Stigma - PRÓLOGO

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Los gritos al fin habían cesado, después de tanto dolor la omega se sentía desmayar, pero inmensamente feliz porque ese pequeño que llenaba la habitación con su llanto era su pequeña esperanza. Cerró los ojos y después de un suspiró vio hacia la partera que la veía con tristeza, lo cual hizo que el temor la embargara. En ese momento entró un Alfa molesto.

- ¿Qué pasó? – dijo gruñendo haciendo que la omega cerrara sus ojos de miedo. – Responde mujer – dijo dirigiéndose a la partera beta.

- Es un varón sano y fuerte – dijo con sarcasmo, esas palabras calmaron un poco a la Omega que temía por su cachorro.

- ¿Cómo te atreves a hablarme así? – gruño el Alfa, mientras la Beta le entregaba la cría con brusquedad a su padre para luego salir casi corriendo.

El Alfa sostenía al bebé con una leve sonrisa de lado mientras este aún lloraba. Al menos sonríe. Pensó la Omega con un nuevo alivio cuando se quedó congelada al darse cuenta de algo peculiar en la espalda del pequeño. Justo debajo del cuello en el centro de su espaldita. El Alfa que sintió la mirada de la Omega volteó al niño y lo vio.

- Déjame cargarlo por favor – dijo la Omega tratando de distraer al Alfa que miraba a todas partes cayendo en cuenta el porque la Beta había actuado de esa forma.

- Es que acaso no puedes hacer nada bien – dijo con la Voz, haciendo que la ya débil Omega temblara. El Alfa suspiro y le entregó al bebé a su esposa.

- Será mejor que te prepares nos largamos de este pueblo y no quiero quejas. – la Omega un tanto sorprendida miró a su Alfa con una expresión confusa.

- ¿Prepararme para qué? Y ¿A dónde nos iremos?

- ¿Es que acaso eso importa una mierda? Tú sabes perfectamente las leyes, eres una inútil, pero al fin y al cabo es nuestro hijo y ya sabes los instintos y esas cosas. – dijo de con un tono un poco más suave – Iré a empacar y prepararé comida para el camino, tomen un baño y abrígate que la noche está helada. - la Omega vio la pequeña sonrisa de apoyo que le dio su Alfa antes de salir.

Una sonrisa se dibujó en su rostro mientras veía a su pequeño y aunque estuviera muerta de cansancio se levantó como pudo y se dirigió al baño para asearse ella y a su cachorro.

Habían pasado un par de horas cuando la pareja subía al auto con algunas maletas, el reloj ya casi marcaba la media noche. El Alfa arrancó y la Omega le dio una última mirada a aquella casa que fue testigo de sus peores momentos, y cuando miró hacia el frente no pudo evitar sonreír y sentirse esperanzada por la nueva vida que les esperaba. Tenía al bebé en entre sus brazos y le dio un besito cariños y protector en la frente.

- Mi pequeño Taehyung prometo protegerte siempre. – dijo la Omega en un susurro.

- Cántale – dijo el Alfa casi como si fuera una orden, pero sorprendiendo a la Omega porque hacía mucho que ella dejó de hacerlo.

Al menos ya no me grita. Pensaba la Omega mientras cantaba suavemente aquella canción que le recordaba a su madre.

La noche era fría y el auto se veía solitario dejando atrás una última cabaña del pueblo que había sido el hogar de la pareja desde niños...

Mientras que en una de las habitaciones de esa misma cabaña sólo se podían escuchar los gemidos desgarradores y quejidos que lanzaba la omega mientras daba a luz. El Alfa que tomaba su mano sólo podía transmitirle valor a través del lazo que compartían, sintiéndose plenamente feliz, pero muy preocupado a la vez. La partera, una señora muy anciana pero que emanaba un aura de sabiduría contraria a lo que se creía de los deltas estaba muy concentrada y le daba instrucciones firmes a la omega que apenas podía respirar.

Pero después de 10 largas horas de sufrimiento, al fin había nacido. El alfa y la omega se miraban con un gozo que sólo habían vivido cuando la mordida los unió en un lazo eterno, se dieron un beso dulce y luego vieron hacia la partera quien miraba al niño que lloraba con mucho desprecio. Esto sorprendió mucho a la pareja de padres primerizos.

- Es un monstruo – dijo la delta con puro asco.

- ¿A qué se refiere? – preguntó el Alfa casi con un gruñido.

- Tch – fue el único sonido que hizo la anciana mientras entregaba al bebé a su padre y se marchaba en silencio.

Alfa y Omega se miraban extrañados, pero rápidamente olvidaron el asunto cuando vieron al hermoso niño, producto de su amor. Un lindo niño rubio con cachetes regordetes y rojo de tanto llorar.

- ¡¡Jiminnie!! – dijeron al mismo tiempo con sonrisas tontas antes de percatarse de la marca que lleva el pequeño en el lado izquierdo de su pecho, se miraron y en un acuerdo mutuo y silencioso se marcharon antes de que amaneciese.

{ Stigma } OMEGAVERSE vkook, yoonmin, namjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora