10 de Mayo

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Ah, diez de mayo, día de las madres. Aquel día en el que se te recuerda que debes estar agradecido con la mujer que te dio la vida y no ser un desgraciado con ella. Que te recuerda que es la única que podrá comprenderte más que nadie en el mundo.

Al menos, esas si son verdaderas madres. Porque si la que se dice ser tu madre debe respetar sus decisiones y no obligarte a llevar un camino ya trazado en tu vida. O que abandonan a sus hijos a su suerte sólo porque cometieron un error, o por que salen con alguien de su mismo sexo. No, esas perras no merecen tener un título tan sagrado como lo es ser llamada "mamá".

Se pueden apreciar en aquella ciudad como niños pequeños abrazaban con su inocente cariño a sus progenitoras, regalándoles dulces o alguna carta que hicieron ellos mismos a mano. Los adolescentes en cambio eran más orgullosos, pero demostraban su gratitud con sus madres abrazándolas con fuerza y regalándoles un beso en sus mejillas o algún otro obsequió que cargaban con ellos.

Pasemos a unas familias en particular.

En la usualmente ruidosa residencia Bakugou, estaba en único hijo de esa familia sentado frente a la mesa observando aquel desayuno que había hecho para su "vieja bruja". Un par de huevos revueltos, acompañados por unas cuantas lonchas de tocino, junto a ellos un plato con wafles que derramaban miel y mantequilla derretida, acompañado de un natural y refrescante jugo de naranjas recién exprimidas y no explotadas. Katsuki admitía que no era un hijo ejemplar, pero le debía tanto a su madre que, al menos por hoy, le daría un día tranquilo y libre de peleas.

Escucho como bajaba las escaleras, se había levantado temprano para tener todo listo. La mujer de cabellera rubia entro a la cocina aún con el sueño sobre ella, más pareció despertar totalmente al observar sorprendida a su mocoso con un desayuno que presumía era para ella. El menor tenia sus mejillas levemente sonrosadas y con su usual ceño fruncido, haciéndole ver tierno a ojos de su madre. Sin decir nada, avanzó hacia su hijo, quien permanecía sentado, y lo abrazo con fuerza y cariño, besando su frente y acariciando sus rubios cabellos ceniza. Katsuki solo suspiro, indicando con un gesto a su madre que se sentara a comer.

— Gracias, mi niño.— susurro Mitsuki, aún enternecida por la muestra del menor.

— Feliz día, mamá.—

Eso fue todo lo que dijeron durante el desayuno, y por ese día para sorpresa de los vecinos, y de toda la cuadra en general, la familia Bakugou permaneció tranquila y en paz.

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Familia Kirishima.

Nuestro energético pelirrojo se encontraba corriendo hacia su casa, había salido súper temprano ese día para poder regalarle algo a su madre, fue muy descuidado al haberlo dejado para ultimo momento, pero paso la tarde anterior con su querido novio aconsejándole el mejor regalo para su futura suegra. Eijiro aun recuerda la determinación de Bakugou al querer darle algo especial a Mitsuki por una vez en su miserable vida, cosa que le pareció muy varonil de su parte.

Ahora, regresando con Kiri, este ya había llegado a la puerta de su hogar, suspirando y revisando que los detalles de sus dos regalos estuvieran impecables. Al ver todo en orden, abrió la puerta con la llave que había sacado de su pantalón y entro cerrando nuevamente detrás de él. Estaba retirándose sus zapatos cuando justo en ese momento salía de la cocina una mujer de cabellera negra, larga casi hasta su cintura, de piel canela y ojos escarlata, los cuales se posaron en el adolescente que la miraba con ese característico brillo suyo. El joven sin perder más tiempo corrió para poder abrazar a su madre, la cual era unos cuantos centímetros más baja que él; Eijiro se separó un paso de la mujer y le extendió el hermoso arreglo de camelias y brezos morados, los cuales estaban acomodados en un perfecto ramo, esto junto a una caja de chocolates sencillos pero igualmente deliciosos. La pelinegra observo el presente sorprendida, observando con curiosidad el ramo una vez lo tuvo entre sus brazos, junto a la caja con los dulces. Miro a su querido sol con la interrogante en su mirada, y este solo le sonrió con su afilada dentadura.

Permanece junto a miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora