UN AMANTE BAJO LA LLUVIA

•S E G U N D A P A R T E•

•SEGUNDA PARTE.•

I N V E R O S Í M I L.

Cuando recordaba a Shirou Fubuki, la imagen que de inmediato saltaba a sus ojos, era él sentado en la mesa de la cocina, con el tarro de azúcar, el de canela y unas rodajas de piña. El mecanismo era el siguiente; agarraba una rodaja de piña, y lo empaniza con azúcar y canela, se lo llevaba a la boca y degustaba su postre. Jamás en su vida se le habría ocurrido probar aquella combinación tan exótica. Se quedó perpleja, mirándolo como si de una obra de arte se tratase. Ciertamente, el muchacho era precioso, con su rostro y su cuerpo delgado. No obstante, desde aquella distancia, había percibido con mucha fuerza, la soledad que envolvía al hombre albino. Una soledad tan tranquila, impasible. Él parecía estar encerrado y daba la impresión de que no le permitiría a nadie más entrar en su mundo. Cuando se halló descubierta, fue demasiado tarde para echar la mirada a otro lado. Fubuki Shirou le obsequió una sonrisa traviesa. Con su mano llamó a la muchacha, quien no dudo en acercarse. Ella se inclinó sobre él, sintiendo el aroma tan agradable que emanaba. Fubuki se pegó a su oído, su aliento la hizo estremecer.

–No le digas a Shuuya...– siseo, en un murmullo. –Que me estoy comiendo el azúcar y la canela.

Por supuesto que la chica aceptó guardarle el secreto.