Capitulo 18 (Epílogo)

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Su risa fue silenciada cuando Jason la arrojo a la cama, el muy vándalo la había echado al hombro y entre la multitud se la llevo, ahora estaban en su casa, su cama y viéndose a los ojos por segundos que se le hacían eternos.

Le acarició el rostro, todavía maravillada de que él estuviera ahí con ella cuando lo creyó ya en el cielo. Marcó con la punta de sus dedos aquellos labios, él cerró los ojos y se dejó mimar por ella, caricias que lo atrajeran poco a poco a ella hasta que se besaron. Un beso lento, suave, uno que le reanimo el alma y la hizo suspirar repetidas veces. Jason le abrazaba, le acariciaba el rostro y cuando toco los tirantes del vestido ella tembló de pies a cabeza.

— Traes un vestido. – susurro Jason contra sus labios haciéndola reír bajo.

— Lo traigo.

— ¿Por qué? – él se enderezo, viéndola con adoración mientras baja más los tirantes; el sostén fue el primero en revelarse y después las bragas, Jason lo retiró con delicadeza de su cuerpo. – Pensé que te gustaba ocultarlas. – menciono, besando una cicatriz de su muslo derecho.

— Tenía una que todos conocían, que en mis ojos se notaría y en mis lágrimas se leería. – se enderezo, quedando sentada frente a él mientras Jason estaba de rodillas sobre la cama, los dos se vieron y ella juraría que el corazón se le saldría del pecho. – Eras mi herida más grande, Jason, no llegaste a ser una cicatriz.2

— Lo siento tanto por eso...

— No, no lo sientas, entiendo porque lo hiciste. Yo...

— No, ____, yo pensé volver, pero las cosas. – negó con la cabeza, se acercó a ella y le abrazo con fuerza, ella se derritió en ese abrazo. – Quería estar contigo, tenía mucho que decirte y...

— ¿"tenías"?

Jason se enderezo, le acarició la mejilla y se lanzó a besarla, ella no dudo en corresponderlo. Él la recostó en la cama, mimando su cuerpo con caricias y palabras de cariño, todas y cada una de ellas atesorándolas como la primera y última.

Ella se sujetó de la espalda de él, pero al sentir la tela de la camisa gruño. La sujeto con fuerza, rasgo y lo sintió estremecerse, sujetarla de las caderas y la obligo a rodearlo con ellas la cadera. Ella gimió, echando la cabeza hacía atrás, sintiendo los labios de Jason recorrerle el cuello y el hombro izquierdo, dirigiéndose a la cicatriz que ya no temía ni odiaba, pues había sentido un dolor más profundo en ese lugar.

Su espectacular pantera sonrio contra su piel, le retiro el sostén con ambas manos y se enderezó, dejándolo caer a lado de la cama. Había extrañado tanto esos ojos curiosos y traviesos, esas manos cálidas y fuertes, esos hombros anchos que la hacían babear... Jason se rió bajo, le dio un beso más y se retiró la camisa, dejándola verlo en todo su esplendor y...

El corazón le dolió tremendo al ver la cicatriz que ahora portaba Jason sobre el pecho, uno igual que la de ella y no pudo evitar llorar, tocando con delicadeza aquella piel arruinada.

— No...

— Sí, también tengo unas más en la espalda y en las piernas, – se levantó de la cama, retirándose después el pantalón, mostrándole que no llevaba ropa interior, antes de volver con ella a la cama. – pero no me importan. No me dolieron tanto como el pensar que ya no te volvería a ver, ¿y sabes por qué? – ella negó con la cabeza, conteniendo el aire cuando él rasgo sus bragas. – Porque te amo y estar lejos de ti ha sido el dolor más grande de mi vida, porque me di cuenta que habías sanado mi corazón y no sólo eso, también te hiciste con mi alma.

— Jason...

— Y si tu pasaste por el mismo dolor, quiero que me perdones y que me des esta noche y todas las que vengan de compasarte, porque no quiero el estúpido trato de antes; quiero ser tu compañero de verdad, quiero dormir contigo, quiero ser quien te prepare desayunos antes de que te vayas a trabajar, quiero verte al volver yo de trabajar, quiero que seas la madre de nuestros hijos porque sé que no hay nadie, absolutamente nadie después de ti.

Y entro en ella. Una estocada profunda que la dejo sin respiración al igual que aquellas bellas palabras.

Se retorció bajo el cuerpo de quien ahora era su compañero, porque lo aceptaba, porque, al igual que él, ella sabía que no iba a ver nadie más. Le beso y se abrazó con las piernas a esa cadera, lo quería para ella nada más.

La habitación se llenó de los gemidos de ambos, de sus gruñidos y los jadeos de ella, de gritos de placer y palabras de amor, de promesas plenas y sinceras.

La cama jamás había quedado tan distendida, de entre pose y posición las sabanas ya hacían en el suelo y las almohadas regadas por la habitación, pero Jason sólo le acariciaba el cabello mientras le besaba el hombro con ternura, que quedo lleno de mordidas durante el maratón.

Ella pego más su espalda contra el cálido pecho de su compañero, sonriendo bobamente mientras él comenzaba a contarle lo que había ocurrido, dónde había estado y con quiénes.

Lloró por el dolor que él tuvo que pasar, rio por el faje intenso en el cuarto de lavado protagonizado por el león albino y por Kirilith, la muchacha que alguna vez ayudo. Agradeció a Carmen, Ma, con todo su corazón, una mujer mayor dando la mano sin importar qué.

— Entonces cuando nos subimos al barco Ma lloró mucho, se despidió y nos dio mucha comida para el viaje. Al llegar tomamos unos cuatro o cinco trenes y dos taxis, llegue aquí a la Reserva y lo primero que hice fue venirte a buscar.

— Dora fue quien me pidió ir al bar, sino hubiera cedido me hubieras encontrado.

— Nada mejor que haberte encontrado entre la gente que amo.

— Entoces es oficial.

— ¿Qué cosa?

— Tú y yo, siendo compañeros.

— ¿Qué seriamos si no? – la giro, haciéndola quedar de frente. – Rompamos el trato anterior, ahí te va mi trato; Yo, Jason Beck Nigth, acepto a ____ North como mi compañera en esta vida y en las que vengan, prometo cuidarla, mimarla y hacerle el amor a cada oportunidad que tengamos. Prometo llevarla a bailar aunque no le guste, prometo hacerle de comer todos los días y el amor todas las noches. Prometo darle todos los hijos que quiera, besarle cada cicatriz y decirle todos, todos, todos los días que la amo. – él sonrió radiante, ella era un manojo de emociones y lágrimas. – ¿Te agrada?2

— Muchísimo. – le beso en los labios. – ¿Y sabes qué es lo mejor?

— ¿Qué?

— Que acepto.

//**//

Jason abrió perezosamente los ojos al sentir la luz del sol golpearle en la cara, bostezo y hundió la cara en el cabello rebelde de su compañera, quien se removió un poco antes de quedar nuevamente dormida, pero un quejido les hizo abrir los ojos a ambos, él tuvo que enderezarse para verlo.

Entre los brazos de ____ ya hacía el pequeño varón de la casa, Colín, su hijo. El crio poseía unos ojos caramelo como su madre, piel oscura como la de ambos y el cabello tan negro como el de él, pero rizado como el de la madre. Era pequeño y frágil, pero porque había nacido con más genes de primate que de felino, aun así él era feliz con sólo verlo.

— No volverás a dormir, ¿cierto? – preguntó ____ a Colín, quien a pesar de los meses de edad negó con la cabeza. – Me lo imaginaba.1

— Voy a preparar el desayuno. – le beso la mejilla a ____ y después a Colín. – Los veo abajo.

Salió de la cama, colocándose un pantalón de chándal únicamente y bajo, dirigiéndose a la cocina. De sus labios la sonrisa nunca se borró, una cálida y llena de alegría, estaba más que feliz con su vida. Con lo que ahora tenía.

Aunque algunas veces las heridas fueran dolorosas y causadas por la persona que amases, con el tiempo se volverían en cicatrices, algunas bonitas, otras desagradables, pero quien te amara con todas y cada una de ellas, que en vez de hacer más las hiciera desaparecer... Entonces se volvería la persona indicada, en la mejor receta y la mejor medicina, se volvería el amor de tu vida.

Tu compañera, tu alma a fin.

— ¿Y qué va a hacer papá de comer, he? – vio sobre el hombro, ____ cargaba a Colín cálidamente contra el pecho y su hijo sonreía sin dientes.

Esa persona se volvería el ángel que salvase tu vida y te llevase a tierras prometidas, pues el amor que sentiría por ti sería igual o, incluso, mayor.

Demmon (Nuevas Especies #6) - Jason McCann (ADAPTADA)Where stories live. Discover now