a molestarse de verdad lo más inteligente era correr por tu vida.

Estaba considerando seriamente la opción de quedarse en la habitación durante el tiempo que tuviera que permanecer ahí, pero penas entró y su mirada recorrió la estancia, todos sus pensamientos homicidas se fueron por la borda.
Fácilmente era más grande que su propia casa, y como detalle de bienvenida habían colocado algunos pétalos de rosa sobre el agua de la bañera. ¿O se encontraban ahí todo el tiempo? No podía dejar de sorprenderse.

Simplemente era demasiado. No estaba diciendo que fuera un muerto de hambre, pero no podía darse los lujos que la familia Bakugou conseguía con facilidad.
Vivía cómodamente en un pequeño apartamento rentado, y a decir verdad estaba muy feliz antes de que llegaran a joderle la vida con el compromiso. Estaba prosperando en el negocio del modelaje y el mundo artístico, algo que nunca antes se había propuesto.
No hasta que algunos amigos del trabajo le suplicaron participar como secundario en una obra de teatro bastante ostentosa en la que ellos hacían de dobles.
Resultaba que la persona que había conseguido el papel que cubriría había sufrido una seria intoxicación alimentaria, y su presencia era estrictamente necesaria para el guión. (Aunque fuese solo una pequeña parte de la obra.)

Domando al alfa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora