María apareció corriendo por la puerta del comedor, soltó la mochila en la mesa y me agarró la cara, poniéndome morros de pez. Sabía que odiaba eso, probablemente ese era el motivo por el que lo hacía.
- ¡Aniiiiiiiita! – apretó más y sonrió. – Mañana es el cumple. Me he comprado un vestido precioso.
- Yo también – dije zafándome de ella.
- Ya, pero yo voy con un chico guapo – comenzó a enumerar con la mano – simpático - levantó el tercer dedo y abrió mucho los ojos. – Y que está tri-bueno. – se quedó pensando un momento y luego añadió. – Bueno, el tuyo tampoco está mal.
Comenzamos a reírnos, a carcajadas, mientras ella se sentaba mi lado y pinchaba un trozo de pollo de mi ensalada.
- Tía, tengo que contarte una cosa. – dijo despacio, como si tuviese miedo.
- Dispara.
- Es Jaime, creo… - noté como se ruborizaba, y sonreí por dentro. Sabía perfectamente lo que iba a decirme. – Me gusta mucho. – se mordió el labio inferior.
- Ey, me alegro – sonreí mientras le tiraba de un moflete y le saqué la lengua. – De verdad, me alegro mucho, Jaime es buen tío, y le gustas. Mucho.
- Lo sé.
- ¿A quién le gusta? – escuché una voz conocida a mis espaldas.
Me giré para ver a Jaime con una bandeja en la mano, la otra en el pecho y un interrogante en la mirada. Sonrió burlonamente.
- ¿A mí? – abrió aún más los ojos – Pero si la odio – le guiñó un ojo y se sentó con nosotras.
- Os dejo chicos – dije mientras me levantaba.
Ambos sacudieron la mano y luego me giré, dándoles la espalda. Dejé a bandeja y salí al patio. Vi un círculo de gente y me acerqué, a ver qué pasaba. Y, como es habitual, en el centro estaba Hugo, gritando como un energúmeno a otro chaval.
- Y no te vuelvas a acercar a ella. – amenazó con el dedo. La verdad es que no sabía quién era, pero no me gustaría estar en su pellejo.
- ¿Y quién me lo va a impedir? – escuché que decía el otro, burlón. Eso es lo que se dice una cagada máxima, estaba claro que ese tío era nuevo. Nadie desafiaba a Hugo Senra, y eso era un secreto a voces.
Mi hermano soltó una sonrisa torcida, que fue seguida por una carcajada. Se acercó despacio a él y se inclinó hacia delante.
- Yo – dijo, y le pegó un puñetazo en la mandíbula.
Se dio la vuelta y comenzó a andar hacia “nuestro árbol”. Vi como el nuevo se llevaba la mano a la mandíbula, que estaba más roja que María en sus mejores momentos. No puede evitar sonreír. Me di la vuelta, dirigiéndome al árbol. Hugo se merecía una regañina, y sabía que sus amigos eran lo suficientemente idiotas como para aplaudirle por lo que hizo.
∞Ω∞
Vi a mi hermano sentado, solo, apoyado en el tronco. Tenía el ceño fruncido y un cigarro en la mano. Él no fumaba, su entrenador de fútbol se lo tenía prohibido. Solo lo hacía, según él, “en situaciones en las que, o me fumo un cigarro, o mato a alguien”.
- ¿Estás bien? – pregunté sentándome a su lado.
- Si. – dio otra calada, cerrando los ojos mientras soltaba el humo. - ¿Qué tal el día? – me sacudió el pelo y sonrió, ignorando lo que acababa de suceder.
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Ese estúpido código de los colegas.
Teen Fiction"¿Alguna vez te has imaginado viviendo con ese chico del instituto... Ese que es guapo, tiene un cuerpo de modelo, es simpático, saca unas notazas y es el capitán del equipo de fútbol? ¿Ese que es el chico más cotizado del colegio? Y, por supuesto...