Capítulo 7: Sarah.

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Un par de disparos resuenan a lo lejos, La pelirroja sigue caminando sin inmutarse, tampoco parece afectarle el frío a pesar de la poca ropa que lleva encima. Sus pies se detienen justo en frente de una puerta metálica azul, se acomoda el cabello y golpea de manera brusca.

Una pequeña abertura revela un par de ojos verde moho, enmarcados por escamas coloridas.

—¿Quién es?— Preguntan al otro lado.

—El perro portugués.— Responde de inmediato la mujer.

La puerta se abre por completo, sorprendentemente sin hacer ningún tipo de ruido. Los ojos multicolor adquieren portador... Uno muy guapo, de estatura media y pelo lila. Cubierto por cuero y pelaje hurtado de quien sabe donde.

—Golpee al lado que aquí no es.— Devuelve la criatura escamada sonriendo, mostrando sus finos y afilados dientes.

Una sonrisa se extiende por los labios carmesí de Sarah y su cuerpo se adentra en el lugar. El calor que provenía de allí la abrazo como bienvenida y a cada paso que daba por el estrecho pasillo, la música sonaba más alto. Invitándola a seguir, un par de gemidos y risas se sumaron al ambiente.

Un hombre de traje negro, con piel extremadamente pálida, le recibió al final del camino. Su mano izquierda portaba una bandeja con tan solo una copa, la misma fue ofrecida cortésmente a la invitada, quien, sin dudarlo ingirió su extraño y burbujeante contenido verde.

La última puerta fue abierta por el vampiro mesero ni bien recibió de vuelta el recipiente vacío. Los altos tacones de Sarah la arrastraron dentro, sus orbes marrones registraron al menos setenta personas en el salón, la gran mayoría disfrutaba de la fiesta charlando entre sí, otros disfrutaban los placeres prohibidos, esparciendo y fusionando sus cuerpos a mitad de la estancia donde, como era costumbre, había varios sillones de colores brillantes.

—¿Quieres compañía?— Preguntó una dulce voz femenina en su oído, tan cerca que la pelirroja incluso pudo sentir los labios contrarios rozar contra su sensible piel. Volteo para ver la cara de su acompañante, una mujer rubia, bastante alta. Asintió sonriendo y comenzó a caminar hacia el sillón más cercano. No le hizo falta voltear para saber que la vampira la seguía de cerca, en silencio... era su presa, y por loco que sonara no le desagradaba en absoluto.

Dejó que su cuerpo cayera sobre el mueble forrado en cuero verde y cerró sus ojos, dispuesta a dejarse hacer.

Los Mundos De Gyo (En corrección).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora