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Se sentía justo igual a cuando se habían conocido.
Pero ellos ya no eran los jóvenes universitarios que tenían sexo con frecuencia, ahora eran adultos responsables que tenían obligaciones y una vida.
Fubuki realmente no podía otorgarle más de 40 minutos cuando iba a visitarle y, en esos minutos, mayormente hablaban de su caso. De cómo el juez comenzaba a mostrarse más indulgente y las posibilidades de rebajar su condena aumentaban.
Pero no era así como quería que transcurriera ese tiempo. Quería hablar más sobre sí mismo y sobre él.Lo quería. Aún lo quería después de tanto tiempo.
Pero había cambiado y no era capaz de abrirse con tanta facilidad como cuando tenía 18 años. Ni siquiera con quien había sido su amante.
Tenía sus propias maneras de mostrarse cálido, sin la obligación de usar las palabras.
Le llevaba postres que él mismo preparaba. Esas eran sus palabras cálidas.
La manera en que podía decirle:
“Te amo y pienso en ti cuando estoy lejos.”–¿Qué hay de tu vida amorosa, Shirou?– preguntó Gouenji, sin pretender sonar grosero. Había aprendido a ser muy discreto y amable. No es que antes no lo fuera, sólo había ablandado su carácter.
–¿Qué vida amorosa?– rió. –Eres la única persona con la cual me relaciono de manera no laboral.– confesó con sinceridad.
–Eso no está bien.– negó, enrollando la servilleta en su dedo. Estaba nervioso, aunque no lo admitiría. –Tienes que conocer a alguien que te quiera y que tú quieras.– sonrió.
Por su mente, pasó la siguiente pregunta "¿Tú ya no me quieres?" pero se contuvo. Después de todo, sólo estaba siendo condescendiente.
–Algún día, Shuuya. Algún día.
Algún día, cuando volviera a aprender cómo relacionarse con los demás. Algún día, cuando dejase de estar a la defensiva. Algún día, cuando superara al hombre que tenía al frente.Fubuki Shirou estaba rebozando de felicidad cuando el juez le dio el consentimiento a Shuuya Gouenji de salir antes, en una semana, él estaría de nuevo, caminando por las calles europeas. Libre. Le dio la noticia casi a trompicones, sin poder contener su emoción. Parecía un niño pequeño. Saltando en su silla y brillando.
–¿Vendrás por mí cuando salga de aquí?– preguntó, con una sonrisa tranquila.
–Sí. Claro.– asintió.
Gouenji llevó su mirada hacia la ventana del comedor, afuera brillaba tenue el sol. Nadie más que él podía sentirlo, el cansancio que alojaba en su mirada, como si hubiese envejecido de golpe. Sin avisar.
–He pensado en lo que quiero hacer después de aquí.– dijo, las palabras escapando como agua de una cascada. Incapaces de ser contenidas. –Volveré a Japón. Quiero empezar desde cero y, para eso, tengo que irme de aquí. Sé que no será fácil, pero al menos, tendré más oportunidades que si me quedo aquí.
Se volvió para mirar al albino y le obsequió una cansada sonrisa de hombre adulto.
–Si crees que es lo mejor...– comentó. –Todo va a estar bien. Te lo prometo.
Gouenji alcanzó la mano del muchacho y la envolvió en la suya. No cabía duda de que Shirou había crecido, sus manos ya no eran tan pequeñas y delgadas como las recordaba. –¿Te puedo pedir algo?– preguntó, nervioso.
–Sí.
–Quedate conmigo, hasta que me vaya.
No creía necesario ofrecerle una respuesta. Estaba seguro de que ya lo sabía.El día que Shuuya Gouenji seria libre oficialmente, cayó un día viernes.
Fubuki estaba esperándole en las bancas fuera de la fiscalía.
Se lanzó a sus brazos en cuanto lo vio salir, sin esposas ni policías escoltando. Simplemente él, como lo recordaba hace cinco años.
Juntos, fueron a un café recién inaugurado, situado en una esquina muy elegante. Pidieron pastel de chocolate y latte de vainilla. No era como revivir los viejos tiempos, porque claramente ambos habían cambiado totalmente desde entonces, pero no podían evitar sentirse nostálgicos.
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UN AMANTE BAJO LA LLUVIA
FanfictionEllos eran sólo unos amantes efímeros, que se encontraban al final del día y se acercaban, pero no podían permanecer juntos... O quizás sí.