CAPÍTULO 1: El nuevo.

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-          Buenos días. Son las siete y media de la mañana, las seis y media en Canarias y tenemos una temperatura de dos grados bajo cero. Última hora: el cantante más reconocido de todo el país ha fallecido esta noche…

-          Yo lo mato. Te juro que lo mato – refunfuñé mientras daba un golpe al despertador-radio que me había programado mi hermano la semana pasada. Y ahora no tenía ni puñetera idea de cómo quitar esa insufrible alarma por las mañanas.

Me levanté, ya de mal humor. Para variar. Cogí una sudadera de GAP, me la puse encima del pijama y me dirigí a la puerta de mi habitación. Al salir me encontré a mi hermano en la especie de salón que compartíamos. Nuestros padres nos querían dar algo de independencia, y nos dejaron toda la planta de arriba  nosotros, haciéndonos un pequeño saloncito al que se podía acceder desde las dos habitaciones. Era una especie de oasis. Allí se podía hacer de todo.

-          Buenos días – mi hermano levantó la cabeza, aun con su pijama de cuadros y me puso esa sonrisa que les pone a las chicas más guapas del instituto.

-          Esa sonrisa no te va a perdonar lo del despertador.

-          Oh, lo siento, es que nunca encuentro el momento de quitarlo… Tengo poco tiempo, este curso está siendo durísimo. – contestó con voz de niño bueno.

-          Vete a la mierda – le lancé un cojín y el comenzó a reír. - ¿Vienes a desayunar?

-          Vale.

Comencé a bajar las escaleras, despacio. Sabía que cuando estaba medio dormida, bajar rápido podía suponer un riesgo para mi vida. Cuando entramos en la cocina, mi madre ya estaba allí, vestida, impecable como siempre, cogiendo su bolso nuevo para irse.

-          Buenos días cariño, ¿has dormido bien? – me dio un beso y luego se lo dio a mi hermano.

-          Ya sabes, esta de mal humor. Sin su taza de café no es persona – añadió él con sorna. Le saqué la lengua y mi madre soltó una carcajada.

-          Me tengo que ir chicos, luego os veo. – Se estiró su vestido beige y salió por la puerta con elegancia.

-          Bua, me muero por ese vestido. – dije mientras servía mi café y el de mi hermano.  – Es precioso.

-          Te quedaría bien – se encogió de hombros. - ¿Sabes qué? Hoy viene un tío nuevo al instituto, es de mi curso.

-          ¿Será guapo? Porque allí todos los tíos son como salidos de revistas.

-          Ni idea.

-          A lo mejor te quita el puesto de ligón número uno, Hugo Senra. – dije sonriendo con una magdalena en la mano.

-          Eso es imposible y lo sabes, Ana. – mi hermano sonrió. – Vamos, llegaremos tarde. Con lo que tardas en arreglarte…

Sabía que lo decía de broma, de hecho, yo no era la chica más femenina del mundo, y era en parte su culpa. Criarse con un hermano mayor no te hace jugar con Barbies, sino más bien a juegos de matar con la x-box. Además, que narices, él tardaba más que yo.

-          ¡Me pido primera! –  apuré el café y corrí hacia el piso superior, pero mi hermano me adelantó y se metió el primero en el baño.

-          Venga, Hugo, por favor – supliqué.- Que eres tú el que tarda en arreglarse el flequillo… Si me dejas me ducho rápido y te dejo el baño para ti solo.

Ese estúpido código de los colegas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora