Cinco: El baile de bienvenida

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Jamás olvidaría el primer día en que pisó el Imperio Chino; pero, sin duda, lo que recordaba aun más era el día en que conoció esos ojos de los que bastó una mirada para llenar su corazón

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Jamás olvidaría el primer día en que pisó el Imperio Chino; pero, sin duda, lo que recordaba aun más era el día en que conoció esos ojos de los que bastó una mirada para llenar su corazón.

El calor golpeó su rostro cuando bajó del avión. De inmediato se presentó un grupo de militares, alegando haber sido enviados por los emperadores de China para llevarlo al castillo donde éstos lo recibirían. Al llegar a tan majestuoso sitio, en efecto, el emperador y su esposa lo esperaban en la entrada principal.

-¡Que gran honor es conocer por fin al primogénito de mi gran amiga! -Exclamó la emperatriz, con regocijo al verlo.

-Soy yo quien se siente honrado con la cordial invitación y vuestra cálida hospitalidad, Su Excelencia. -Dijo el joven, reverenciando a las figuras de la monarquía china.

-Por favor, le ruego que se sienta como en casa, príncipe Chanyeol. -Añadió, muy cortésmente, el emperador.

-Con tal compañía, aseguro que así será. -Respondió con una sonrisa, que apesar de ser cansada, lucía genuina y resplandeciente.

Miró hacia las escaleras al percatarse de un nuevo individuo que bajaba, y cuya presencia consiguió capturar su atención al instante.

Se trataba de un joven (que Yeol supuso tendría unos 17 o 18 años) de piel extremadamente blanca, una figura pequeña y tan delgada que pensó podría quebrarse en uno de esos escalones; fijó su mirada en el rostro del muchacho y, por primera vez en su vida, creyó posible la existencia de los ángeles.

No era posible que aquellos ojos cual topacio azul pertenecieran a cuerpo de hombre terrenal. Su mente hizo comparación con un ser celestial, y ni siquiera así consideró posible tanta belleza.

-Su Alteza, permítanos presentarle a nuestro mayor tesoro. -Volvió a hablar la emperatriz cuando el joven llegó hasta posicionarse de pie junto a ellos. -Él es Baekhyun, nuestro único hijo.

-Bienvenido, mi señor. -El pelirrojo saludó, al tiempo que hizo una reverencia -Que goce tan vasto poder conocer a una figura de tal renombre, príncipe Chanyeol. -A pesar de que su voz era suave, sonaba con una fuerza sorprendente, lográndose escuchar a un volumen apropiado sin hacer eco en la enorme estancia.

-Me complace, enormemente, estar frente a semejante presencia, príncipe Baekhyun... -Halagó el visitante que, hipnotizado, seguía sin poder apartar la vista del muchacho pelirrojo.

-Majestad. Esta noche hemos organizado un baile de bienvenida en vuestro honor. Esperamos no incomodarlo. -Intervino, de nueva cuenta, la emperatriz, interrumpiendo el momento.

-De eso nada, gran señora. Me resulta un gesto grato y lo reconozco en gran manera. -A pesar de que ya dirigía su atención a la bella dama, no pasó por alto la forma en que el principe de rojos cabellos lo miraba con timidez y disimulo.

Una primorosa pieza musical llenaba con ecos el gran salón principal que estaba lleno de gente bailando elegantemente en el centro y otras más que admiraban desde los alrededores

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Una primorosa pieza musical llenaba con ecos el gran salón principal que estaba lleno de gente bailando elegantemente en el centro y otras más que admiraban desde los alrededores.

Junto a las escaleras permanecía el invitado de honor: el príncipe Chanyeol, que seguía sin quitarle la mirada al joven cuya blanca piel parecía deslumbrar contrastando con el fino traje color azul marino que portaba.

Baekhyun devolvía tímidamente las miradas, sonriendo de vez en cuando y apartando su atención al verse descubierto.

Varias melodías les habían amenizado ya cuando el rubio decidió acercarse, ante la innegable atención del más bajo.

-La mirada es posiblemente la más asombrosa técnica humana de cortejo. -Afirmó Chanyeol, intentando parecer casual al colocarse junto al joven y mirar hacia la multitud que bailaba.

-¿Intenta usted seducirme citando a Helen Fisher? -Cuestionó el menor sonriendo y mirando en la misma dirección.

-Viendo el rubor de su rostro, confirmo que he logrado mi objetivo. -El rubio sonrió, con suficiencia, mirando de reojo a su acompañante.

El chico de roja cabellera llevó sus manos a sus mejillas, palpando la calidez que las inundaba. -Debe ser el calor. -Determinó ocultando su nerviosismo e intentando disimular la verdadera causa del carmesí en sus pómulos. -Me sofoca un poco estar en compañía de tantas personas. - "Tantas personas" era su manera de expresar "un joven y apuesto príncipe coreano" -Saldré un momento para tomar aire fresco. ¿Sería una molestia si pido que me acompañe?

-No sería para mí más que un inmenso placer.

Caminaron sin alejarse demasiado de la puerta principal, hasta que las mejillas del pelirrojo volvieron a su habitual y pálido color. A esa hora de la noche había una brisa fresca, por lo que la mayoría de los invitados permanecían adentro bajo el calor de los muros del castillo.

-¿Le gustaría bailar? -Preguntó repentinamente el más alto, haciendo que un ligero sonrojo volviera a aparecer en el rostro de Baekhyun. En ese momento sonaba en el salón el segundo Waltz de Dmitri Shostakovich, a un volumen perfecto para que lograra escucharse también afuera.

-¿Aquí? ¿con usted?. -Preguntó el menor con visible nerviosismo y se disculpó al darse cuenta de que sus palabras podían tomarse por insulto.

-Si lo desea podemos volver adentro y bailar ahí. -Contestó Chanyeol, internamente divertido por la situación.

-No, no es necesario. Mejor hagámoslo aquí. -Aceptó Baek.

El rubio tendió su mano para tomar la del príncipe y al principio tuvieron pequeñas complicaciones para decidir donde poner su otra mano. Terminaron con la mano del pelirrojo en el hombro del más alto y la de éste en la delgada cintura de Baekhyun.

Con pasos de vals bailaron la bella sonata y poco a poco su ritmo iba en aumento, comenzando a girar no solamente en esa zona, sino abarcando todo el espacio que tuviesen disponible mientras ambos reían dichosos.

Pronto se olvidaron de la formalidad de los pasos y empezaron a dejarse llevar, improvisando.

Chanyeol posó ambas manos en la cintura del pelirrojo para levantarlo durante un giro, volvió a bajarlo y tomó una de sus manos haciéndolo girar un par de veces más al tiempo que la melodía concluyó. Se reverenciaron como dictaba el protocolo y volvieron a reír llenos de una extraña alegría.

-Su compañía ha resultado una delicia para mi alma, príncipe Chanyeol. -Confesó Baek, ampliando su sonrisa.

-Por favor, Majestad. Le suplico que me llame solamente Chanyeol.

-Si es su deseo, que así sea entonces, Chanyeol; pero si vamos a dejar de lado las formalidades, agradeceré que también me llames por mi nombre de pila.

-Me parece un acuerdo justo, Baekhyun.

Para el pelirrojo, era la primera vez que su propio nombre sonaba tan dulce a sus oídos. No se dio cuenta del lapso en que sus ojos permanecieron fijos en los del alto príncipe, hasta que la música volvió a sonar desde el interior del palacio, haciendo que ambos chicos volvieran a la realidad.

-Deberíamos volver adentro. Si mis padres se percatan de nuestra ausencia podrían angustiarse. -Sugirió el pelirrojo, rompiendo el contacto visual.

Continuará...

15/04/22

Mi Príncipe [ChanBaek]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora