Epílogo

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"El comienzo del camino"

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"El comienzo del camino"

Era una locura. Harry era perfectamente consciente de que era así.

Hermione trotaba para ir a su ritmo, le decía que lo pensase mejor, que no se suponía que ellos lo supiesen. Ron, unos pasos detrás, estaba más que de acuerdo con lo que fuese a hacer. Ambos creían que lo buscaba por Lucius y todo el asunto del Ministerio.

Estaban en el sendero que discurría de Hogwarts al pueblo mágico, era el primer fin de semana libre de Umbridge. El grupo de los Slytherin estaba al frente, caminaban sin prisas, Malfoy iba adelante y les hablaba de algo que no podía, ni le importaba, identificar.

Se abrió camino entre las serpientes, en un alarde de valor Gryffindor e impulsividad, que incluso a él lo sorprendió, porque no recibió maldiciones por la espalda al pararse frente a Malfoy. Este entrecerró los ojos en su dirección.

Antes de que pudiese soltar un comentario venenoso, o alguien reaccionase e iniciase una disputa de Casas, lo sujetó de la muñeca y lo jaló con toda su fuerza, y en un parpadeo, corrían lejos, colándose entre los árboles. Malfoy se sacudía y le gritaba, en vano, porque no pensaba dejarlo ir, y por detrás de ellos, los pasos y llamados de sus compañeros se hacían más distantes.

No se detuvo hasta que el pecho y la garganta le ardían, por la falta de aire, e incluso entonces, no lo soltó. Malfoy se doblaba desde el estómago, la mano libre apoyada en su rodilla, el rostro enrojecido por el esfuerzo de correr, si no quería caer y ser arrastrado por el suelo. Lo escuchó toser, de forma débil.

—Draco- —El aludido le dirigió una mirada desagradable, que le dejaba bien en claro lo que pensaba de que se tomase la libertad de llamarlo por el nombre de pila. No pudo importarle menos—, Draco Malfoy, siento- siento mucho haber rechazado tu mano en primer año, y ahora quiero que seamos amigos.

Percibió, más de lo que vio, la tensión que se apoderó de su cuerpo. Malfoy -no, Draco-, dio un vistazo alrededor, como si esperase que sus compañeros aparecían en cualquier momento, o alguien que le dijese que era una broma de mal gusto. Pero nada pasó y continuaban solos en medio del bosque que rodeaba el colegio de magia, y si conocía bien a sus amigos, estos detendrían a los Slytherin lo suficiente para lo que tenía en mente. Aunque no tuviesen idea de qué era y no les fuese a gustar nada.

—¿Eres estúpido, Potter? —Le espetó Draco, pero con una vacilación clara en su rostro, su voz. Ni siquiera volvió a hacer ademán de liberarse del agarre, a pesar de que ya no lo sujetaba con fuerza.

Harry tomó una profunda bocanada de aire. Asintió, consciente de que debía ser el mayor loco de la historia.

—Sí, tal vez.

El aturdimiento no le duró más de un instante.

—Vete a la mierda.

Draco huyó en cuanto tuvo la oportunidad, después de dirigirle una mirada extraña e indescifrable. Pero estaba bien.

Regresó al castillo sin prisas y sonriente; al fin y al cabo, ese no era más que el comienzo del camino. Si hacía falta, lo construiría todo desde cero.

Las puertas que no deben abrirseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora