Parte 9

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Andrew por su parte tenía que ver unos negocios con un socio así que habría quedado en un restaurante de los que se ubicaban cerca de aquel parque donde la gente casi no asistía por ser pequeño, razón por la cual había escogido aquel lugar pues así podría platicar mejor con su socio sobre los negocios así que estando ahí y habiendo cerrado unos tratos con aquel hombre y estando despidiéndose de él vio por aquel ventanal como el carruaje que era uso exclusivo de su esposa se estacionaba en aquel parque y solo como si Dios quisiera responderle su pregunta vio bajar a Ellen de ese carruaje muy alegre y corriendo hacia los brazos de un hombre, ¿su hermosa Ellen corriendo hacia los brazos de un hombre?. Pero por Dios que en ese momento Andrew quiso morir, el piso se le movió, y sus piernas flaquearon al ver lo que sus ojos le mostraban, mil colores se le vinieron a su rostro y quiso pensar que era una muy mala pesadilla, su esposa, si señor SU ESPOSA CON OTRO HOMBRE, ¿pero qué diablos le pasaba a aquella mujer?, el coraje que sintió era indescriptible, su pulso se aceleró y sintió como su sangre hervía de rabia al ver las manos de otro hombre en SU MUJER, y cuando pensó en eso se dejó caer de nuevo en aquella silla ¿su mujer?, já, el destino se reía de él y le daba cachetadas, esa mujer era todo menos suya, la vida en ese momento se empeñó en mostrarle que aquella mujer no le pertenecía pero ni siquiera una pizca de lo que él quisiera, porque aunque ya casi llevaban un año de casados era cierto que jamás había tocado a aquella mujer a quien ahora otro hombre acariciaba y sintió desfallecer. De nuevo ocurría, otra vez sentía como su corazón se rompía, pero esta vez, y solo esta vez ella no había jugado con él ni le había mentido, nunca le juró amor eterno y como si Dios quisiera hacerle pagar algo recordó aquel momento en que él mismo en aquel despacho de su casa le había dado permiso de estar con otro hombre, así que ahora ¿de qué manera iba hacia allá y le quitaba a aquel hombre esas manos que tenía sobre ella?, porque, por todos los dioses que si algo deseaba en aquel momento era golpear a aquel hombre hasta matarlo. Ahí sentado en esa silla vio como la mujer a la que sin duda amaba le sonreía a otro hombre, se sonrojaba ante él, miraba como él tomaba sus manos y besaba su frente y ella solo se dejaba, Andrew miraba, y a cada segundo que permanecía mirando su corazón se hacía trizas, con cada minuto sentía como moría de a poco, no tenía nada que recriminarle, porque ¿Cómo le pides explicaciones a alguien que nunca jamás te perteneció?

Tan pronto como pudo salió de aquel lugar que solo lo estaba matando y se fue a algún bar para ver si el alcohol podía al menos hacerlo respirar un poco, se fue hacia los brazos de aquella mujer que siempre estaba para él no importaba que, se fue como aquella vez hace años cuando le rompieron el corazón y buscó consuelo en brazos de una prostituta desconocida y fue así como conoció a Isadora. Bebió hasta perder el conocimiento, pero, aunque bebía y besaba a Isadora nada surtía efecto, porque si algo era seguro era que entre más lo hacía más la necesitaba a ella, entre más vaciaba aquella botella, más le añoraba, más le hervía la sangre de imaginarla junto a otro hombre y ni hablar de que las caricias y besos de Isadora no provocaban ni el más mínimo consuelo o placer, así que terminó por rechazarla.

Ellen esperó y espero a Andrew, aunque algunas veces faltaba para la cena jamás faltaba para dormir, ya era muy de madrugada y él no llegaba y ella solo daba vueltas en toda la casa pensando que tal vez algo le había pasado, sin duda alguna, había sopesado la idea de ir a levantar al lacayo para que fuera a buscarle por todo Londres si era posible -diez minutos más--- pensó-es todo lo que esperare-subió a su habitación una vez más para recostarse aunque bien sabía que no servía de nada, pues no tenía ni una pizca de sueño o calma, así que en su habitación se asomó por su gran ventana y como si Dios hubiera escuchado sus plegarias vio cómo se acercaba un caballo con un hombre en su lomo ---Andrew!!--- grito preocupada, como pudo salió presurosa de su habitación y bajo las escalera, en la puerta de su casa se encontraba un Andrew muy borracho e insostenible-- ¿Qué habría pasado para que Andrew estuviera en ese estado?-pensó Ellen, al ver que su esposo apenas y podía sostenerse, corrió a su lado para ofrecerle ayuda

--pero ¿qué ha pasado para que usted este en este estado mi señor? -pregunto una preocupada Ellen mientras lo ayudaba a subir las escaleras, Andrew la miraba y pensaba en qué momento se había enamorado tanto de aquella mujer

--¿aquí estas?, pensé que tal vez estarías en otro lugar con otra persona--- dijo muy torpemente Andrew

--¿Por qué no estaría aquí mi señor? ¿a qué persona se refiere? --- pregunto Ellen sin entender nada

--- a veces no sé si ignoras tus malas acciones o simplemente no sabes que has hecho mal--- dijo muy dolido Andrew con una sonrisa ladina que más que felicidad expresaba su gran dolor

--- mi señor yo creo que usted esta tan borracho que no sabe ni siquiera de lo que está hablando-dijo Ellen mientras lo sentaba en la orilla de la cama para poder así recostarlo. Andrew estaba realmente inestable, porque si bien era cierto que su estado no ayudaba mucho, el olor que aquella mujer emanaba solo hacía que se embriagará más y para terminar con su tortura mirarla con aquel ropón de dormir que podía dejar al descubierto ciertas zonas de piel de Ellen lo hacían perder la muy poca cordura que le quedaba. Así que cuando Ellen, después de quitarles sus zapatos y haberse puesto en pie para marcharse, sin ser dueño de sus acciones, y con la única idea de que quería quitar las caricias que aquel hombre había hecho en ella y por el puro egoísmo de reclamarla como suya, antes de que ella diera la vuelta la tomó de la mano y dio un estirón que hizo que Ellen terminara sentada en sus piernas y muy cerca de su rostro.

Ellen quedo petrificada ahí, frente aquel rostro que sin duda alguna provocaba más de un suspiro, si bien era cierto que aquel hombre le provocaba nervios, una cosa era verle de lejos y otra muy diferente tenerle a centímetros de ella, oliendo ese perfume a hombre combinado con tabaco y alcohol, la respiración de él a centímetro del rostro de ella y sobre todo, tener su cuerpo tan cerca, Ellen estaba en blanco, sentía que no podía respirar y no ideaba palabra alguna en su mente. Vio como Andrew llevaba su mano hacia su mejilla y como éste no dejaba de mirarla ni siquiera por un segundo

--borrare cada caricia que él te haya hecho porque no soporto la idea de que le pertenezcas a alguien más que no sea yo--- dijo Andrew sin un atisbo de vergüenza, lo dijo porque por Dios que después de esa tarde nada de lo que hiciera o pensara era cuerdo, porque no sabía que era lo que lo había hecho detenerse para no romperle la cara a ese hombre y sobre todo porque si Ellen había estado con aquella persona hoy le mostraría que no iba a necesitar ni desear más besos y caricias que las que él le propinara.


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Te Amo a ti (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora