Parte 4

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Los días pasaron al igual que los meses, Ellen igual que siempre se había ganado el amor de la servidumbre, cocinar a lado de las cocineras era algo que le gustaba hacer a diario, siempre platicaba con ellas y la comida la terminaba realizando ella por sus muy buenos dones culinarios con los que contaba. La primera vez que se vistió de sirvienta para ir a comprar frutas y verduras frescas a María casi le da el infarto, pero como era costumbre de Ellen siempre conseguía el sí en las personas, hasta que llegó el momento en que a la servidumbre no se le hacía para nada raro comer, cocinar y lavar junto a la señora de la casa y por supuesto que todo esto lo desconocía el Duque de Bedford.

Los domingos para Ellen eran insufribles, la mayoría de la servidumbre descansaba y el Duque de Bedford siempre tenía una excusa para no quedarse en casa, así que cuando Ellen vio por el ventanal de su cuarto como su hermano bajaba de aquel semental negro, no lo pensó más y bajo corriendo a recibirlo, lo había echado tanto de menos que cuando lo vio frente a ella sin ningún decoro se abalanzó a sus brazos

---oh Tomas, que alegría verte—dijo tan alegre como siempre--- había ido a casa a verles a ti y a papa, pero me comentó que andabas de viaje, y por Dios que casi me da algo al saber que no puedo más hacer ese tipo de excursiones contigo—dijo sopesadamente

--Tengo que aceptar que yo igual te extrañe mucho en ese viaje y que me has hecho mucha falta en la empresa, aquel joven que ahora hace tu trabajo en definitiva no te llega, pero ni a los talones, por cierto, todos en la vinícola se pusieron tristes al saber que el Joven Gregory no iría más a trabajar con nosotros--- concretó Tomas con total pesar

--oh, yo también los extraño mucho—comento una triste Ellen

---Es por eso que hoy, al extrañarte tanto y saber que estarías encerrada y muy aburrida aquí, decidí venir por ti, para ir a cazar como en los viejos tiempos—dijo sonriente Tomas mientras le daba una valija a Ellen, quien al verla se le iluminaron los ojos y esbozó una sonrisa de total alegría mientras depositaba un beso en la mejilla de su hermano

--Espera por mí, me cambiaré—dijo y salió corriendo hacia su habitación

En cuanto estuvo lista, fue al establo a agarrar a su caballo preferido y alcanzó a su hermano, quien al verla subió a su semental para iniciar su ida, aun no avanzaban ni siquiera un paso cuando el Duque de Bedford llegó y los vio

--Tomas, que alegría verte, tenía en entendido que estabas de viaje --- dijo Andrew nada más al ver a su amigo

-- si, así es Andrew, he llegado la noche de ayer y hoy decidí venir a ver a mi hermana a quien he extrañado mucho— declaró Tomas

--Oh entonces pasa conmigo, ella debe estar adentro—dijo Andrew mientras empezaba a desmontar, pero las carcajadas de Tomas lo detuvieron al igual que las risas de aquel sirviente que lo acompañaba

---Oh mi querido Andrew, siento tanto mi falta de educación, pasé por alto los procedimientos que las reglas demanda y olvidé por completo pedir tu autorización de llevarme a mi hermana sin antes pedir tu permiso. Mi hermana y yo vamos a cazar, no se ¿si quisieras acompañarnos? —termino por decir Tomas mientras señalaba a la compañía a lado suyo a quien Andrew al mirar más fijamente se dio cuenta que se trataba de su esposa y casi quiso darle un infarto, pero ¿Qué es lo que pasaba por la cabeza de esos dos hermanos al concientizar que una mujer este vestida como hombre?

--- No sé si deba preocuparme porque te ibas a llevar a tu hermana sin avisarme o por verla montada en un caballo vestida de hombre portando un arma de caza--- afirmó un muy sorprendido y enojado Andrew, que, de no haber estado su muy buen amigo, ya hubiera bajado a su esposa de ese caballo y la hubiera hecho vestir decentemente. Por su parte, Ellen no tenía la menor idea de que lo que hiciera estuviera mal, pues, toda su vida había hecho ese tipo de actividad con su hermano y padre y jamás había tenido algún problema

---Ah, eso ---dijo Tomas restándole importancia—se me hace una tortura horrible hacia mi hermana hacerla cazar con vestidos tan incomodos, aparte de que son mu ruidosos

--y caluroso—completó Ellen

-- si calurosos tambien—afirmo sonriente Tomas

--- Creo que no me están comprendiendo—comentó Andrew--- ¿Cómo puede una mujer hacer una actividad que solo los hombres llevan a cabo?, y peor aún ¿Cómo puede tan siquiera una mujer portar un arma? —dijo molesto esta vez, pues, aunque intentaba ocultarlo le parecía ilógico que incluso Tomas viera aquella acción tan normal

---¿Y porque no podríamos Milord? —dijo esta vez Ellen---¿Qué es lo que nos lo impide? Si tanto piernas, ojos, manos y dedos tiene usted como tengo yo, y créame que solo eso necesito para ir a clavar una bala a algún pájaro

--- Dejaré pasar, el que usted se iba con su hermano sin mi permiso, incluso que esta vestida de la manera en que lo está, pero debe saber que no puede hablarme de esta manera—reprendió Andrew a Ellen

---Bien, bien, bien, vamos a tratar de tranquilizarnos—comento Tomas con las manos al aire como si se estuviera rindiendo—Vamos Andrew, solo como regalo porque he estado de viaje y he extrañado a mi hermana, perdona todas las ofensas de hoy y déjanos ir a cazar, y si así lo deseas, puedes acompañarnos.

Andrew sopesó la idea de Tomas, y solo porque él estaba implorándoselo, asintió con la cabeza y los tres se dirigieron a cazar.

Grande fue la sorpresa de Andrew al ver a esa mujer de 1.70 centímetros de altura tomar aquella arma con firmeza y calma y manejar su respiración, apuntar hacia el cielo y dar justo en la cabeza del ave que sin vida caía en el pasto y cuando esto sucedía los hermanos celebraban, y es que a Andrew después de verla sonreír y saltar de aquella manera se le pasó todo el coraje que pudiera sentir y solo miraba lo feliz que en esas horas Ellen era.

Si a algo se había hecho adicto Andrew era a ver esos grandes ojos verdes y esos hoyuelos que se incrustaban en la mejilla de su esposa cada vez que esta sonreía, quien por desgracia poco hacia cuando él estaba en su presencia, y es que esa mujer era feliz con todos y a todos sonreía, pero cuando él aparecía en su presencia, cualquier migaja de alegría que Ellen tuviera se esfumaba, y eso, dentro de sí, le carcomía cada día ya que por alguna razón él deseaba fervientemente ser único causante y dueño de esas sonrisas.

Más tarde que temprano, Tomas tuvo que retirarse de la cacería ya que al parecer había surgido algo en la empresa, así que sin más tuvo que despedirse de su hermana y cuñado, dejando a ambos solo en aquel bosque. para cuando Tomas se hubo marchado Andrew pensó que era tiempo de marcharse igual, pero su plan se deshizo cuando se esposa le pidió que le dejará quedarse un poco más, pues la tarde estaba por caer y ella siempre se quedaba a verla. Andrew accedió a esto y la acompaño a subir aquella montaña de la que se encontraban a la mitad, cuando hubieron llegado, Ellen se sentó en un tronco gigante que había tirado en el pasto y se dispuso a ver aquel hermoso paisaje que desde pequeña estaba acostumbrada a ver con su papa y hermano después de que terminaban de cazar, Cuando Andrew tomo asiento a lado de ella y vio la vista que en ese momento tenía, pensó que en su vida había visto cosa más hermosa, pero justo cuando volteó a ver a su esposa para verificar si ella miraba lo mismo que él, se dio cuenta que ni incluso aquel hermoso paisaje podría ganarle a la vista que ahora tenía, ver como los rayos del sol acariciaban el hermoso rostro de Ellen y mirar ese rojo en sus mejillas, aquel cabello color miel un poco mojado por el sudor que se había desprendido a causa del ejercicio llevado a cabo y ese subir y bajar del pecho que provocaba la respiración agitada de esa mujer era algo que a Andrew por ese instante dejo incluso sin respirar, y como si el cielo no estuviera contento con eso, como si Dios quisiera mostrarle que puede haber algo más bello encima de lo ya hermoso, Ellen lo volteo a ver y le regalo una tan grandiosa y magnifica sonrisa que había no solo dejado sin respirar a Andrew, sino que también había logrado que se le parará el corazón.

--¿Es hermoso no? --- le preguntó Ellen devolviendo la mirada hacia aquel atardecer

-- Si.... Inexplicablemente hermoso—confirmo Andrew con apenas un sollozo de voz, afirmación a la que ciertamente Andrew no se refería para nada a aquel paisaje, sino más bien a la vista que él estaba teniendo en ese momento.

Te Amo a ti (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora