Capitulo Tres

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Se escuchaba el sonido del agua. Gotas pequeñas, y en mayor cantidad. No estaba fría ni tampoco caliente. Estaba en la temperatura justa, en la que mi cuerpo se sentía relajado, como si no tuviera ninguna preocupación.

Algo está mal-Pensé- yo me encontraba en aquel pasillo blanco con puertas.

Fui abriendo los ojos de a poco. Me encontraba en posición fetal.

El agua cubría la mitad de mi cuerpo. Me fui incorporando de a poco, lo último que levanté fue mi cabeza.

El agua estaba cayendo encima de mí pero era tan tranquilizante, no quería moverme. Tan trasparente era el agua que podía ver mis manos, líneas negras aparecían en mis muñecas, fui siguiendo su rastro y llegaban hasta mis brazos mas allá. Me levanté de golpe del agua.

El arroyo seguía su curso a través de mis piernas, entonces lo vi. Lo que parecía ser yo, en el reflejo del agua. Ojos naranjas intensos, pelo marrón casi naranja oscuro. Las líneas llegaban hasta mi cuello pero no tocaban mi cara. Con mis manos fui tocando mi rostro, definitivamente era yo. Jamás me hubiese imaginado de esta manera, si tenía mis mismas características, las pequeñas pecas en mis mejillas, el lunar debajo de mi ojo izquierdo, mis labios marrones claros que me recordaban a mi madre. ¿Por qué cambio mi apariencia? Aunque me gustaba, a la vez me sorprendía.

 ¿Dónde estaba? Fije mi vista al arroyo, seguramente estaría cerca de alguna montaña; donde terminaba el agua crecía una hierba verde, mas allá había varios arbustos y detrás de ellos había unos árboles bastante grandes. Debía encontrarme en algún tipo de bosque.

Un escalofrió recorrió mi cuerpo, me sentí observada, y volví a sumergir mi cuerpo en el agua. Mis uñas que hasta ese momento parecían normales, se volvieron transparentes como el mismo arroyo.

Fije mi vista para saber quien me observaba. Unos ojos azules, se encontraban detrás de unos arbustos. Abrí mi boca para hablarle, pero no podía emitir sonido alguno, toque mi cuello, pero nada me dolía. Cuando me di cuenta aquellos ojos que me miraban, desaparecieron.

Espere unos minutos más para ver si alguien aparecía, pero no paso nada. Me llamo la atención que algo se encontraba en la orilla, me fui acercando, parecía ropa. La tome prestada (no iba a andar por ahí desnuda aunque el clima fuese agradable) era un vestido largo que llegaba pasando mis rodillas, de un color salmón. No tenía nada para mis pies, pero algo me impulsaba a explorar a este nuevo lugar.

Me acerque a los arbustos donde estaba mi observador. Los fui corriendo de a poco con mis manos. No encontré a nadie. Pero entre dos árboles parecía que empezaba a un sendero. Mis ansias pudieron mas, empecé a caminar…

Descubrir y SentirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora